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Publicada porEmilia Sáez Modificado hace 6 años
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DEJARNOS TRANSFORMAR POR JESÚS Lectio divina Domingo XX T. O. Ciclo B.
19 Agosto Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: A. Rieu “Cerca de Ti, Señor Elaboración: Manuel López/Eloísa Díaz-Jara Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
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ORACIÓN INICIAL Gracias, Señor, por la Eucaristía,
por el gran don de Ti mismo. Gracias por esta gran prueba de tu amor que quiero vivir y agradecer durante toda la vida. Quiero pertenecerte siempre. ¡Venga tu Reino a mi corazón! Que nunca me «acostumbre» a recibirte. Santa María, Madre de Dios, Confío en ti, ayúdame a corresponder a tanto amor.
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TEXTO BÍBLICO Jn Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo». Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
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LECTURA ¿Qué dice el Texto?
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El evangelista, hoy, nos hace caer en la cuenta de como nuevamente los oyentes de Jesús se escandalizan porque se presenta “como el Pan vivo bajado del cielo”. El Señor pasa de ser maná a ser cordero y ahora pan.
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Si caemos en la cuenta, estos elementos pertenecen al ámbito de la alimentación y Jesús quiere llamar nuestra atención para que sus seguidores nos alimentemos de Él sino nuestra vida estará vacía, carecerá de sentido.
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“Quien habita en mí, yo habito en él”
“Quien habita en mí, yo habito en él”. Jesús tiene vitalidad y fuerza al hablar, sabe que quienes le sigue tratan de vivir como Él lo hace: meditar su palabra, aprender de su forma de actuar, de su cercanía para con todos, de forma especial con los más desheredados, vivir sabiendo que el centro de nuestra existencia es Dios mismo.
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Es una comunión con su vida, esa vida que entrega por todos los hombres y que en la eucaristía vuelve a entregar como el resucitado. Si el Hijo vive por el Padre que le entrega su vida, nosotros vivimos por Jesús que nos entrega la que ha recibido.
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Es un misterio de donación el que acontece en la realización de la eucaristía. De ahí que sea el sacramento que nos va resucitando día a día porque nuestra meta es tener la vida que Jesús posee ahora como Señor de la vida. Ahí reside la sabiduría del misterio de la eucaristía en la comunidad: ser una donación sin medida.
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La eucaristía es el pilar central de nuestra fe, en ella compartimos la mesa y la fe, nos nutrimos de su Palabra, pero también de su Cuerpo y su Sangre, y gracias a ello “Viviremos para siempre”.
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¿Qué me dice el Señor en el Texto?
meditación ¿Qué me dice el Señor en el Texto?
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Sabiendo que deberá morir en la cruz por nosotros, Jesús se identifica con ese pan partido y compartido, y eso se convierte para Él en «signo» del Sacrificio que le espera. Este proceso tiene su culmen en la Última Cena, donde el pan y el vino se convierten realmente en su Cuerpo y en su Sangre.
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Significa entrar en un dinamismo de amor y convertirse en personas de paz, personas de perdón, de reconciliación, de compartir solidario. Lo mismo que hizo Jesús. Nutrirnos de Él y vivir en Él mediante la Comunión eucarística transforma nuestra vida, la transforma en un don a Dios y a los hermanos. Nutrirnos de ese «Pan de vida» significa entrar en sintonía con el corazón de Cristo, asimilar sus elecciones, sus pensamientos, sus comportamientos.
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Jesús concluye su discurso con estas palabras: «El que come este pan vivirá para siempre». Sí, vivir en comunión real con Jesús en esta tierra, nos hace pasar de la muerte a la vida. El Cielo comienza precisamente en esta comunión con Jesús.
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Jesús se da a nosotros en la Eucaristía, comparte nuestro mismo camino, es más, se hace alimento, el verdadero alimento que sostiene nuestra vida también en los momentos en los que el camino se hace duro, los obstáculos ralentizan nuestros pasos.
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Y en la Eucaristía el Señor nos hace recorrer su camino, el del servicio, el de compartir, el del don, y lo poco que tenemos, lo poco que somos, si se comparte, se convierte en riqueza, porque el poder de Dios, que es el del amor, desciende sobre nuestra pobreza para transformarla.
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Así que, preguntémonos, al adorar a Cristo presente realmente en la Eucaristía: ¿me dejo transformar por Él? ¿Dejo que el Señor, que se da a mí, me guíe para salir cada vez más de mi pequeño recinto, para salir y no tener miedo de dar, de compartir, de amarle a Él y a los demás?
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¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
oración ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
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como granos de una espiga.
SALMO DEL PAN Señor, tú eres la vida dejándote la vida, dejándote comer como granos de una espiga.
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Como el trigo se hace harina, Tú te haces pan de vida.
Tú te acercas a cada hombre y vives escondido entre un poco de pan y vino para ser siempre comido.
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Tú eres, Señor, el pan de vida, presencia de amor ofrecido,
sacrificio, sacramento, pan partido. ¡Cómo están todos los hombres a veces dispersos, a veces enemigos! Tú eres la amistad siempre ofrecida como comida y bebida.
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Gracias, Señor-Eucaristía, por tu silencio elocuente,
por tu latido escondido; gracias por todo y por siempre, Señor, el pan de la vida. Quien te come, tiene vida, que durará para siempre.
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y en ti se encuentra la gente con sus gozos y esperanzas.
Tú eres Eucaristía, y en ti se encuentra la gente con sus gozos y esperanzas. Y tu amor a todos llega aunque sea lentamente. Amén
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¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
contemplación ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
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Contempla a Jesús en la Eucaristía, donde Él se ofrece para la vida del mundo. Y a ti mismo, hambriento y sediento, que busca con frecuencia otros alimentos que no calman el hambre ni la sed.
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Comer la carne de Jesús significaba aceptar a Jesús como el nuevo Cordero Pascual, y que su sangre les hubiera liberado de la esclavitud. Beber la sangre de Jesús significaba asimilar la misma manera de vivir que ha tenido la vida de Jesús. Lo que da vida no es celebrar el maná del pasado, sino comer este nuevo pan que es Jesús, su carne y su sangre. Participando en la Cena Eucarística, asimilando su vida, su entrega, su donación.
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Jesús nos alimenta con su cuerpo y sangre, y también nos hace entrar en unidad con Dios Padre, con quien Él es uno. Cuando comulgamos nos encontrarnos con la persona que más nos ama, con quien sabe todo de nosotros, dispuesto a abrazarnos y hacernos entrar en paz, darnos consuelo y revestirnos de su fuerza. Entonces, con la mejor compañía empezamos una nueva vida, viviendo el misterio de la Común – unión.
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Aunque los que pertenecemos a la Iglesia nos hallemos dispersos por todo el mundo, aunque hablemos diferentes lenguas, tengamos diferentes entornos culturales y seamos ciudadanos de diferentes naciones, "porque el pan es uno, somos muchos en un solo cuerpo, pues todos participamos de este único pan". Este gran sacramento que nos confiere la participación en la vida de Cristo nos une también los unos a los otros, a todos los demás miembros de la Iglesia, a todos los bautizados...
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La Eucaristía recibida con amor y adorada con fervor es escuela de libertad y de caridad para realizar el mandamiento del amor. Jesús nos habla el lenguaje maravilloso del don de sí mismo y del amor hasta el sacrificio de la propia vida. ¿Es un discurso fácil? Bien sabéis que no. Si aprendéis a descubrir a Jesús en la Eucaristía, lo sabréis descubrir también en vuestros hermanos y hermanas, sobre todo en los más pobres.
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El olvido de sí no es fácil; éste aleja del amor posesivo y narcisista para abrir al hombre al gozo del amor que se dona. Esta escuela eucarística de libertad y de caridad enseña a superar las emociones superficiales para radicarse firmemente en lo que es verdadero y bueno; libra del encerrarse en uno mismo y prepara para abrirse a los demás, enseña a pasar de un amor afectivo a un amor efectivo.
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Porque amar no es sólo un sentimiento; es un acto de voluntad que consiste en preferir de manera constante, por encima del propio el bien, el bien de los demás: “Nadie tiene mayor amor, que el que da su vida por sus amigos”.
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acción ¿A qué me comprometo?
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“Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí”. Procura que un ministro de la Eucaristía, lleve la comunión a los enfermos conocidos. Acompáñalo con tu presencia y oración.
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Esfuérzate en participar y vivir activamente la Eucaristía y procura asistir con algún miembro de tu familia o amigos.
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Actualiza el recuerdo y las vivencias de las Eucaristías y qué te dijo Jesús en ellas.
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Descubre y contempla a Jesús Eucaristía en el rostro de los hermanos necesitados.
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Acude a tu Parroquia para adorar, amar y alabar a Jesús en el Santísimo Sacramento e invita algún amigo o miembro de tu comunidad o grupo de fe a que te acompañe.
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Dentro de tus posibilidades sé “pan” para las personas necesitadas ofreciéndoles tu tiempo, tu cercanía, apoyo económico o espiritual…
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Intenta descubrir con mayor profundidad el valor de la Eucaristía, acudiendo después de haber leído las lecturas, participando de forma activa y terminado con una fervorosa acción de gracias, al recibir el alimento que te da la vida eterna. FIN
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