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Domingo XXIV Tiempo Ordinario Ciclo B PADECER MUCHO
Comentario Evangelio Domingo XXIV. T. O. Ciclo B Septiembre Francisco Cerro Chaves. Obispo de Coria-Cáceres Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: Down By the Sally Gardens Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
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TEXTO BÍBLICO Mc. 8, 27-35 Después Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesárea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» . Ellos le contestaron: «Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Tomando la palabra Pedro le dijo: «Tú eres el Mesías». Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días». Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
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Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
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A veces, pensamos y soñamos un cristianismo sin crisis, facilón, sin “perder la vida” por amor.
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Son esos cristianos que sólo piensan en el triunfo sin pasar por el escándalo y las dificultades de las cruces de la vida.
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La palabra triunfo, éxito, sólo es verdaderamente cristiano cuando en humildad sabemos esperar, porque hemos descubierto que Dios escribe derecho con renglones torcidos.
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No existe triunfo sin cruces ni éxito sin pasar por la siembra dura en fe y confianza.
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Es verdad que cuando llegan los sufrimientos entramos en crisis.
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Jesús le dijo a Pedro que se apartara de Él porque era como Satanás, el mayor enemigo de la cruz. Pedro quiere oponerse a subir a Jerusalén donde le esperaba la pasión, la muerte y la resurrección.
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Hacer siempre la experiencia de “pascua”, del paso de la muerte a la vida, del dolor a la esperanza, del llanto a la alegría, porque sabemos de “quién nos hemos fiado”.
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También, sabemos que para los que confían en Dios todo les sirve para su bien. Hay que lanzarse a confiar, casi sin límites, en el Señor.
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Nos echa siempre para atrás la cruz, las dificultades del camino, el sacrificio, el ser grano de trigo que muere.
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Jesús no se echa atrás. Es el Amor el que le lleva, hasta el final, a no quedarse en la cuneta de los quemados y aburridos.
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Aquellos, como dice el Papa Francisco, que ante las dificultades se convierten en “coleccionistas de injusticias”,
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se pasan la vida diciendo, cuando les visita la crisis, lo mal que se porta Dios con ellos, la Iglesia, el superior, la parroquia, su comunidad, “coleccionan injusticias” contra ellos porque, en el fondo, se sitúan en la parte cómoda de la vida.
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Es la tentación de Pedro, huir de la cruz y mirar a otro lado.
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Aquellos que no hacen nada, pero donde quiera que llegan, lo primero que hacen es abrir una sucursal de la queja.
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Son, continuamente, personas que no han asimilado, como Pedro, eso de “padecer mucho para seguir a Jesús”,
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son los que se han quedado con la parte más cálida del Evangelio, pero les cuesta integrar el invierno crudo y la noche del dolor.
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Cuando la crisis nos visita y cuando quizás sólo podemos “permanecer” en el Amor, sin más consuelo que el Dios de los consuelos y sin otra convicción de que “la verdad padece pero no perece”, como repiten Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
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“Caminar, Señor Contigo y como Tú”.
Cuando el seguimiento de Cristo es dura y pura cruz, sólo nos queda el vivir aquello que decía San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales: “Caminar, Señor Contigo y como Tú”. FIN
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