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Ciclo B Domingo XIV del Tiempo Ordinario

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Presentación del tema: "Ciclo B Domingo XIV del Tiempo Ordinario"— Transcripción de la presentación:

1

2 Ciclo B Domingo XIV del Tiempo Ordinario
«Se maravillaban de sus enseñanzas, pero no creían en Él»

3 Primera Lectura Ezequiel 2,2-5
2 Cuando me habló, un espíritu entró en mí y me hizo permanecer de pie, y yo escuché al que me hablaba. 3 El me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a un pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mí; ellos y sus padres se han sublevado contra mí hasta el día de hoy. 4 Son hombres obstinados y de corazón endurecido aquellos a los que yo te envío, para que les digas: «Así habla el Señor». 5 Y sea que escuchen o se nieguen a hacerlo –porque son un pueblo rebelde– sabrán que hay un profeta en medio de ellos. Palabra de Dios Te alabamos Señor

4 «Son un pueblo rebelde y sabrán que hubo un profeta en medio de ellos»
Ezequiel, enviado de lo alto para transmitir al pueblo la palabra de Dios, encuentra con frecuencia un auditorio indiferente, cuando no hostil. Más aún, expone con frecuencia no sólo su reputación de hombre sensato y contemporizador, sino también la propia paz y tranquilidad y hasta pone en peligro su vida.

5 El profeta debe seguir anunciando la palabra de Dios.
No debe dejarse intimidar por la actitud hostil o indiferente del pueblo. Al profeta no se le garantiza el éxito. Hay que cumplir la misión apasionadamente. Es misión divina. Tendrán que aguantarle. Dios lo envía para el propio provecho y del pueblo. La voz del profeta no suena en balde; lleva consigo la eficacia de Dios mismo, que salva o condena. Admirable la misión del profeta. Nos obliga a tomar una decisión.

6 Salmo 123(122) 1-2a.2bcd.3-4 1 Levanto mis ojos hacia ti,
que habitas en el cielo. 2 Como los ojos de los servidores están fijos en las manos de su señor, y los ojos de la servidora en las manos de su dueña: así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios, hasta que se apiade de nosotros. 3 ¡Ten piedad, Señor, ten piedad de nosotros, porque estamos hartos de desprecios! 4 Nuestra alma está saturada de la burla de los arrogantes, del desprecio de los orgullosos.

7 «Misericordia, Señor, misericordia»
Las metáforas son sencillas, pero muy expresivas: el poeta se siente frente a Dios como un esclavo sin defensa, esperándolo todo de su señor. Los comentaristas suponen que el salmo es de la época posterior al exilio, quizá de los tiempos de Nehemías.

8 esperando de ellos que subvengan a sus necesidades más elementales,
El salmista — desilusionado de todo auxilio humano — acude directamente al Dios, que habita en los cielos, para que intervenga con su poder en favor de los oprimidos. La expresión “Dios del cielo” es frecuente en los escritos de Esdras y Nehemías, y es de origen persa. Como los esclavos dependen en todo de sus señores y están pendientes de sus órdenes e insinuaciones, esperando de ellos que subvengan a sus necesidades más elementales, así el piadoso lo espera todo de la justicia divina.

9 Segunda Lectura II Corintios 12,7-10
7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere. 8 Tres veces pedí al Señor que me librara, 9 pero él me respondió: «Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad». Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo. 10 Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. Palabra de Dios Te alabamos Señor

10 «Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo»
San Pablo es obligado a presentar a los corintios una justificación detallada de su conducta. Alguien se ha dedicado a difamarlo y a acusarlo injustamente de múltiples defectos. Al parecer, intentan aminorar su autoridad y desautorizar así sus enseñanzas. Pablo se defiende.

11 Pablo puede gloriarse. Ha sido objeto de visiones y revelaciones especiales.
Pero… junto a lo sublime está lo rastrero; al lado de la virtud-fuerza de Dios está la debilidad humana, mezclado con la dulzura de las comunicaciones divinas gusta al hombre lo desabrido de su poquedad. Dios lo ha dispuesto así sabiamente. Para Pablo la disposición de Dios es maravillosa. De este modo puede gloriarse de sus flaquezas; la acción de Dios poderosa brillará con más fuerza. La luz resalta más con un fondo de sombra. Cuando soy débil, soy fuerte

12 Lectura del Santo Evangelio Marcos 6,1-6
1 Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. 2 Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? 3 ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanos no viven aquí entre nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. 4 Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa». 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. 6 Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente. Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús

13 «Se maravillaban de sus enseñanzas, pero no creían en Él»
Finalmente, «al llegar la plenitud de los tiempos» (Gál 4,4), Dios envió a su propio Hijo para hablar a su Pueblo por medio de Él (Heb 1,2). El Señor Jesús, el Hijo de Dios, es la Palabra misma del Padre, el Verbo divino, Dios mismo que por obra del Espíritu Santo se encarnó de María Virgen para hablarle a su criatura humana en un lenguaje humano. Mas también el Hijo enviado por el Padre se encontró con la dureza de corazón de su Pueblo, sufriendo el mismo destino de tantos profetas.

14 que certifican que Dios está con Él y actúa a través de sus manos…
Así sucedió especialmente cuando entró en Nazaret, el pueblo que lo vio crecer, para anunciar también allí su Evangelio como lo venía haciendo en otras ciudades desde el inicio de su ministerio público. Cuando un sábado se puso a enseñar en la sinagoga de Nazaret, los oyentes quedaron admirados de su sabiduría. ¿De dónde había sacado tales enseñanzas? Enseñanza muy superior a la de los fariseos y escribas, enseñanza portadora de una “autoridad” nunca antes vista, más las señales o milagros que certifican que Dios está con Él y actúa a través de sus manos…

15 y razonamientos— no podía tratarse del Mesías.
¿No sería Él el Mesías? Éste era el cuestionamiento que sin duda había despertado el Señor entre sus paisanos. Sin embargo, esa posibilidad se estrella contra la creencia difundida entre los judíos que el origen del Mesías sería misterioso y desconocido: «cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es» La falta de credulidad en Él como Mesías, se debe a que de «éste [sí] sabemos de dónde es». Justamente porque conocían a sus padres y parientes, porque había crecido y vivido entre ellos por treinta años, siendo conocido como el hijo del carpintero y carpintero Él mismo, es que —según sus cálculos y razonamientos— no podía tratarse del Mesías.

16 Allí donde leemos “hermanos” o “hermanas” de Jesús ha de entenderse siempre parientes y familiares que no son hijos del mismo padre y madre. Y es que ni en hebreo ni en arameo existía una palabra específica para designar a los primos u otros parientes. Sencillamente, todos eran igualmente llamados “hermanos”. (Éx 2,11; Lev 10,4; 2Re 24,17; Jer 37,1; 2Sam 2,26; Gén 29,15; Gén 29,13; 28,2; Tob 8,7). La Tradición confirma plenamente que Jesús era hijo único de María, y que por lo tanto al decir “hermanos” hay que entender “parientes” que no son hijos de su madre.

17 Debido a su falta de fe y confianza en Él, el Señor «no pudo hacer allí ningún milagro».
Esta cerrazón y negativa a creer en el Señor se convierte en un obstáculo insalvable para que Dios pueda realizar señales y prodigios en medio de su pueblo. Queda de manifiesto que el Señor, aunque quiera y tenga el poder, no puede actuar allí donde el hombre no se lo permite. La desconfianza en Dios, la incredulidad, son actitudes que esterilizan la eficacia de la Palabra divina, que entorpecen, limitan o cancelan toda acción divina en el corazón y en la vida del ser humano, porque Dios respeta profundamente la libertad de su criatura humana y nunca la avasalla.

18 Gracias Señor por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.

19 Viniste, Señor, y los tuyos no te recibieron
QUIERO SER PROFETA, CONTIGO SEÑOR Viniste, Señor, y los tuyos no te recibieron aún así, dejaste de ser Niño en Belén, y seguiste marcando el rumbo de los hombres hacia Dios: el amor, el servicio, la entrega el perdón, la fraternidad y las buenas obras. Una y otra vez, Señor, existieron corazones obstinados a tu anuncio mentes rebeldes a tu reinado manos que se cerraron ante tu causa pies que decidieron marcharse por otros caminos. Pero Tú, Señor, a pesar de todo eso mantuviste tu Palabra y tu mensaje: “no he venido por mi propia cuenta”. Unos, percatándose de ello, se abrieron en cuerpo y alma. Otros, a pesar de decenas de milagros, de curaciones, prodigios y resurrecciones de palabras pronunciadas con autoridad divina optaron por mirar hacia otra parte. Dinos entonces, Jesús, cual es el secreto para ser profeta sin tener miedo al qué dirán o sin temor a ser crucificado. Dinos entonces, Señor, como mantenernos despiertos en un mundo que pretende dormirnos. Dinos entonces, Cristo, como seguir anunciando tú nombre sin riesgo a sentirnos perdidos o rechazados. Dinos entonces, Tú el más grande de los Profetas, cómo llevar la esperanza, la paz el nombre de Dios, la fuerza del Espíritu a tantas puertas que se cierran como única respuesta. Amén Oración: P. Javier Leoz

20 Servicio Gratuito con Fines Educativos
Servicio Gratuito con Fines Educativos


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