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Tema 4. Escritura, libro y lectura en ROMA.

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1 Tema 4. Escritura, libro y lectura en ROMA.
Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

2 Sumario 1. Periodización: historia de la antigua Roma. 2. Origen y evolución de la escritura latina. La adaptación del alfabeto griego en Cumas. Del alfabeto griego al latino. Evolución de la escritura latina (s. VI a.C.-s. VI d.C.): letra capital arcaica, letra capital lapidaria o monumental, letra capital rústica o libraria, capital paleográfica, letra uncial y semiuncial, mayúsculas y minúsculas. La escritura tironiana. 3. Los materiales escriptóreos: del rollo al códice. El rollo de papiro, los libri lintei, las tabillas de cera, el códice y el cristianismo. La escritura “punctata” y la escritura continua. La liberación de una mano: la aparición de notas al texto. 4. Aprendizaje de la escritura y la lectura. 5. La expansión de la lectura en el Imperio La lectura en voz alta y la lectura silenciosa 5.2. La influencia cultural de Grecia en Roma. La biblioteca griega como botín de guerra La edicion romana. La globalización del imperio Los derechos de autor y el lanzamiento de libros Las tabernae librariae y los talleres de copia. La esticometría Las bibliotecas privadas y públicas El Otium La escisión del público lector: docti / indocti Los círculos de la alta cultura. El hombre de letras y el mecenazgo. El “novus liber” al gusto helenizante El declive de la oratoria La literatura popular. La subliteratura. 6. Bibliografía citada. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

3 1. Historia de la Roma antigua - periodización
Unificación de distintas tribus latinas, sabinas y etruscas en torno a Roma Quadrata – s. VIII a.C. Monarquía electiva – s. VIII a.C. – s. VI a.C. (hasta 509 a.C.) República romana – s. VI a.C.-s. I a.C. Imperio romano – s. I a.C. (Octavio Augusto) hasta s. IV d.C. (Constantino I el Grande erige como capital Constantinopla en 330 d.C.) [Documental sobre Augusto: División del imperio romano: Imperio romano de occidente: 395 d.C. – 476 d.C. Imperio romano de oriente: Imperio bizantino: 395 d.C. – 1453 d.C. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

4 Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso 2017-2018

5 2. Origen de la escritura romana: la adaptación del alfabeto griego en Cumas
Se cree generalizadamente que el origen del alfabeto latino está en la variante occidental del alfabeto griego usado en Cumas, una colonia griega del sur de Italia (Magna Grecia). En el siglo VII a.C. los latinos adoptaron una variante de este alfabeto, a través de los etruscos, para transcribir su idioma, al igual que hicieron otros pueblos itálicos de la época. Del Alfabeto de Cumas derivó el alfabeto etrusco, y los latinos finalmente adoptaron 21 de las 26 letras etruscas. Alfabeto de Cumas: Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

6 Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso 2017-2018

7 Sibila de Cumas, Capilla Sixtina, Miguel Ángel Buonarrotti
Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

8 Reproducción de la tablilla marsiliana con el alfabeto etrusco, que se leía de dcha. a izq.
Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

9 Del alfabeto griego al latino
Los latinos finalmente adoptaron 21 de las 26 letras etruscas: a, b, c, d, e, f, z, h, i, k, l, m, n, o, p. q, r, s, t, v, x. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

10 No abundan los restos escritos anteriores al siglo I a. C
No abundan los restos escritos anteriores al siglo I a.C., quizá porque la sociedad romana, eminentemente rural y pobre, no daba importancia a la escritura. Las más antiguas inscripciones están grabadas en materiales duros: un cipo* de piedra negra aparecido en el foro, una fíbula* de oro encontrada en Preneste, al norte de Roma, y un vaso hallado en el Quirinal, que corresponden al siglo VI y finales del VII a.C. ________________________ cipo Del lat. cippus. m. Pilastra o trozo de columna erigido en memoria de alguna persona difunta. fíbula Del lat. fibŭla. 1. f. Especie de hebilla o broche que se usaba para sujetar las prendas de vestir. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

11 Inscripción arcaica registrada en la fíbula de Preneste
Inscripción arcaica registrada en la fíbula de Preneste. Se calcula que es del siglo VII a. C. y su lectura es la siguiente: "Manius me hizo (para) Numasius." Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

12 Evolución de la escritura latina (S. VI a.C. – s. VI d.C.)
La escritura latina constituye el inicio de la escritura actual del mundo occidental. LA LETRA CAPITAL, MONUMENTAL, LAPIDARIA O CUADRADA La forma de las letras fue durante mucho tiempo la de mayúsculas o capitales. Son de gran tamaño, se escribían con trazos gruesos y finos diferenciados y se usaron principalmente para las inscripciones en piedra y metal, para los libros de lujo y para documentos oficiales de cierta solemnidad. Con alguna frecuencia las palabras aparecen separadas por puntos u otros signos. Este tipo de letra era conocida como monumental, lapidaria o cuadrada. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

13 La letra capital arcaica (s. VI – II a.C.)
Letra epigráfica totalmente mayúscula y de forma cuadrada. Derivada de la etrusca, la letra capital arcaica se encuentra en el origen de la escritura latina. Entre sus letras, redondas, derechas y sentadas, bien trazadas y proporcionadas entre altura y anchura, hay algunas de movimiento incierto, de trazos inclinados y angulosos, que revelan una ejecución más fácil, con tendencia a la cursividad. De ella, hacia el siglo II a.C. surgieron la capital lapidaria y la capital paleográfica. El ejemplo más antiguo que se conoce es el "lapis niger romuli" (La piedra negra de Rómulo). Sus trazos son inciertos, más cursivos. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

14 Capital lapidaria elegante o cuadrada (s. II a.C. – s. II d.C.)
(también denominada monumentalis o quadrata) Abarca desde el siglo II a.C. al siglo II d.C. Toma el nombre de su utilización en las lápidas. Es la que se emplea en las inscripciones de carácter solemne, monumental. Considerada como la más bella, corresponde a la etapa de máxima perfección, coincidente con el reinado del emperador Augusto (27 a.C.-14 d.C.). Es la letra mayúscula de imprenta que guarda relación en su altura con el ancho. Ejemplos se encuentran en los templos o arcos de triunfo. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

15 Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso 2017-2018

16 La letra monumental tuvo una variedad, llamada rústica, cuyos trazos tendían a ser curvos. Con ella se podría escribir con más facilidad y rapidez, y, por ello, resulta menos elaborada. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

17 Capital rústica o libraria (s. I d.C. – s. VI d.C.)
Capital lapidaria rústica, libraria o actuaria: variedad de la capital caligráfica, ejecutada con rapidez y soltura. Sus letras son más altas y estrechas. Surgida en el siglo I o II, llega hasta el V o VI d.C., aunque siguió empleándose durante la Edad Media como forma ornamental para la escritura de títulos. Se utilizó sobre el cobre y sobre todo en el bronce. En esta escritura la parte superior de la F y de la D sobrepasan la línea superior de la caja de renglón, mientras que la Q baja la línea inferior. La A pierde el travesaño del medio. Los poemas de Virgilio se guardan en este tipo de escritura. La M y la N se reemplazan por rayas y puntos. En esta escritura aparecen siglas y abreviaturas, no tienen ligaduras. En la piedra y en el mármol guardan igual semejanza morfológica. La capital rústica fue el estándar para los libros hasta el siglo VI d.C. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

18 Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso 2017-2018

19 Esta cursiva dio lugar a la minúscula cursiva.
Esta letra no servía para la escritura de cada día, sobre todo cuando se generalizó su uso a causa de la abundancia de actos burocráticos. Así, se impuso un tipo llamado cursivo o común clásico, con dos variantes: libraria, para libros, y actuaria, para documentos o actas. Es de menor tamaño, no se diferencian mucho los trazos gruesos de los finos, y llega a suprimir algunos en aras de la rapidez. Esta cursiva dio lugar a la minúscula cursiva. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

20 Capital paleográfica (s. I d.C.-IV d.C.)
Capital paleográfica: abarca desde el s. I d. C. al IV d. C. Esta escritura también se divide en elegante y rústica, cursiva y semicursiva. Esta letra hereda la elegancia de la capital de las inscripciones de carácter solemne, pero su trazado se hace más libre y ligero a causa del cambio de soporte de escritura (los materiales blandos). Las letras son de trazado regular y de proporciones uniformes, con una altura igual para cada una de ellas dentro de la caja del renglón (excepción hecha de la F y la L, que sobresalen por arriba, y la Q, por abajo. Normalmente los trazos horizontales de la E, F, L y T forman ángulo recto. La forma rústica o libraria de esta escritura está ejecutada con mayor rapidez y soltura y presenta ciertas peculiaridades en relación con la elegante, como cortedad de los palos o astas horizontales, que cortan oblicuamente a las verticales; en la A suele faltar el asta transversal. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

21 Una variante de este tipo de letra es la capital paleográfica cursiva, escritura usada entre los siglos I a.C. y III d.C. que aparece en tablillas de cera egipcias, pompeyanas y de la Dacia, en los grafitos paganos y cristianos y en las inscripciones cristianas, y que se distingue escasamente de la capital paleográfica, pero que apunta ya hacia la uncial, la minúscula cursiva y la semiuncial. Los instrumentos pequeños trazaban con dificultad los signos redondos, en consecuencia, el trazo es anguloso. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

22 La letra uncial (s. III d.C. – VIII d.C.)
La escritura uncial es una escritura libraria o rústica derivada de la letra capital paleográfica cursiva. Además del redondeamiento de las letras, las abreviaturas son muy raras y es de fácil lectura. Las Unciales se distinguen de sus antecesoras por la prolongación de las letras fuera de la caja de renglón. Estas letras sin embargo, eran muy lentas en su trazado, siendo más conveniente la cursiva, que dio lugar a la Semi-Uncial. La palabra “uncial”, que se deriva de la latina unciam y significa “onza”, porque, al parecer, las líneas tenían doce letras y cada letra ocupaba la duodécima parte de la línea. El tamaño de la letra uncial venía a ser de unos 25 mm., aunque con el tiempo fue perdiendo esa altura en casi todas sus letras. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

23 Trazado del alfabeto uncial:
La letra uncial se usaba para libros de lujo. El alfabeto uncial de los siglos IV y V constaba de tres grupos de letras, que son las típicamente unciales (A, D, E, M), las minúsculas (como h, l, q) y las capitales (las restantes). Trazado del alfabeto uncial: Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

24 La escritura semiuncial
La escritura Semiuncial es una escritura romana, redonda y vertical, combinación simplificada de la cursiva romana y de las capitales elegantes, formada por un conjunto de letras unciales minúsculas en el que haya un mínimo de cuatro elementos no unciales (generalmente b, d, m, r, o bien b, g, m, s). También difieren algunas vocales (a, e, u). Se empleó entre los siglos IV y X d.C., aunque su apogeo fue en el s. V. El tamaño de la semiuncial venía a ser la mitad del de la letra uncial, es decir, de unos 12 mm. A veces se combinaban las semiunciales con las unciales (estas, a modo de mayúsculas capitales). Guardan esta escritura el Sulpicio Severo de Verona; el Ambrosisteer cassinense (570); los Fasti Consulares (487) y los Opúsculos de San Agustín, en Corbia. La Semiuncial pasó a ser usada durante la Edad Media en los pueblos anglosajones. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

25 La letra minúscula Apareció a finales del siglo III d.C., en escrituras de este tipo en papiros de la administración imperial romana. Se utiliza en los alfabetos europeos griego, latín, cirílico y armenio. Por ejemplo, la letra de figura y tamaño ”a” es minúscula, y la letra de figura y tamaño ”A” es mayúscula. Originalmente las letras de los alfabetos se escribían en mayúsculas, con espaciado bien definido entre los límites superior e inferior. Cuando se escribe rápidamente a mano (manuscrito, con pluma, lápiz u otro medio tienden a redondearse y a ser mucho más simples, como las unciales. Desde las unciales, las letras minúsculas se desarrollaron por vez primera, así como las minúsculas medio unciales y las cursivas, que ya no quedan ligadas entre dos líneas. Las cursivas a su vez constituyen la base de la escritura minúscula carolingia ―desarrollada por Alcuino para su uso en la corte de Carlomagno―, que rápidamente se extendió por toda Europa. En este continente, por vez primera, llegó a ser común el uso simultáneo de mayúsculas y minúsculas en un texto único. El término minúscula evolucionó después del desarrollo de los tipos móviles, introducidos por Johannes Gutenberg. Las minúsculas contenían las versiones pequeñas de las letras y sus ligaduras, ya que estos caracteres se utilizaban con mayor frecuencia. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

26 Mayúsculas y minúsculas
Capital: mayúscula, trazada entre dos líneas paralelas (caja del renglón). Se llama así, capital o capitular, porque es una letra que aparece al inicio o cabeza (caput, capitis > capitalis) de la obra, de un capítulo o de un párrafo y que tiene un tamaño mayor que las del resto del texto. Minúscula: trazada entre cuatro líneas paralelas (se añadían, a las dos anteriores, otras dos líneas centradas), de manera que unas, como la b, d, subían, y otras, como p, q, bajaban, mientras otras, entre ellas las vocales, se mantenían entre las dos líneas centrales de la caja del renglón (esta minúscula no es el resultado de un cambio gradual de la escritura capital, sino una evolución que comienza a advertirse entre los ss. III y IV d.C.: la minúscula cursiva). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

27 La escritura tironiana
Otra necesidad, la de recoger los discursos pronunciados en el senado, el foro y los comicios, dio lugar al nacimiento de una escritura taquigráfica denominada TIRONIANA, del nombre de Tirón, esclavo y secretario de Cicerón, que tuvo que recoger los discursos de su señor. Es una evolución de la cursiva con los trazos simplificados y la introducción de abreviaturas. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

28 Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso 2017-2018

29 3. Los materiales escriptóreos: del rollo al códice
Liber: corteza de árbol. Telas de lino: libri lintei. Pieles. Desde el siglo III a.C., y sobre todo desde el II a.C., rollo de papiro utilizado por los griegos. Desde s. II a.C., cuando Roma ha conquistado lo que fue Grecia y Egipto, el papiro se importa como material de Egipto pero los rollos se fabrican también en Roma. Distintas calidades. Desde el s. VI a.C., muy populares las tabellae o tabletas. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

30 Liber lintei Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

31 LAS TABLILLAS de cera Las tablillas utilizadas en Roma, a diferencia de las anteriores, eran de madera dura. Se ahuecaban y cubrían de cera (pugillares o ceratis codicilli, sobre la cual se escribía con un estilete (stylus) o con un buril. En algunos casos se cubrían con yeso en lugar de cera. Según Aristófanes, en su comedia Las nubes (423 a.C.), los griegos también usaron estas tablillas de madera. Las tablillas de cera fueron utilizadas como soporte de escritura portátil y reutilizable desde el antigüedad clásica y durante toda la Edad Media e incluso el siglo XIX. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

32 Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso 2017-2018

33 En uno de los bordes de la tablilla se hacían dos agujeros por los que se pasaba un alambre o una cinta para sujetarlas, y se protegían colocándolas entre dos placas. Si se unían dos, el conjunto se llamaba díptico; si se unían tres, tríptico; si más de tres, políptico. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

34 El uso de los dípticos estuvo muy en boga entre los romanos como libritos de notas y como artículos de lujo para aguinaldos. De ellos, los más notables que se conservan son los llamados consulares, que solían dar los cónsules del imperio como aguinaldo a otros personajes y a los amigos a principios de año. Tienen adornada con relieves la parte exterior de las tablitas, figurando de ordinario el retrato del mismo cónsul en actitud de presidir e inaugurar los juegos públicos, arrojando al circo la mappa o pañuelo que lleva en su mano. Todos los dípticos de este tipo que se conservan son de marfil y de estilo bizantino, propios del siglo V y primera mitad del VI, siendo uno de ellos el del cónsul Apión, año 539, que se conserva en la catedral de Oviedo. Hay, no obstante, algunos otros dípticos romanos, más antiguos y sencillos que fueron de uso particular o de magistrados inferiores. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

35 EL CÓDICE El rollo era de lectura incómoda y de consulta difícil.
También se deterioraba fácilmente a causa de la humedad y del sucesivo enrollado y desenrollado en torno al umbílico, así como la incomodidad de guardarlo en las bibliotecas dentro de los scrinia, que ocupaban mucho espacio. A consecuencia de estos inconvenientes, hacia el s. I d.C. empezó a ser sustituido por otra forma de libro: el códice. La transformación fue paulatina, de manera que hasta el s. III d.C. aún tenía preponderancia el rollo, y sólo a partir de esta fecha es poco a poco sustituido por el códice. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

36 El códice o liber quadratus
La palabra códice, que se aplicó en la Antigüedad al tronco de árbol sobre el que se escribía (en latín caudex, por contracción codex), se aplicó después, por extensión, a las tablillas. Cuando empezaron a adoptar el pergamino lo utilizaron con la misma forma de las tablillas, dando lugar a lo que se llamó libro cuadrado (liber quadratus), denominación que crea una diferenciación formal entre el libro en forma de rollo o volumen y el que imita la estructura de las tablillas. Sus hojas aparecen dobladas y agrupadas en forma cuadrada o rectangular, y al conjunto de ellas se le ponían tapas de madera, todo lo cual se parecía más a los dípticos, trípticos y polípticos que a los rollos. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

37 Códice nos ha llegado como sinónimo de manuscrito, pero la sinonimia no es exacta: todos los códices son manuscritos (están escritos a mano), pero no todos los manuscritos son códices (por ejemplo, los rollos). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

38 Hasta el s. V d.C. por lo menos, el códice figuraba en pergamino (códice pergamináceo) y en papiro (códice papiráceo). Por el prestigio que había alcanzado el libro en forma de rollo, en los primeros tiempos el códice se destinaba especialmente a ediciones baratas o menos prestigiadas. El cambio, aunque lento, se imponía por las ventajas del códice sobre el rollo: Era de consulta más fácil tenía mayor capacidad de escritura se transportaba y almacenaba muy cómodamente gracias a su encuadernación con tapas de madera, se conservaba y duraba mucho más. El pergamino permite escribir por las dos caras (opistógrafo), mientas que el papiro sólo por una (anopistógrafo). Los códices pergamináceos tienen las caras de sus hojas dispuestas de manera que coincidan las lisas con las de pelo, pero mientras los griegos preferían iniciarlos con una cara lisa, los romanos se inclinaban por una oscura o de pelo. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

39 El códice y el Cristianismo
El cristianismo tiene un gran protagonismo en la difusión y empleo del códice, aunque no en lo que respecta a su surgimiento, pues el códice existía desde tiempos muy antiguos, fuera en forma de tablillas, cuadernos o libretas.  El Cristianismo surge como tradición oral. Cuando los cristianos se deciden a apostar por la cultura escrita, prefieren el códice al volumen. A partir del siglo II d. C el volumen comienza a ser sustituido lentamente por el códice. Los análisis documentales de G. Cavallo le llevan a la conclusión de que en las prácticas literarias del mundo occidental romano, el códice se habría establecido probablemente a finales del siglo tercero. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

40 Sobre el tema de la elección del códice por parte de los cristianos para difundir su religión se han propuesto diversas hipótesis. Lo cierto es que, por una parte el códice constituía una alternativa al rollo (más vinculado a la élite) mientras que, por otra, era familiar a todas las clases sociales, incluyendo a la media y a la media-baja, más cercanas de las modestas lecturas realizadas en los cuadernos de escuela y libretas de apuntes, en forma de códice. También influyó la voluntad de separarse de la tradición judía, cuyos libros sagrados se transmitían en rollos. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

41 El códice era más manejable y cómodo al lector de la Biblia.
Otras razones de peso eran el aspecto económico y las posibilidades que ofrecía el formato del códice para acumular un número mucho mayor de textos a la vez que ofrecer un sentido unitario a los escritos que se constituirían en el canon de esta nueva religión. El códice era más manejable y cómodo al lector de la Biblia. La paginación  permitía una mejor organización y localización de pasajes concretos. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

42 Con el códice, que dejaba una mano suelta, desocupada, surge la costumbre de escribir en los márgenes del libro. Sus espacios en blanco brindaban la oportunidad al lector para escribir sus notas. En algunos textos coincidían a veces las anotaciones marginales de varias manos. Hay, incluso, testimonios de quienes elaboraban teorías acerca del modo de introducir las notas durante la lectura, como es el caso de Casidoro, a la altura del siglo VI.  Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

43 4. Los pasos del aprendizaje: escritura y lectura
Antes de aprender a leer se aprendía a escribir. De hecho, quienes dejaban la escuela tempranamente podían ser capaces de escribir pero no de leer. Los escolares debían conocer las figuras y los nombres de las letras por orden alfabético, incluso con ayuda de objetos físicos. El maestro grababa en madera las letras, cuyos surcos debían llenar con sus trazos los  discípulos; luego debían hacer los grabados por sí solos.  A continuación se realizaba el mismo procedimiento con las sílabas, las palabras y, finalmente, con frases completas.   Mujer educando a su hijo. Fresco de Pompeya Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

44 Una segunda etapa se dedicaba al aprendizaje de la lectura
Una segunda etapa se dedicaba al aprendizaje de la lectura. Se aprendía a leer sobre todo en el ámbito familiar, a través de maestros o en escuelas públicas. Este aprendizaje podía durar mucho o poco: podía limitarse a aprender a “leer” las mayúsculas, o abarcar intensos estudios  con maestros de retórica y gramática. Escuela romana Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

45  El orden didáctico en este segundo momento era similar al de la escritura: letras, sílabas, palabras y frases. Luego de una lectura lenta se iba ganando en rapidez hasta llegara  la emendata velocitas, a la lectura rápida y sin errores. Se leía en alta voz con la indicación siguiente: los ojos debían adelantarse a la voz y colocarse en la palabra siguiente a la que acababa de pronunciarse. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

46 Lectura en voz alta La modalidad predominante en la Roma Antigua era, al igual que en Grecia, la lectura en alta voz. Comenta Quintiliano en su Institución oratoria  que el adolescente debía conocer el momento justo en que debía contener la respiración, dónde dividir las líneas con una pausa, captar el inicio y clausura de sentido, bajar y subir la voz, la inflexión adecuada para la articulación de cada elemento con la voz, la velocidad, el ímpetu y la dulzura con que debía leerse en cada caso. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

47 Primero el alumno se ejercitaba con Homero y Virgilio, luego venían los líricos, los trágicos y los cómicos. Los alumnos comenzaban por seguir con la vista en silencio la lectura del maestro, y pasaban después a la lectura en voz alta, que dejaría apreciar mejor los errores formales del texto. Era tanta la importancia de la lectura en alta voz  que lo que se escribía tenía que tener en cuenta el estilo de la oralidad, que la condicionaba. La literatura estaba hecha para ser leída en voz alta. En palabras de Quintiliano, citado por G. Cavallo: “Se deberá componer siempre del mismo modo en el que se deberá dar voz al escrito”. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

48 En la antigua Roma existían distintos obstáculos para aprender a leer; uno de ellos era el tipo de escritura, que podía ser caligráfica, cursiva o semicursiva, y adornada con lazos que con frecuencia escondían la forma. Por otra parte, a partir del siglo I d. C. se pone de moda la scriptio continua, en detrimento de los llamados interpunta, puntos que separaban las palabras. Ahora había que ser ducho en la lectura para, por una parte, identificar las letras adornadas, y, por otra, adivinar dónde comenzaba o terminaba una palabra para captar la idea. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

49 5. La expansión de la lectura en el Imperio (desde s. I a. C
5. La expansión de la lectura en el Imperio (desde s. I a.C.): docti/indocti, otium/negotium Se expande la lectura en sintonía con la expansión de la alfabetización. Auge de la lectura: entre siglos I d.C. y III d.C. en el mundo grecorromano. Ej.: Frecuencia de escenas de lectura en los frescos, mosaicos y relieves escultóricos de la época. Público lector: Círculos aristocráticos cultos, dedicados desde siempre al otium. Grupo de gramáticos y retóricos, en ocasiones esclavos y libertos. Nuevo público lector a medio camino entre las élites cultas (docti) y las masas incultas: público medio que incluso rozaba las clases medias-bajas. Indocti. Diversificación librera. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

50 Los graffiti pompeyanos:
Entrada la época imperial (a partir del siglo I d.C.) se constata un mayor nivel de alfabetización y de circulación de la cultura escrita que en el período precedente. Ahora la literatura se difunde tanto  para un público docto, como para otro de “nuevos lectores”, meramente alfabetizado. Se encuentran en esta etapa huellas de escritura de un público alfabetizado (que va desde lo más humilde hasta lo culto) en las paredes y casas de Pompeya: inscripciones obscenas, chistes vulgares, a la vez que versos de autores célebres y composiciones poéticas. Los graffiti pompeyanos: Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

51 En la entrada de la Basílica
Ejemplos de grafitis: En la entrada de la Basílica Vida mía, mi delicia, vamos a retozar un poquito. Imaginemos que este lecho es un campo llano. En la Basílica ¡Salud al que ame; muerte al que no sepa amar! Taberna de Verecundo Restituta, quítate la túnica y muestra tus peludas partes Burdel de Innulus y Papilio Llorad, chicas. Mi pene ha renunciado a vosotras. Ahora perfora el trasero de los hombres. Adiós, maravillosa feminidad Bajo un dibujo de un hombre con nariz grande, en casa de Citharis Amplicatus, Sé que Icaro te sodomiza. Salvio lo escribió. En el vestíbulo de la casa de Cuspio Pansa El oficial de finanzas del emperador Nerón dice que esta comida es veneno. Cf. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

52 Nomina stultorum parietibus haerent
(Los nombres de los tontos se pegan a las paredes) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

53 5.1. La lectura en voz alta y la lectura silenciosa
En los espacios privados coexistían tanto la modalidad de lectura íntima como aquella para la cual se precisaba de un lector, generalmente un esclavo o  liberto. Los ciudadanos ricos solían tener un servicio de lectores, que leían en el marco de fiestas o actividades. También era usual valerse de lectores especializados cuando un autor quería que sus amigos escucharan fragmentos de alguna obra suya. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

54 La lectura silenciosa No faltan ejemplos de la coexistencia entre la modalidad oral y la silenciosa, sobre todo cuando se trataba de mensajes, cartas o documentos, aunque también con textos literarios. Alberto Mangel nos recuerda, en su hermoso libro Una Historia de la lectura, lo que constituye el primer testimonio claro de lectura silenciosa recogida en la literatura occidental. “Anota san Agustín en sus Confesiones que cuando san Ambrosio leía “sus ojos recorrían las páginas y su corazón penetraba el sentido; mas su voz y su lengua descansaban. Muchas veces, estando yo presente, pues el ingreso a nadie estaba vedado ni había costumbre en su casa de anunciar al visitante, así le vi leer en silencio, y jamás de otro modo”.  El hecho de que Agustín anotara este detalle en su libro, “incluida la observación de que nunca leía en voz alta”, argumenta a favor de esta rareza de la que fue testigo el obispo de Hipona.”  (A. Manguel, Una historia de la lectura (1996), Barcelona, Círculo de Lectores, 2001, cap. “Los lectores silenciosos”, pp ). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

55 Como bien apunta G. Cavallo, en las escuelas modernas se aprende a leer en voz alta y se pasa por la lectura en voz baja hasta llegar a ser capaces de leer en silencio. Pero en aquel entonces la lectura silenciosa no representaba ningún paso progresivo con respecto a la oral. Estas tres modalidades coexistían y emergían dependiendo de factores tan diversos como el contexto, el tipo de literatura o el ánimo del lector.  Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

56 5.2. La influencia cultural de Grecia en Roma
Primeros romanos: sociedad agraria, que no cultiva el libro salvo con fines prácticos. Primeras muestras, relacionadas con el derecho (Ley de las doce tablas) y literatura ritual. La afición por las letras le vino a Roma por influencia griega, desde el siglo III a.C. No debió de haber comercio del libro hasta el s. I a.C., cuando Roma se había convertido en una gran ciudad, sus habitantes se comportaban como personas urbanizadas y las riquezas que traían de sus conquistas eran abundantes. A partir del s. I a.C. surge la gran literatura propiamente romana, latina. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

57 5.3. EL DESARROLLO DE LA EDICIÓN DEL LIBRO EN ROMA: LA GLOBALIZACIÓN DEL IMPERIO ROMANO
La edición de un libro se desarrolló en Roma en el siglo i a. C., con la literatura latina influenciada por el helenismo. Esta difusión concierne, especialmente, al círculo literario. Ático fue, por ejemplo, el editor y distribuidor de Cicerón. Pero el comercio del libro fue extendiéndose progresivamente por todo el Imperio romano. El libro se difundió, por tanto, gracias a la extensión del Imperio, que implicó la imposición de la lengua latina en la mayoría de los pueblos (España, África, etc.). Las bibliotecas eran privadas o bien eran creadas por algunos particulares. Julio César quiso crear una biblioteca en Roma. Una biblioteca era, ya por entonces, un instrumento de prestigio político. En el año 377 existían en Roma 28 bibliotecas, así como existían muchas pequeñas bibliotecas en otras ciudades. Pese a esta gran difusión del libro no se tiene una idea exacta de la actividad literaria de la época, dado que millares de libros se perdieron. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

58 Las bibliotecas griegas, botín de guerra
Entre finales III a.C. y principios del I a.C.: nace literatura latina inspirada en modelos griegos. Llegan a Roma bibliotecas griegas completas procedentes de botines de guerra. Los libros griegos importados (rollos de papiro o de pergamino) se convierten en el modelo para el libro latino. Al final de la república aparecen paralelamente la lectura casera, aislada, y la “intimidad”. Las primeras bibliotecas romanas son bibliotecas de conquista organizadas según el modelo helenístico-alejandrino hasta finales de la república. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

59 Luego se instaura un modelo distinto de biblioteca, el modelo romano, que distribuye los libros en dos espacios: la colección griega y la colección latina. Así lo hizo Cicerón. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

60 Cicerón En una de sus cartas Cicerón le escribe a su hermano: “no sé qué hacer por lo que respecta a los libros latinos, tan defectuosas como son las copias en comercio”. Su objetivo era formar una biblioteca latina incluyendo en ella obras admiradas por él en su adolescencia. Como recuerda Guglielmo Cavallo en su artículo “Entre el volumen y el codex”, cuando Lucio Papirio Peto le dona una biblioteca, Cicerón agradece los libros latinos más que los griegos. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

61 5.4. Los derechos de autor y el “lanzamiento” de libros
La propiedad literaria no estaba protegida. Los autores solían presentar sus obras por primera vez leyéndolas (o haciéndolas leer) en público. Un tema interesante a tener en cuenta es el de los “lanzamientos” de libros. Ya en aquel entonces estas presentaciones eran un acontecimiento público que incluía la lectura de fragmentos en alta voz. Sucedían en espacios públicos (theatra, stationes, auditoria) y la duración estaba determinada por el contenido del rollo.  Allí podía encontrarse lo mismo a individuos cultos interesados en el libro que a personas a las que el evento no les interesaba en lo absoluto.   Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

62 5.5. La taberna libraria Los libreros eran a la vez los editores (o distribuidores). Disponían de una tienda (taberna) donde vendían los libros: taberna libraria. Vendían los libros fabricados por ellos o por otros editores. Anunciaban sus existencias en listas (pilae) colocadas en la puerta y en la fachada. Las tabernae librariae estaban situadas en barrios comerciales y en ellas solía haber tertulias sobre las novedades, y, en ocasiones, tenían lugar las recitationes o lecturas públicas, hechas por el autor, especialmente de las novedades poéticas. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

63 La labor del copista en la Antigüedad clásica estaba a cargo de esclavos (servi litterati).
Las copias solían hacerse en el ámbito privado, para uso de patricios acomodados. Pero la expansión del imperio romano dio lugar a un comercio próspero del libro. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

64 Los talleres de copia Las tabernae librariae disponían de un taller donde los escribientes, que normalmente eran esclavos y muchos de ellos, además, griegos, copiaban al dictado de un lector a fin de hacer muchos ejemplares al mismo tiempo con rapidez, rapidez que iba en detrimento de la corrección del texto. Para evitar los errores de copia los buenos talleres tenían correctores. Con todo, los autores y los lectores se quejaban de los ejemplares llenos de faltas. Los correctores, anagnostes en expresión griega, garantizaban su trabajo poniendo legi, emendavi, contuli, relegi o recensui. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

65 Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso 2017-2018

66 Se sabe de algunas librerías en tiempos del Imperio
Se sabe de algunas librerías en tiempos del Imperio. A la entrada del Foro de César, en las pilastras, se colgaban listas de los manuscritos a la venta. También solía haber unas cajas abiertas con algunos extractos de las obras. Además existían personas que no tenían librería y vendían libros en las calles y pórticos. La venta de libros usados era muy normal, y eso llevó a fraudes: metían los volúmenes entre semillas de cereales que les daba un tono amarillento: de esta manera parecían viejos y así aumentaba su precio. Roma siguió con el auge de las librerías hasta el ocaso del mundo antiguo. Las invasiones bárbaras dieron un fuerte mazazo a todas las formas de la cultura, y con ello también desapareció el comercio de los libros. (Caída del Imperio Romano de Occidente, 476 d.C.) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

67 LA ESTICOMETRÍA Los bibliófilos pobres se hacían personalmente las copias a partir de ejemplares de amigos o de bibliotecas públicas. Las bibliotecas públicas y los bibliófilos ricos tenían a su disposición escribientes que sin prisas y con cuidado copiaban los textos. Para calcular el pago de los copistas se sirvieron de la esticometría, o cuenta del número de líneas de cada obra. Cada línea solían contener unas quince sílabas. Es un procedimiento heredado del mundo griego helenístico. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

68 Esticometría: Método usado en la Antigüedad griega y romana para establecer la línea tipo o número tipo de líneas de un rollo o manuscrito, con objeto de computar el trabajo del copista. (J. Martínez de Sousa, Diccionario de bibliología y ciencias afines, Gijón, Trea, 2004) Véase también: Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

69 5.6. Las bibliotecas privadas y públicas
Primero fueron en Roma las bibliotecas privadas, que los generales romanos aprendieron a valorar y a estimar durante sus conquistas en Sicilia, Grecia y en el mundo helenístico. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

70 La “villa de los papiros”, en Herculano
En la villa conocida como de los papiros en Herculano (cerca de Nápoles, Italia) se descubrió a mediados del siglo XVIII la única biblioteca de la Antigüedad clásica que conocemos, preservada hasta nuestros días por la erupción del Vesubio en el año 79. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

71 Retrato de Julio César por Peter Paul Rubens
 La idea de la primera biblioteca pública en Roma se debe a Julio César, que, inspirándose en la biblioteca de Alejandría, quiso dotar a Roma de una semejante. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

72 Gayo Asinio Polión La muerte de César en 44 a.C. aplaza la materialización de su proyecto. La idea  arraiga en sus sucesores y ya en 39 a.C.  Gayo Asinio Polión funda la primera biblioteca pública romana, en el Atrium Liberatis. Luego el emperador Octavio Augusto funda dos más: una al lado del templo de Apolo de Palatino y la otra en el Campo de Marte. Augusto nombró director de una de estas grandes bibliotecas públicas a un liberto suyo, el español C. Julio Higinio.  Con todo, las bibliotecas privadas fueron, en comparación, más importantes que las públicas en el mundo romano. Los patricios ricos solían tener dos bibliotecas: una en su casa de la ciudad, y otra en su finca campestre. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

73 5.7. El OTIUM http://es.wikipedia.org/wiki/Otium
Bibliotecas al estilo de Catón, Cicerón y su hermano Quinto: concepto de descanso señorial, OTIUM en medio de una villa con bibliotecas, pórticos, salas de recreo, pinacotecas, jardines y diversos ambientes para evocar con su nombre instituciones helenísticas como la academia, gymnasium, lyceum, palaestra. Bibliotecas privadas abiertas a la consulta externa, pero de una “casta cerrada”. En época de Cicerón ( a.C.) y Catulo (87-57 a.C.) se dio ya una expansión del negocio librero y una subdivisión de públicos: Volumina de pessimi poetae destinados a un público menos selecto. Maneras de leer por voluptas, no por utilitas (o sea, por placer, no por utilitarismo). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

74 5.8. La escisión del público lector: Docti / Indocti.
Desde el momento en que aparecen en Roma los escritores propiamente dichos, se formaron lo que hoy llamaríamos “micromedios” literarios. El más antiguo que se conoce en Roma es el círculo de Escipión el Africano ( a.C.), en el seno del cual creció Escipión Emiliano, al lado de Lelio el Sabio. Busto de Escipión el Africano hallado en la villa de los papiros de Herculano. Se conserva en el Museo Nacional Arqueológico de Nápoles (Italia). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

75 Lelio perteneció al Círculo de Escipión, un grupo de amigos, aliados políticos y grecófilos, que se habían unido bajo el liderazgo del rico y bien relacionado Publio Cornelio Escipión Emiliano, heredero del poderoso clan de los Escipión. Emiliano actuó como mecenas de estudiosos, filósofos e historiadores de origen griego. De entre estos destacan el historiado Polibio y el dramaturgo Publio Terencio Africano, de origen modesto (hijo de esclavo). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

76 Helenizados, los miembros de esos grupos gustaban de la correspondencia elegante y erudita y se intercambiaban con agrado, cuando se veían, pequeños poemas, los nugae, como harían los ‘preciosos’ del siglo XVII. Y las mujeres que reinaban allí, como Precia y Lesbia en tiempos de Cicerón y Catulo, favorecían carreras y ayudaban a los autores a aprovecharse de su éxito. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

77 5. 9. los círculos de la alta cultura
5.9. los círculos de la alta cultura. El hombre de letras y el mecenazgo Así surgió el hombre de letras romano, que no fue jamás independiente. La poesía épica gravita alrededor de la historiografía nobiliaria. El teatro es cliente de las grandes familias que encargaban los ludi o juegos. Incluso la poesía elegante y la oda familiar no dejan nunca del todo de ser poemas de encargo (cf. J. M. André, Mécène, essai de biographie spirituelle, Paris, 1967). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

78 Mecenas Después, con el Imperio, los escritores fueron invitados a poner su arte al servicio de la reconstrucción de una ideología romana. En ese momento interviene Mecenas. Cayo Cilnio Mecenas (Gaius Cilnius Maecenas) (circa 70-8 a. C.), noble romano de origen etrusco, confidente y consejero político de Cayo Octavio Turino, más adelante conocido como César Augusto. Fue también un importante impulsor de las artes, protector de jóvenes talentos de la poesía y amigo de destacados autores como Virgilio y Horacio. Su dedicación artística acabó por hacer de su nombre, Mecenas, un sinónimo de aquel que fomenta y patrocina las actividades artísticas desinteresadamente. Busto de Mecenas en un parque de Galway (Irlanda) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

79 Bajo la dirección literaria de Mecenas escribe Horacio sus Odas de inspiración nacional, en las que magnificaba las ideas que apreciaba Augusto, que más tarde se convertiría en emperador. En un ambiente similar, ensalza Virgilio, en las Geórgicas, el retorno a la tierra, el trabajo, la patria, la paz recobrada, y el hombre “predestinado” que la había presidido. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

80 Florecimiento de bibliotecas en Roma, fomentadas por el poder como un intento de control.
Bibliotecas: la de Apolo en el Palatino fundada por Augusto, la Ulpia en el Foro de Trajano… Bibliotecas eruditas, en principio abiertas a cualquier lector pero frecuentadas por público restringido de doctos y literatos de profesión. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

81 Posible existencia de bibliotecas públicas anejas a las termas, con fondos constituidos por libros de entretenimiento. Florecimiento de bibliotecas privadas entre el s. I a.C. y s. I. d.C. Libro y biblioteca son signos de distinción social. Producción librera: -En las casas aristocráticas, utilizada por el círculo de amigos y clientes del propietario. -Tabernae librariae (librerías), dirigidas por empresarios de condición social no elevada, en general libertos. Libreros célebres en época de la Roma imperial: Sosi, Doro, Trifón, Atrecto… Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

82 Desde el siglo I hasta el III d
Desde el siglo I hasta el III d. C se hacen más comunes las escenas sobre lectura en frescos, mosaicos y relieves escultóricos; lo cual hace pensar en una demanda de libros inaudita hasta aquel momento.  Sin embargo, tampoco se han conservado testimonios de este tipo que muestren la vida en el interior de las bibliotecas, que florecían por iniciativa imperial para conservar el patrimonio literario, así como las memorias civiles y religiosas de Roma. Pero cabe pensar que la modalidad típica de lectura, es decir de pie y con gestos marcados   a la par que se leía, era poco probable en este tipo de espacio. Lo que sí se sabe es que se leía fundamentalmente a lo largo de los paseos, lo mismo que dentro de una Basílica o en la sala de un complejo termal. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

83 El novus liber para bibliófilos helenizantes
En el siglo I. a. C. comienza  circular el novus liber, volumen latino inspirado en el modelo griego para satisfacer a los lectores cultos. G. Cavallo  lo describe: “papiro de primera calidad, utilizado por primera vez, una estudiada paginación de lo escrito, formas gráficas cuidadas y elegantes, texto corregido, uso de iniciales distintivas y escrituras particulares para el nombre del autor y el título de la obra al final de cada unidad librera, y, por último, el uso de palillos para envolver el volumen”. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

84 5.10. Declive de la oratoria A lo largo del Imperio los escritores, aunque en algunos casos gozaron de gran popularidad, cada vez tendieron más a dirigirse a los círculos cultivados (docti). El orador deja de estar en el centro de la vida política y los héroes admirados por la multitud son ahora ante todo los del circo y los juegos: tal vez eso explique qué clase de vértigo llevó a Nerón o a Domiciano a mostrarse allí ellos mismos, exactamente igual que algunos políticos modernos se esfuerzan por dar espectáculo en televisión con un pretendido talento como artistas de variedades. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

85 En ese ambiente compuso Tácito (h. 56-117 d. C
En ese ambiente compuso Tácito (h d.C.) su célebre Diálogo de los oradores, en que denunciaba, no sin precauciones, el declinar de la elocuencia cuando “las deliberaciones gubernamentales corresponden, no a la multitud incompetente, sino a un solo hombre, el más sabio de todos”. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

86 Las relaciones entre el orador y su público eran impuras, pues el arte del orador estaba destinado a proporcionarle a éste artimañas que le permitían dominar a la gente; así, el reinado de la elocuencia había desarrollado las pasiones incontroladas. Al final, las relaciones entre Nerón y Séneca le hacían pesimista a éste en cuanto a las posibilidades que tenía el Sabio de dirigir al Príncipe. El público de los hombres de letras tiende a circunscribirse a los doctissimi, el estilo se hace erudito. Se acentúa en la sociedad romana una especie de divorcio entre la élite y el resto de la población. Séneca (4 a.C. – 65 d.C.) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

87 La evolución del Imperio y los progresos del derecho explican que se recurriera entonces cada vez en mayor medida a juristas de formación, que en absoluto ignoraban la retórica. El Estado del Bajo Imperio reposó sobre una doble base: el ejército y una burocracia cada vez más tentacular. Así se multiplicaron, sobre todo en Oriente, ciertas escuelas que recibían una muchedumbre de estudiantes y constituían viveros de funcionarios. Y la autoridad de los profesores nunca fue tan respetada como en esta época, en que la cultura antigua parecía hundirse en la barbarie. Los últimos emperadores, que fueron soldados de fortuna, hicieron llamar a poetas y retóricos para educar a sus hijos . Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

88 Así sobrevivió hasta el final el culto a la retórica, al discurso y a las letras, que los senadores, que habían sido antiguamente sus promotores, continuaban practicando cuando abandonan en el siglo III las ciudades para refugiarse en sus posesiones, y que los cristianos igualmente respetaron. Quedan muchos aspectos por investigar. Por ejemplo, la divulgación de las prácticas de estenografía, características de la escritura de esa época. El sistema cultural basado en la técnica del arte oratorio que habían creado las élites senatoriales de la República sólo desapareció con el Imperio, y no sin dejar descendencia. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

89 5.11. La literatura popular La nueva literatura de consumo o de entretenimiento emergente, objeto del nuevo lector ya no podía ser clasificada según los criterios taxonómicos tradicionales. G. Cavallo nos ofrece una interesante relación: “Poesía de evasión, épica en paráfrasis, historia reducida en biografías o concentrada en epítomes, tratados de culinaria y de deportes, opúsculos de juegos y pasatiempos , obras eróticas, horóscopos, textos mágicos o de interpretación de los sueños, pero, sobre todo, una narrativa realizada con situaciones típicas, con estereotipos descriptivos, con psicología esquemática, con un desarrollo del relato basado en la intriga, en el enredo, y en los golpes de escena: todo ello arropando una trama de amor y de aventura”. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

90 Algunos lectores preferían la literatura erótica que Ovidio escribe con la finalidad del entretenimiento, obras en las que el poeta, aprovechando su difusión, introduce indicaciones sobre el lugar que ocupaba un libro entre otros del conjunto de su obra o explica las variaciones de una segunda edición. Otros preferían los obscenos Milesiakà, de Arístides; y todavía otros perseguían afanosamente las guías eróticas con imágenes indecentes como los molles libelli, de Elefantiades, de la cual Tiberio poseía un ejemplar. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

91 Lo curioso es que no puede hacerse una distinción precisa entre la literatura que consumía el lector culto y la que prefería el de cultura media-baja. Las novelas de Petronio con sus pederastas, rufianes y nuevos ricos “de repugnantes costumbres” agradaban tanto a unos como a otros. Mientras los primeros se deleitaban hallando sentidos mucho más profundos al texto, los segundos sencillamente se entretenían. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

92 Versiones simplificadas y (Sub)literatura
Hay que destacar, no obstante, que la paulatina masificación de la lectura traía consigo un deterioro en los estándares de apreciación literaria. Los lectores de poca cultura tenían que conformarse con interpretaciones aproximativas. Pero siempre podían elegir textos de niveles bajos como los Phoinikkà, de Lolliano, o los Rhodiakà de Filippo de Antipoli, considerada como una obra “absolutamente obscena”.   En este sentido, no pueden olvidarse aquellos textos griegos ilustrados encontrados en Egipto, pertenecientes a la primera época imperial, que muestran un interesante trabajo de reducción y adaptación de obras mayores, como es el caso de la poesía homérica. El contenido se recortaba y se simplificaba para hacerlo más “potable” a los lectores de baja cultura. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

93 Hacia la viñeta y el cómic
Al parecer, en los siglos II y III d. C. la imagen tenía un lugar preponderante en la cultura escrita. El texto podía encontrarse incluso reducido a “elementos esenciales” con una función “casi exclusivamente didáctica”. Hablamos de libros donde lo literario  era ínfimo comparado con lo iconográfico, como es el caso de un rollo sobre los trabajos de Hércules.  Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

94 Bibliografía citada André, Jean-Marie, Mécène, essai de biographie spirituelle, Paris, Les Belles Lettres, 1967. Barbier, Frédéric, Historia del libro, Madrid, Alianza, 2005. Bowen, James, Historia de la educación occidental (1ª ed.,1976), Trad. de Juan Estruch, Barcelona, Herder, Tomo I. El mundo antiguo: Oriente Próximo y Mediterráneo (2000 a.C d.C.). Tomo II. La civilización de Europa (siglos VI-XVI). Tomo III. El Occidente Moderno: Europa y el Nuevo Mundo (siglos XVII-XX). Cavallo, Guglielmo, “Entre el volumen y el codex. La lectura en el mundo romano”, en Historia de la lectura en el mundo occidental, Dir. G. Cavallo, Guglielmo y Roger Chartier, Madrid, Taurus, 2001, pp Escolar, Hipólito, Historia universal del libro, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1993. Manguel, Alberto, “Los lectores silenciosos”, Una historia de la lectura, Barcelona, Círculo de Lectores, 2001, pp Martínez de Sousa, José, Diccionario de bibliología y ciencias afines, Gijón, Trea, 2004. Ong, Walter J., Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra (1982), México, FCE, 2013. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso

95 FIN DEL TEMA 4 Actualizado noviembre 2017
Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso


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