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«Venimos de Oriente para adorar al Rey»
Ciclo C Epifanía del Señor «Venimos de Oriente para adorar al Rey»
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Reyes que venís por ellas, no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está no tienen luz las estrellas. Mirando sus luces bellas, no sigáis la vuestra ya, Aquí parad, que aquí está quien luz a los cielos da: Dios es el puerto más cierto, y si habéis hallado puerto no busquéis estrellas ya. No busquéis la estrella ahora: que su luz ha oscurecido este Sol recién nacido en esta Virgen Aurora. Ya no hallaréis luz en ellas, el Niño os alumbra ya, Aunque eclipsarse pretende, no reparéis en su llanto, porque nunca llueve tanto como cuando el sol se enciende. Aquellas lágrimas bellas la estrella oscurecen ya, porque donde el sol está no tienen luz las estrellas. Amén.
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Primera Lectura - Isaías 60,1-6 Palabra de Dios
1 ¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! 2 Porque las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti. 3 Las naciones caminarán a tu luz y los reyes, al esplendor de tu aurora. 4 Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos. 5 Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón, porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las naciones llegarán hasta ti. 6 Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y pregonarán las alabanzas del Señor. Palabra de Dios Te alabamos Señor
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«La gloria del Señor amanece sobre ti»
Palestina después de la vuelta del destierro. Dificultades en la vida religiosa y comunitaria. Tardan en cumplirse las antiguas promesas. Cunde el desánimo. De nuevo, como siempre en tales casos, la voz canta la «disposición» de Dios en un poema. Luz sobre Sión, luz en Sión: Sión-Luz. La gloria de Dios -Dios, poder y luz, que se manifiesta- entra en Sión.
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Sión, convertida en Luz, impregnada de la gloria de Dios.
Fuera de ella, las tinieblas, la oscuridad, la muerte. Sión, centro del universo. Todas las miradas se dirigen allí: la luz disipa las tinieblas y la vida ahuyenta la muerte. En Sión, Dios poderoso salvador. La salvación y la luz se expanden a todos los pueblos.
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Lo verán todos los pueblos. Todos los pueblos afluirán a Sión.
Con ellos sus tesoros y sus riquezas. Las gentes vienen a adorar a Dios en Sión. Gran porvenir para Sión. Sión, la grande, la hermosa, debe cantar la promesa del Señor. Todos los pueblos se beneficiaran de la promesa de Dios en Sión. Dios lo ha dispuesto, Dios lo realizará.
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Salmo 71 2.7-8.10-13 1 Oh Dios, concede tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes, 2 para que gobierne a tu pueblo con justicia y a tus pobres con rectitud. 7 Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz, mientras dure la luna; 8 que domine de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra. 10 que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas le paguen tributo. Que los reyes de Arabia y de Saba le traigan regalos; 11 que todos los reyes le rindan homenaje y lo sirvan todas las naciones. 12 Porque él librará al pobre que suplica y al humilde que está desamparado. 13 Tendrá compasión del débil y del pobre, y salvará la vida de los indigentes.
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«Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.»
El rey de Israel es «ungido» de Dios. Dios ha dispuesto cosas maravillosas para el rey de Israel. Dios ha prometido a su pueblo un rey cabal, un rey perfecto: lleno de justicia, socorredor del pobre, defensor del oprimido, señor de las gentes. La súplica urge el cumplimiento de la promesa: «Danos ese rey».
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Su reino está en marcha. Lo cantamos y lo proclamamos.
El estribillo insiste en la disposición de Dios que toca a todas las gentes, subrayemos, pues, el universalismo de la divina disposición. El Cristo de Dios, Jesús de Nazaret, ha venido. Su reino está en marcha. Lo cantamos y lo proclamamos. También lo pedimos y lo suplicamos. Es un deseo, una confesión y todo un plan de acción. Queremos que florezca la justicia y que reine la paz. Hagamos en Cristo la justicia y trabajemos la paz. Lo verán todas las gentes.
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Segunda Lectura Efesios 3, 2-3.5-6
2 Porque seguramente habrán oído hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes. 3 Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo de exponérselo en pocas palabras 5 que no fue manifestado a las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas. 6 Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio. Palabra de Dios Te alabamos Señor
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««Ahora ha sido revelado que también los paganos son coherederos».»
Pablo se encuentra prisionero por el evangelio de Cristo, el apóstol medita y contempla la grandeza de Dios en el «misterio» de Cristo: «Que también los gentiles son coherederos animosos del mismo cuerpo, partícipes de la misma causa en Jesucristo por el Evangelio; a todos va dirigido el mensaje, a todos la promesa, a todos la Bendición de Dios: todos tienen un puesto en el Cuerpo Santo de Cristo, todos encuentran la plenitud de su vida en la vida de Cristo».
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La vida de Pablo ya libre, ya preso, recibe su sentido de esa misión.
Pablo se deleita en el misterio que se le ha confiado predicar. Obra maravillosa: ¡Todos herederos del Reino! Los gentiles, separados hasta ahora del Reino, son constituidos, por el Espíritu en Cristo, herederos y miembros del Reino; son ya Reino. Todo obra de Dios en Cristo.
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Lectura del Santo Evangelio Mateo 2, 1-12
1 Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén 2 y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo». 3 Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. 4 Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. 5 «En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: 6 "Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel"».
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7 Herodes mandó llamar secretamente
a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, 8 los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje». 9 Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente Los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. 10 Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, 11 y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. 12 Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino. Gloria a Ti, Señor Jesús Palabra de Dios
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«Vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron»
Una estrella radiante en una noche oscura. Y la luz se ha precipitado sobre Belén. El pueblo de Israel sigue dormido. No ve. Tan sólo unos extraños se han percatado del fenómeno. Pocos, muy pocos, para tan gran acontecimiento. El cielo les ha advertido de un gran de un gran acontecimiento.
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Los magos, impuros y obscuros paganos, le han encontrado.
Israel, pegado al polvo de tradiciones inconsistentes, se ha quedado ciego. Las palabras del profeta le resultan vacías y vanas. Nadie da un paso a Belén. Los profetas darán testimonio, en el día del juicio, contra él. Jesús recién nacido, «Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron», confiesa amargamente Juan. Los magos, impuros y obscuros paganos, le han encontrado. La estrella que nace se lo ha revelado. La Estrella era también para ellos. Y han venido. El recién nacido, Dios en persona, los ha llamado. La vocación de los gentiles está dentro del Evangelio. Obra magnífica de Dios.
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Gracias Señor por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.
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Creemos firmemente con la fe de la Iglesia
que Santa María, por ser la madre de Cristo-Cabeza, lo es también de cada uno de los miembros de Su Cuerpo místico, que es la Iglesia. Por tanto María, en el orden espiritual, es madre de todos los que por la fe se acercan a Cristo, es Madre nuestra. Hoy como ayer, María sigue ejerciendo su maternidad espiritual sobre todos los que nos acercamos a su Hijo con fe. Como madre nuestra que es, hemos de acudir confiadamente a María. Ella es como aquella Estrella que brilla en la oscuridad de la noche, atrayéndonos y guiándonos al encuentro pleno con su Hijo, el Señor Jesús. Miremos sin cesar esta Estrella, pongámonos en marcha cada día bajo su guía, para que conducidos a la presencia de su Hijo lo adoremos también nosotros, ofreciéndole el don de nuestra propia vida y corazón.
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Servicio Gratuito con Fines Educativos
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