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El cántico de hoy, entresacado de dos lugares muy distintos del Apocalipsis, canta el advenimiento del reino de Dios que, aunque tiene que contar.

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4 El cántico de hoy, entresacado de dos lugares muy distintos del Apocalipsis, canta el advenimiento del reino de Dios que, aunque tiene que contar aún con luchas y dificultades, alcanzará finalmente una victoria completa sobre las fuerzas del mal.

5 + Ante este triunfo del Cordero, los ancianos se postran en signo de adoración y proclaman el reino de Cristo, quien, a pesar de su muerte, ha asumido, finalmente, por su resurrección, el gran poder y ha comenzado a reinar. La primera y la segunda estrofa son el himno conclusivo de la descripción del Cordero que, con su muerte y resurrección, fue digno de abrir el libro sellado: el sentido de la historia y, en concreto, el porqué del sufrimiento de los mártires y de los justos. + Con este triunfo, ha llegado el tiempo de juzgar a los muertos, dando el premio a los profetas (santos del antiguo Testamento) y a los santos (mártires cristianos) y a los que temen su nombre (el conjunto de los cristianos), y de castigar a los que arruinaron la tierra (perseguidores de la Iglesia).

6 La tercera y cuarta estrofa son la parte poética de la conocida visión de la mujer que da a luz a un hijo y que, perseguida, escapa al desierto. Es la comunidad cristiana que, a pesar de la persecución, sale victoriosa. Los ángeles cantan este triunfo y a él son asociados los mártires, que no amaron tanto su vida que temieran la muerte. + El reino de Dios, aunque seguro, contará aún con numerosas luchas antes de llegar a su triunfo final. No hay, pues, que descorazonarse, no hay que hacer componendas con estas fuerzas del mal que revestirán formas bien diversas a través de la historia. Ello sería renunciar a la esperanza cristiana y no tener presente las palabras del Señor: «En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: Yo he vencido al mundo» (Jn 16,33).

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8 Gracias te damos, Señor Dios omnipotente, el que eres y el que eras, porque has asumido el gran poder y comenzaste a reinar.

9 Se encolerizaron las gentes, llegó tu cólera, y el tiempo de que sean juzgados los muertos, y de dar el galardón a tus siervos, los profetas, y a los santos y a los que temen tu nombre, y a los pequeños y a los grandes, y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

10 Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

11 Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas.

12 Hay un mundo hostil, empeñado en arruinar a los hombres alejándolos de Dios y enfrentándolos entre ellos mismos. Jesús, el Cordero de Dios, luchó hasta la sangre contra este mundo. Una multitud innumerable de hombres y mujeres, de pequeños y grandes, de hermanos, ha seguido su ejemplo a través de la historia. Jesús y todos ellos, «los suyos», «no amaron tanto su vida que temieran la muerte».

13 He aquí por qué está ya establecido, aunque todavía en una cierta clandestinidad, el Reinado de Dios, y yace derrotado el acusador e inmisericorde Satán. Dios ha comenzado a reinar, y por ello este himno nos invita a la alegría y a la acción de gracias.

14 ORACIÓN Señor, Dios omnipotente, gracias te damos porque has derrotado los poderes de este mundo tenebroso y has comenzado a reinar dando el poder a tu Cristo. Mantén nuestra esperanza en la liberación definitiva, cuando nos darás el galardón junto con tus siervos los profetas, con los santos y con cuantos, desde todos los rincones de la tierra, temen tu nombre. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


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