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Publicada porYosi Huanca Modificado hace 5 años
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La formación del espíritu científico Cap. II Gastón Bachelard DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN SEMINARIO DE CAMPO DE CONOCIMIENTO PRÁCTICA EDUCATIVA Y FORMACIÓN DOCENTE “EL SENTIDO DE LAS PRÁCTICAS DOCENTES Y DE LA INVESTIGACIÓN. UNA MIRADA DESDE LA SOCIOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA DE PIERRE BOURDIEU” Bachelard, Gastón. 2013. LA FORMACIÓN DEL ESPÍRITU CIENTÍFICO. Contribución a un Psicoanálisis del conocimiento objetivo. Duodécima reimpresión. Siglo veintiuno editores.
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El capítulo II (p. 27-65) trabaja la experiencia básica como obstáculo epistemológico. “Es la experiencia colocada por delante y por encima de la crítica que, esta sí, es necesariamente un elemento integrante del espíritu científico” (p. 27). Este capítulo esta desarrollado en 7 apartados, donde expone tesis que sustentan que la experiencia básica es un obstáculo epistemológico.
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En la construcción de conceptos científicos el primer obstáculo es la experiencia básica o los conocimientos previos, es decir que los individuos antes de iniciar cualquier estudio, tienen ya un conjunto de ideas muy propias acerca del cómo y el por qué de las cosas son como son. Las experiencias básicas cargan de subjetividad las observaciones y se pueden tener concepciones erróneas, ya que las cosas se ven tal como nosotros queremos verlas y no como realmente son. El conocimiento científico debe formarse contra la naturaleza, contra el entusiasmo, contra lo evidente.
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En la experiencia básica “la crítica no ha obrado explícitamente”. Por tanto, “no puede ser un objeto seguro” (p. 27). Bachelard se opone aquí al sensualismo, a la concepción del dato “claro, limpio, seguro, constante, ofreciéndose a un espíritu siempre abierto” (p. 27).
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Frente a esta forma de pensar la experiencia, opone la tesis de que “el espíritu científico debe formarse en contra de la Naturaleza” (p. 27) (2); El espíritu científico debe formarse reformándose (p. 27)
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La educación científica elemental de nuestros días, ha deslizado entre la naturaleza y el observador un libro bastante correcto, bastante corregido. (p.28) Precientífico: Era un libro de divulgación para el conocimiento vulgar. Autor y lector pensaban a la misma altura. La cultura científica estaba como aplastada por la masa y variedad de los libros mediocres. (p.28)
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un libro de enseñanza científica moderno: presenta referida a una teoría de conjunto. Su carácter orgánico es tan evidente que se hace muy difícil saltar capítulos… ya no se deja hablar más al sentido común; ya no se atiende más a las preguntas del lector. El libro plantea sus propias preguntas. El libro manda. (p.29) Abrid un libro científico del siglo XVIII, advertiréis que está arraigado en la vida diaria. El autor conversa con su lector como un conferencista de salón. Acopla los intereses y los temores naturales.
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Los fenómenos naturales están hoy desarmados porque están explicados. (p.29) La clase social de los lectores obliga a veces a un tono particular en el libro precientífico. (p.30) El espíritu científico sigue una progresión geométrica y no una progresión aritmética. (p.32) Si se nos acusara de utilizar autores bastante malos, olvidando los buenos, responderíamos que los buenos autores no son necesariamente aquellos que tienen éxito y que puesto que necesitamos estudiar cómo nace el espíritu científico bajo la forma libre y casi anárquica… nos vemos obligados a considerar toda la falsa ciencia que aplasta a la verdadera.(p.33)
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En resumen, el pensamiento precientífíco está "en el siglo". Pero no es regular como el pensamiento científico formado en los laboratorios oficiales y codificado en los libros escolares. (p.34)
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Al satisfacer la curiosidad, al multiplicar las ocasiones de la curiosidad, se traba la cultura científica en lugar de favorecerla. Se reemplaza el conocimiento por la admiración, las ideas por las imágenes. (p.34) El pensamiento precientífico no ahinca en el estudio de un fenómeno bien circunscrito. No busca la variación, sino la variedad. Y es éste un rasgo particularmente caracterís- tico; la investigación de la variedad arrastra al espíritu de un objeto a otro, sin método; el espíritu no apunta enton- ces sino a la extensión de los conceptos; la investigación de la variación se liga a un fenómeno particular, trata de ob- jetivar todas las variables, de probar la sensibilidad de las variables. Esta investigación enriquece la comprensión del concepto y prepara la matematización de la experiencia. (p.36)
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Hay que mantenerlo interesado ilustrando el fenómeno. Lejos de ir a lo esencial se aumenta lo pintoresco (p. 40) Esta imaginería de la ciencia naciente divierte a los mejores espíritus. (p.40) Para interesar, se busca sistemáticamente el asombro. Se acumulan contradicciones empíricas. (p.41)
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Estas anticipaciones, estos viajes a la Luna, estas fabricaciones de monstruos y de gigantes son, para el espíritu científico, verdaderas regresiones infantiles. A veces divierten, pero jamás instruyen. A veces puede verse la explicación fundada íntegramente sobre la sobrecarga de los rasgos parásitos. Así se preparan verdaderas aberraciones. Lo pintoresco de la imagen arrastra la adhesión a una hipótesis no verificada. (p.43)
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Tales cruzamientos entre las imágenes son frecuentes cuando no se psicoanaliza la imaginación. U n a ciencia que acepta las imágenes es, más que ^cualquier otra, víctima de las metáforas. Por eso el espíritu "científico debe incesantemente luchar en contra de las imá- genes, en contra de las analogías, en contra de las metáforas. (p.45)
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En cuanto una expe- riencia se presenta bajo una apariencia bizarra, en particu- lar si ella llega, bajo un nombre inesperado, de los lejanos orígenes de la ciencia, como por ejemplo la armónica quí- mica, la clase pone atención en los acontecimientos: sólo que omite la observación de los fenómenos esenciales. (p.46) En la enseñanza elemental las experiencias demasiado vivas, con exceso de imágenes, son centros de falso interés. (p.47)
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Más valdría una ignorancia completa que un conocimiento privado de su principio fundamental. (p.48) Como lo observa Edouard Le Roy en una densa y hermosa fórmula: "El conocimiento común es inconsciencia de sí". Pero esta inconsciencia puede también captar pensamientos científicos. Hay que reanimar entonces la crítica y poner al conocimiento nueva- mente en contacto con las condiciones que le dieron nacimiento, volver sin cesar a este "estado naciente" que es el estado de vigor psíquico, al instante mismo en que la respuesta ha surgido del problema. (p.48)
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Para que se pueda hablar verdaderamente de racionalización de la experiencia, no es suficiente que se encuentre una razón para un hecho. La razón es una actividad psicológica esencialmente polítropa: ella quiere invertir los problemas, variarlos, injertar unos en otros, hacerlos prolíferar. Una experiencia, para ser verdaderamente racionalizada, debe pues insertarse en un juego de razones múltiples. (p.48) Ahora bien, para que un hecho sea definido y precisado, es necesario un mínimo de interpretación. Y si esta interpretación mínima corresponde a un error fundamental, ¿qué queda del hecho? (p. 52).
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De pronto una palabra resuena en nosotros y encuentra un eco demasiado prolongado en ideas antiguas y queridas; una imagen nos ilumina y nos convence, bruscamente, de golpe, en bloc. (p.53) Toda descripción está también nucleada alrededor de centros demasiado luminosos. El pensamiento inconsciente se aglomera alrededor de esos núcleos y con ello el espíritu se introvierte y se inmoviliza. (p.53)
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sobre una base empírica demasiado estrecha, el espíritu se agota en "falsas combinaciones. (p.54) probar adecuadamente que lo que hay de máí inmediato en la experiencia básica, es siempre nosotros mismos, nuestras sordas pasiones, nuestros inconscientes deseos, estudiaremos algo más ampliamente ciertas fantasías relativas a la materia. (p.55)
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Finalmente, la historia erudita y la narración pintoresca nos pintan una experiencia fatalmente desgraciada. Imaginamos al alquimista ridículo como un vencido. Es el amante, jamás satisfecho, de una Quimera. (p.56)
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Mientras que la ciencia premoderna sostenía la creencia en el saber absoluto, “la doctrina filosófica que afirma la ciencia como esencialmente inacabada es de inspiración moderna. Y es también moderno, ese tipo de pensamiento en expectativa, de pensamiento que se desarrolla partiendo de hipótesis consideradas mucho tiempo como presuntas y que se mantienen siempre revocables.” (p. 57).
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Bachelard enfatiza el papel de las experiencias del físico norteamericano Albert Michelson en el origen del concepto de ciencia relativista, pues el fracaso de éste en mostrar la inamovilidad del éter obligó a las ciencias a modificar sus principios fundamentales. Así nació la ciencia relativista (p.59). Que una experiencia de Alquimia no tenga éxito, se concluye simplemente que no se ha puesto en la experiencia la materia adecuada, los gérmenes requeridos, o también que aún no han llegado los tiempos de la producción. (p.59)
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Todos los símbolos de la experiencia objetiva se traducen inmediatamente en símbolos de la cultura subjetiva. (p.61) Hallar el objeto es verdadera- mente hallar el sujeto: es encontrarse en el momento de un renacimiento material. (p.62)
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Es en la intimidad del sujeto, en la experiencia psicológica- mente concreta donde ella encuentra la primera lección mágica. Comprender de pronto que la naturaleza obra mágicamente, es aplicar al mundo la experiencia íntima. Hay que pasar por intermedio de la magia espiritual, donde el ser íntimo prueba su propia ascensión, para comprender la valorización activa de las sustancias primitivamente impuras y contaminadas. (p.63) Esta magia no es taumaturgia. La letra no domina al espíritu. Hay que adherir con el corazón, no con los labios. (p.63)
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Toda valorización en el orden del conocimiento objetivo debe dar lugar a un psicoanálisis. (p.64) Esta masa totalizada nos permite en efecto comprender bien lo que hay de demasiado concreto, de demasiado intuitivo, de demasiado personal en una men- talidad precientífica. Un educador tendrá pues que pensar siempre en desligar el observador de su objeto, en defender al alumno en contra de la masa de afectividad que se concentra sobre ciertos fenómenos demasiado rápidamente simbolizados y, en cierto sentido, demasiado interesantes. (p.64-65)
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el alumno y el adepto no se presentan de primera intención como espíritus puros. La materia mis- ma no es para ellos una razón suficiente de tranquila obje- tividad. Al espectáculo de los fenómenos más interesantes, más chocantes, el hombre va naturalmente con todos sus deseos, con todas sus pasiones, con toda su alma. No debe pues asombrar que el primer conocimiento objetivo sea un primer error. (p.65)
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Gracias por su atención…
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