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Ciclo B Domingo XVII del Tiempo Ordinario

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Presentación del tema: "Ciclo B Domingo XVII del Tiempo Ordinario"— Transcripción de la presentación:

1

2 Ciclo B Domingo XVII del Tiempo Ordinario
«Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron»

3 Primera Lectura II Reyes 4,42-44
42 Llegó un hombre de Baal Salisá, trayendo al hombre de Dios pan de los primeros frutos: veinte panes de cebada y grano recién cortado, en una alforja. Eliseo dijo: «Dáselo a la gente para que coman». 43 Pero su servidor respondió: «¿Cómo voy a servir esto a cien personas?». «Dáselo a la gente para que coman, replicó él, porque así habla el Señor: Comerán y sobrará». 44 El servidor se lo sirvió: todos comieron y sobró, conforme a la palabra del Señor. Palabra de Dios Te alabamos Señor

4 «Dice el Señor: “Comerán y sobrará”»
Difícilmente se podrán entender los libros de la Biblia, si no se percata del sentido religioso que los anima. En los Libros de los Reyes uno tras otro van desfilando por sus páginas los monarcas del pueblo de Dios. Su presentación teológica. Por una parte la gran promesa de Dios a David sobre la monarquía y los «ungidos». Por otra, la conducta de los mismos y el juicio de Dios sobre sus obras.

5 Los profetas, hombres de Dios, son la luz entre tanta sombra y espíritu vivificador en un pueblo
que amenaza morirse. Son figuras señeras que evidencian la presencia del Dios de los padres. La voz viva de Dios que amenaza, castiga, anima o consuela según los casos. Descuellan como más famosos Elías y Eliseo. Grandes predicadores y grandes milagreros.

6 El texto elegido pertenece al ciclo de Eliseo
El texto elegido pertenece al ciclo de Eliseo. Eliseo da de comer con veinte panes de cebada y grano reciente a cien hombres. Dios obró por sus manos una maravilla. Dios salió al paso de la necesidad de aquellos hombres con una cantidad a todas luces de por sí insuficiente. Dios bastó con poco una necesidad grande.

7 Salmo 145(144) 10 Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; 11 que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. 15 Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das la comida a su tiempo; 16 abres tu mano y colmas de favores a todos los vivientes. 17 El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones. 18 El Señor está cerca de aquellos que lo invocan, de aquellos que lo invocan de verdad.

8 «Señor, nos sacias de favores»
Podemos colocarlo entre los salmos de alabanza. La mano del Señor se abre, y todos los vivientes acuden a tomar de ella su alimento. En todos piensa el Señor. Es un Señor cariñoso que ha sembrado el mundo de mil criaturas y las mantiene a todas con esplendidez.

9 Por los bienes materiales y sobrenaturales.
El salmo lo canta alborozado. También los hombres son objeto de su providencia. Más aún, son especial objeto de su gobierno. El Señor es justo en sus caminos, bueno, está cerca de los que lo invocan. Israel lo ha constatado y lo canta agradecido. Dios se manifiesta en Cristo más admirable todavía. Dios atiende, en él, nuestras súplicas. Dios está con nosotros y nos favorece con sus bienes. Debemos cantarlo y agradecerlo. Por los bienes materiales y sobrenaturales.

10 Segunda Lectura Efesios 4,1-6
1 Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. 2 Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. 3 Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. 4 Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. 5 Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. 6 Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos. Palabra de Dios Te alabamos Señor

11 «Un solo cuerpo , un Señor, una fe, un bautismo»
Si el hombre quiere llegar a tener una inteligencia, aunque sea elemental, de sí mismo, de sus semejantes y del mundo que le rodea, debe admitir o contar con la presencia activa de un Dios de todo, que lo transciende todo, que lo penetra todo y lo invade todo.

12 Hasta su propio «yo» ha de encontrar un «tu», que venga de lo alto, que lo personalice.
De lo contrario corre el gravísimo peligro de caer en el caos personal y cósmico. Acabaría haciéndose a sí mismo un «dios» y a los otros esclavos, o al revés, de sí mismo un esclavo y de cualquier otro un «dios». Su puesto justo está, como hombre, en una relación esencial a Dios, como Señor supremo, de quien depende y a quien tiende, para encontrarse a sí mismo y con una creación y humanidad de la que es miembro responsable personal. Ese hombre que acierta a verlo con claridad es el hombre religioso.

13 no puede alcanzar, lo alcanza en Cristo.
Pablo lo ha descubierto en Cristo. Cristo es la realización concreta, en virtud y fuerza, de ese destino del hombre según la voluntad de Dios. Lo que el hombre con sus solas fuerzas no puede alcanzar, lo alcanza en Cristo. El hombre nuevo, en Cristo, funda así una sociedad nueva, unas relaciones nuevas. No domina, sirve. No busca el propio provecho, sino el de los demás. No ostenta ni se afana por los puestos más relevantes. Trata de ser comprensivo para entender y perdonar, para salvar lo que queda, para crear el bien. Esa es nuestra vocación cristiana. Es lo más grande que existe.

14 Lectura del Santo Evangelio Juan 6,1-15
1 Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. 2 Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. 3 Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. 4 Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. 5 Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer?». 6 El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan». 8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?».

15 10 Jesús le respondió: «Háganlos sentar».
Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. 11 Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. 12 Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada». 13 Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. 14 Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo». 15 Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña. Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús

16 «Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron»
En la milagrosa multiplicación de unos panes el Señor Jesús se presenta no sólo como un gran profeta, como lo fue Eliseo. El milagro recuerda asimismo el maná, “pan del cielo” con que Dios había alimentado a su pueblo por medio de Moisés, mientras duró su marcha por el desierto. Pero no se presenta tan solo como el nuevo Moisés, sino más aún, como el Mesías-Rey prometido por Dios a su pueblo.

17 de oración y encuentro con Dios.
La multiplicación de panes sería uno de los “signos” que permitiría identificar al Mesías anunciado. El debía venir del desierto y obraría grandes señales y prodigios, inaugurando así su Reino y trayendo consigo una época de sobreabundancia para su pueblo (Zac 1,17). En consecuencia, «al ver la señal milagrosa que había hecho», quisieron proclamarlo rey a la fuerza. Ante este intento, el Señor se retira a la montaña, que en la Escritura siempre aparece como lugar de oración y encuentro con Dios.

18 Si bien Él es el Mesías-Rey prometido por Dios, su misión no es política sino eminentemente espiritual. Realizar el milagro de la multiplicación de los panes y peces tenía diversos sentidos. El primero era evidentemente el sentido material: alimentar a la muchedumbre hambrienta. Un segundo sentido era sin duda presentarse ante el pueblo como el Mesías esperado. Pero además sería el punto de partida para introducir a sus discípulos en una realidad misteriosa: Él era el Pan Vivo bajado del Cielo, un pan que daría la vida eterna a quien comiese de Él (Jn 6,55-57).

19 La multiplicación de aquellos panes era el anticipo y preanuncio de la multiplicación de aquel otro
Pan de Vida que es Él mismo, una multiplicación que Él ha venido realizando interrumpidamente desde la noche de la última Cena y que durará hasta el final de los tiempos. Esta multiplicación se realiza por medio de sus sacerdotes en cada Eucaristía que actualiza lo que el Señor Jesús hizo aquella memorable noche de pascua: «tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: “Este es mi Cuerpo que se da por vosotros; haced esto en memoria mía”» (1Cor 11,23-24).

20 Gracias Señor por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.

21 No porque me alimentas o me das lo que te pido
CREO EN TI, SEÑOR No porque me alimentas o me das lo que te pido sino porque, al creer y esperar en Ti sé que eres Pastor que sale a mi encuentro luz en mis noches amargas y cayado en los caminos por donde avanzo incierto. Porque en la escasez, siempre te das en abundancia y porque, sin pedirte nada, sales a mi encuentro como bien y don inmerecido porque en la Eucaristía me das lo que más necesito y me alimentas con convite de sabor eterno. Y al creer en Ti, siento que soy afortunado que lo pobre se me hace rico y la riqueza se convierte en ruina. CREO EN TI, SEÑOR Cuando al ver tu corazón abierto te despojas de lo que sólo sabes dar: amor para el que te busca y amor para el que reniega de ti amor para el que pasa hambre y amor para el que piensa que está harto amor para el que busca el pan del cielo y amor para el que, por el pan de la tierra, hace tiempo que por el camino lo ha perdido Porque no das sólo tu pan, te das a Ti mismo Porque no te quedas en promesas pues, bien lo sabemos, que te ofreces a Ti mismo Porque, ante la necesidad de cuántos me rodean sé que soy tu mano abierta y tu voz que denuncia tus labios que hablan y tu pan que se reparte Oración: P. Javier Leoz

22 Servicio Gratuito con Fines Educativos
Servicio Gratuito con Fines Educativos


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