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Publicada porGonzalo Carmona Márquez Modificado hace 6 años
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Valle-Inclán: la invención del esperpento
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Cambio artístico en el teatro de la Edad de Plata:
El primer ensayo de superación del teatro realista lo lleva a cabo Jacinto Benavente, con una primera ‘apertura simbolista’. Son de Unamuno los frutos más logrados del teatro simbolista hispánico, con unas piezas que siguen principalmente a Ibsen y Maeterlinck. No obstante, el cambio auténtico se da solo más tarde, en la edad de las primeras vanguardias, con la fórmula valleinclanesca del esperpento. Luces de Bohemia (1920) de Ramón del Valle-Inclán ( ) marca un auténtico hito. La pieza retrata a la bohemia madrileña de principios de siglo, inspirándose sobre todo en la figura de Alejandro Sawa (al que se parece lo suyo el protagonista Max Estrella).
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No es fácil clasificar la producción dramática de Valle-Inclán
No es fácil clasificar la producción dramática de Valle-Inclán. Generalmente se suele dividir su teatro en tres periodos: 1) Un ciclo “modernista”: típico ejemplo es la pieza El Marqués de Bradomín, de 1906, cuyo protagonista es el mismo de las Sonatas: me refiero a las novelas modernistas Sonata de otoño (1902), Sonata de verano (1903), Sonata de primavera (1904) y Sonata de invierno (1905). 2) Un ciclo “mítico”, donde se pinta a un mundo arcaico y fuera del tiempo, como sucede en las Comedias bárbaras –Águila de blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de Plata (1923)– que, por su dificultad a la hora de llevarlas a las tablas, se han incluido entre las novelas de Valle-Inclán.
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3) Fase ‘esperpéntica’. La evolución al esperpento la anticipan algunas comedias farsescas incluidas en Tablado de marionetas para educación de príncipes (1909, 1912, 1920). Luces de bohemia anuncia no solo un giro artístico, sino una nueva forma de ver el mundo: una cosmovisión deformada y paródica que retrata a la perfección la esencia de una realidad igualmente deformada y absurda. Es complicado resumir la fábula de Luces de bohemia, esta pieza que rechaza todos los marcos genéricos tradicionales (tragedia, comedia, drama...) para definirse esperpento. Esperpento, DRAE 1914: 1) Persona rara y ridícula; 2) desatino, absurdo.
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Luces de bohemia La obra representa las últimas horas de vida y de vana peregrinación por un Madrid alucinado (“La acción es un Madrid absurdo, brillante y hambiento”) de un poeta bohemio: Máximo Estrella, quien irónicamente se cambia el nombre en Mala Estrella, personaje que se inspira en la figura del poeta modernista Alejandro Sawa, muerto a la altura de 1909 en Madrid, en la absoluta indigengia, loco y ciego. Postulado: estética deformante aplicada a un objeto deforme para captar su verdad ética.
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Luces de bohemia La realidad, de hecho, está en Luces de Bohemia, donde no faltan las alusiones a los temas más à la page, a las corrientes filosóficas y artísticas o a las modas de principios de siglo, incluso se rememoran algunos acontecimientos históricos (como la Semana trágica de Barcelona de 1909 o los hechos de Montjuich de 1897); además, salen a relucir todos los intereses del autor, como la teosofía y el misticismo, se ridiculiza el regeneracionismo, y se ataca a la vez al modernismo y al incipiente ultraísmo. Pero esta realidad se representa como sustancialmente farsesca.
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Valle-Inclán escribió otros esperpentos, además de Luces de Bohemia: Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926), La hija del capitán (1927). La más clara explicación de la esencia del esperpento se halla dentro de Luces de Bohemia. Max Estrella afirma que su tragedia no es una tragedia; vale decir: que es una tragedia que ya no es tal. La suya es una ‘no tragedia’ porque el personaje es un héroe trágico, en cierto modo, obligado a moverse en una circunstancia ridícula, en una farsa que nunca podrá armonizar con su grandeza ética y artística.
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“Los héroes clásicos han ido a pasaearse en el callejón del gato”, afirma el protagonista, aludiendo al callejón madrileño donde los espejos deformantes restituyen una imagen alterada y ridícula de los transeúntes. La circunstancia absurda y grotesca entonces convierte la tragedia individual en una farsa colectiva, creando una neta oposición entre el héroe y su lugar de acción. Solo de esta forma, sin embargo, se puede intuir la sustancial deformidad de la vida española de comienzos del XX y, más en general, de la edad nihilista moderna. Como afirma Max Estrella: “España es una deformación grotesca de la civilización europea”.
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