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Publicada porEsther Moya Hernández Modificado hace 6 años
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En este Tercer Trimestre de 2018 estudiaremos el libro de Hechos de los Apóstoles.
Estas lecciones retratan acontecimientos relacionados con la vida cristiana en el período de formación de la iglesia, sus avances misioneros, la elección de líderes, básicamente entre el 31 y 62 d. C. El texto enfatiza la presencia del Espíritu Santo en las acciones y decisiones de la iglesia y su estilo de vida. Destaca la universalidad de la salvación, con la predicación a todos los pueblos y naciones, sin sectarismos. Y para este tiempo del fin, este estudio ilustra enseñanzas e inspira nuestro testimonio, para ser tan amplio y envolvente que ilumine al mundo con el mensaje del llamado divino "Hijo mío, dame tu corazón" (Proverbios 23:36).
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“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo,
y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”
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El libro de Hechos nos recuerda constantemente que el crecimiento espiritual no se produce de forma aislada. Todo lo que se realiza en nuestra vida individual o en la vida colectiva de la iglesia es el resultado del ministerio de Jesús, y es realizado por el poder del Espíritu Santo.
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LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL
“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6) ¿Por qué esta pregunta de los discípulos? La cultura israelí se había transformado básicamente sujeta a opiniones rabínicas, religiosas o políticas, y cuya gran esperanza era un Mesías que los libertase del yugo romano y los recondujera al poder y gloria que disfrutaron bajo los reinados de David y Salomón. Había dos tipos de profecías mesiánicas: Un Mesías cuyo reino sería para siempre (Daniel 2:44,) y un Mesías que se convertiría en el "Cordero de Dios", siendo muerto por los pecados de la humanidad (Isaías 53, Daniel 9:26). Los líderes y el pueblo judío sólo se fijaron en el primer aspecto, despreciando el segundo. Los discípulos de Jesús eran judíos y, por eso, compartían esa visión. De esta forma, en el momento de su ascensión al cielo, sus discípulos aún estaban bajo el desgaste de la decepción y fue necesario que los ángeles los consolaran con el recuerdo de las palabras de Jesús; “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3). PIENSA: ¿Cuál era el problema de los discípulos, y cuál podría se el nuestro?
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LA MISIÓN DE LOS DISCÍPULOS
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). ¿Qué nos revela este versículo en cuanto a la misión de los discípulos ? Discernimos la indicación de que el Espíritu Santo sería derramado de forma colectiva y poderosa, después de la glorificación de Cristo en el Cielo. Entonces, en manifestación visible, audible y con poder, hace que los discípulos del Señor, reunidos y en oración, predicen en muchas lenguas, según el auditorio que disponían. Bajo la iluminación del Espíritu Santo los seguidores de Cristo son informados de que el campo de su misión, diferente de la estrategia anterior, ejecutada bajo el tiempo anterior al nacimiento del Emmanuel, cuando Israel era el centro de atracción y divulgación de las enseñanzas, leyes y estatutos de Yahweh, ahora la misión es llevar a todas las naciones y hasta los confines de la Tierra, el mensaje de esperanza y de salvación, el evangelio. Esta nueva visión es el resultado de la luz que el Espíritu Santo concede a todo seguidor de Cristo que desee testimoniar en todo momento y lugar. PIENSA: ¿Estás dispuesto a recibir el Espíritu Santo para testificar en casa, en tu comunidad y alrededor del mundo, el evangelio eterno?
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VENDRÁ OTRA VEZ ¿Qué podemos destacar de esta declaración?
“…Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:11). ¿Qué podemos destacar de esta declaración? Dos cosas aquí deben ser destacadas. Primero, al dejar a los discípulos en suspenso en cuanto al tiempo en que el reino sería restaurado, la promesa de los ángeles naturalmente llevaría a los discípulos a concluir que, una vez que cumplieran su misión mundial, Jesús volvería. Y no había nada malo en esto (Mateo 24:14). Pero, el punto es que acontecimientos posteriores en Hechos muestran que, con en el Pentecostés, los discípulos pensaron que su misión mundial ya estaba concluida y que Jesús volvería en un breve espacio de tiempo, aún en sus días. Segundo, resulta que como fue visible la ascensión de Jesús, está garantizado que su segunda venida será visible y todo ojo lo verá (Apocalipsis 1:7), no como enseñan algunos que vendrá en forma invisible. Él vendrá en compañía de incontables fuerzas angelicales (2 Tesalonicenses 1:7-10, Mateo 24:30; Judas 14, 2 Pedro 3:10-12). Será un evento grandioso y glorioso como jamás otro ha sido o será contemplado. PIENSA: ¿De qué formas podemos aprender a mantener la realidad y la promesa de la Segunda Venida de Cristo, siempre delante de nosotros?
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PREPARACIÓN PARA EL PENTECOSTÉS
“Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hechos 1:14). ¿Cómo fue la preparación para el derramamiento del Espíritu Santo? A pesar de la comprensión aún incompleta de la misión de Cristo y suya, los discípulos atendieron la orientación dada y retirándose del lugar de la ascensión de Cristo al Cielo, se dirigieron a un cenáculo en Jerusalén, donde reunidos, los once apóstoles, las mujeres que apoyaron Cristo y sus discípulos, María su madre y sus hermanos, y algunos otros seguidores. Allí, perseveraron en oración bajo el liderazgo de Pedro, con la presencia de aproximadamente 120 personas. En ese mismo lugar permanecieron, perseverantes en oración hasta que se cumplió el día de Pentecostés, cuando Dios atendió a la promesa de derramar su Espíritu sobre toda carne, sobre jóvenes y viejos, libres y siervos (Joel 2:28). Aquí hay una importante lección para nosotros. No hay otra forma de recibir el Espíritu Santo, sino por medio de la oración fervorosa. PIENSA: No hay vida cristiana sana sino por medio de la oración. Lo que la respiración es para el cuerpo, la oración es para el alma. Nada puede sustituirla como fuente de poder y vida.
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EL DUODÉCIMO APÓSTOL “Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.” (Hechos 1:26). ¿Cómo fue la elección del apóstol que habría de sustituir a Judas? Para esa elección el apóstol Pedro apuntó como características básicas que fuera una persona que hubiera acompañado a Jesús y los apóstoles en todo momento desde el bautismo del Maestro por Juan el Bautista hasta el momento de Su ascensión en el monte de los Olivos, resucitado y vivo y seguido por ángeles. Igual a los once apóstoles del primer grupo, la misión de Matías fue presentarse como testigo ocular de la vida benéfica y salvífica de Cristo, Su muerte vicaria en la cruz del Calvario, Su resurrección al tercer día y su ascensión al cielo, en majestad, gloria y el honor. Después de esto, los apóstoles no dejaron sustitutos. Nadie que viniera después de ellos podría ser apóstol en el sentido técnico o autoritario como ellos lo fueron. Nadie sobre la Tierra tiene o jamás tuvo la misma prerrogativa que ellos, a excepción de Pablo, que también fue testigo de la resurrección y fue especialmente llamado por Dios para ser apóstol a los gentiles. PIENSA: Si alguien viniera a ti y te preguntara: “¿Cómo puedo saber cuál es la voluntad de Dios para mi vida?”, ¿qué responderías y por qué?
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De la expectativa de un retorno de Israel a la posición de protagonista de la historia, bajo el gobierno de un rey con poder y gloria como David, a la realidad de la casi total destrucción de Jerusalén por los ejércitos romanos; de la predicación de Juan el Bautista que apelaba al pueblo que abandone su ufanía nacional y sus caminos pecaminosos y con arrepentimiento se volvieran al gran YO SOY; de la condenación y muerte de Jesús en la cruz y su resurrección y glorificación en las cortes celestiales a su ascensión, los discípulos caminaron la estrecha y largo camino de cambiar conceptos personales y colectivos, expectativas nacionales, convenciones doctrinales para una visión de luz y verdad dadas por el Espíritu Santo. Descubrieron que su misión sería continuar la misión Redentora de Cristo, llevando al mayor número de personas al Salvador, misión que hoy se atribuye a los que creen en su nombre y obra, y motivo principal de la existencia de la iglesia.
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