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Hoy, 8 de Diciembre, celebramos con gran gozo la fiesta de la Inmaculada Concepción.

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Presentación del tema: "Hoy, 8 de Diciembre, celebramos con gran gozo la fiesta de la Inmaculada Concepción."— Transcripción de la presentación:

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2 Hoy, 8 de Diciembre, celebramos con gran gozo la fiesta de la Inmaculada Concepción.

3 Aún resuenan en nuestros oídos las solemnes palabras del Papa Pío IX
en la Bula “Ineffabilis Deus” del 8 de Diciembre de 1854:

4 “...declaramos, proclamamos y definimos
que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original, en el primer instante de su concepción…”

5 “…por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente,
en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles…”

6 Querida Inmaculada Concepción: Estas palabras fueron la confirmación de un anhelo presente mucho tiempo en la Iglesia y que ha sido y es causa de gran gozo para la comunidad cristiana.

7 Aunque la Biblia no lo menciona explícitamente, se puede deducir que está presente en ella
cuando se la interpreta correctamente a la luz de la Tradición Apostólica.

8 a cuyos pies, estriba la luna. Apocalipsis 12, 1-6
La Biblia, en efecto, habla de una hermosa doncella, vestida y adornada de claro sol, a cuyos pies, estriba la luna. Apocalipsis 12, 1-6

9 Igualmente, las apariciones de la Virgen María en Lourdes y en otros lugares confirman esta misma verdad: una de nuestra raza, la madre del Salvador, fue concebida sin pecado.

10 Ella representa la santidad de la Iglesia, que se realiza plenamente en la Santísima Virgen, en virtud de una gracia singular. Ella es toda esplendor porque no hay en ella mancha alguna de pecado. Lleva el reflejo del esplendor divino, y aparece como signo grandioso de la relación esponsal de Dios con su pueblo.

11 En San Lucas, el ángel Gabriel enviado por Dios
dice a la Santísima Virgen María: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

12 Las palabras en español “Llena de gracia” no hacen justicia al texto griego original “kecharitomene”
que significa una singular abundancia de gracia, un estado sobrenatural del alma en unión con Dios.

13 Al pronunciar su "sí" total al proyecto divino, María es plenamente libre ante Dios. Al mismo tiempo, se siente personalmente responsable ante la humanidad, cuyo futuro está vinculado a su respuesta.

14 Dios pone el destino de todos en las manos de una joven
Dios pone el destino de todos en las manos de una joven. El "sí" de María es la premisa para que se realice el designio que Dios, en su amor, trazó para la salvación del mundo.

15 Ella pronunció su "fiat" con toda la naturaleza humana.
Por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes" .

16 Con Adán y Eva, fuimos expulsados por Dios del paraíso, pero con la concepción purísima de la Virgen esa prohibición se levantó para ella. La Virgen ya pertenece a aquella condición humana creada para vivir en el paraíso con su pureza original. Por tanto, quien hubiera de nacer de ella tendría que ser igualmente puro, ya no habría más propagación del pecado original en su línea descendente.

17 que se cometió en la Tierra, en los principios de la humanidad.
El pecado original fue el pecado de desobediencia, llamado así porque fue el primer pecado que se cometió en la Tierra, en los principios de la humanidad. El pecado original es origen de otros muchos.

18 y para nosotros sus hijos. pero lo heredamos al nacer.
Con este pecado de desobediencia nuestros primeros padres perdieron la gracia para ellos y para nosotros sus hijos. Nosotros no somos responsables del pecado original porque no es pecado personal nuestro; pero lo heredamos al nacer.

19 Cuando Dios creó a Adán y Eva los puso en un sitio maravilloso, llamado El Paraíso o el Edén.
Y hubieran podido estar para siempre en el Paraíso, tener sus hijos allí y hacer una gran familia y llenar la tierra, como Dios les ordenó: Creced y multiplicaos y llenad la tierra (Gn. 1, 22).

20 Ellos podían comer de todos los árboles del jardín, menos de uno.
Si comían de ese árbol, morirían. (Gn. 2, 17) Dios quería enseñarles a obedecerle. Igual que con Adán y Eva, nuestra vida depende de nuestra obediencia a Dios.

21 Si obedecían a Dios estaban demostrando que lo amaban de verdad.
Pero engañados por el mal espíritu y padre de la mentira, demostraron que querían ser como Dios, que querían igualarse a Dios, que querían saber tanto como Dios.

22 Perdieron todos los regalos que Dios les había dado
Perdieron todos los regalos que Dios les había dado. Perdieron: la Gracia (la Vida con Dios y la Vida de Dios en ellos), el Paraíso y todos los demás dones que Dios les había dado.

23 Ahora tendrían que salir del Paraíso, tendrían que enfermarse, envejecer y morir.
Y nosotros, que descendemos de Adán y Eva, heredamos esas debilidades físicas: morimos, enfermamos, envejecemos. Y heredamos también el Pecado Original.

24 Pero Dios no los abandonó, sino que les prometió un Redentor, un Salvador, alguien que vendría para rescatar a todos los seres humanos. Jesucristo es nuestro Salvador y Redentor, porque El nos rescata del poder del demonio y del pecado original.

25 En el Nuevo Testamento, san Pablo declara que, como consecuencia de la culpa de Adán, «todos pecaron» y que «el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación» (Rm 5, ). San Pablo admite una excepción de esa ley universal: Cristo, que «no conoció pecado» (2 Co 5, 21) y así pudo hacer que sobreabundara la gracia «donde abundo el pecado» (Rm 5, 20).

26 con el que establece entre Eva y María
Estas afirmaciones no llevan necesariamente a concluir que María forma parte de la humanidad pecadora. El paralelismo que san Pablo establece entre Adán y Cristo se completa con el que establece entre Eva y María El papel de la mujer, notable en el drama del pecado, lo es también en la redención de la humanidad.

27 San Ireneo presenta a María como la nueva Eva que, con su fe y su obediencia, contrapesa la incredulidad y la desobediencia de Eva. Ese papel en la economía de la salvación exige la ausencia de pecado. Era conveniente que, al igual que Cristo, nuevo Adán, también María, nueva Eva, no conociera el pecado y fuera así más apta para cooperar en la redención.

28 El pecado, que como torrente arrastra a la humanidad, se detiene ante el Redentor y su fiel colaboradora. Con una diferencia sustancial: Cristo es totalmente santo en virtud de la gracia que en su humanidad brota de la persona divina; y María es totalmente santa en virtud de la gracia recibida por los méritos del Salvador.

29 Desde la concepción purísima de la Virgen, aunque en el mundo siga habiendo muerte,
odios, guerras, injusticias, debido a la concupiscencia del pecado original, a la inclinación al mal que nos ha dejado, éste ya no reina en el mundo.

30 Quienes naciéramos de Cristo por el Bautismo, quienes perteneciéramos a la familia de Dios,
descendientes no por la sangre sino por el espíritu, estaríamos igualmente libres del pecado original, se nos perdonaría ese pecado al adquirir la condición de hijos de Dios, es decir, por el Bautismo.

31 e hijos de la Virgen María (nuestra madre).
Por esto, el Bautismo nos hace hijos de Dios y libres del pecado original al mismo tiempo. La concepción de María inaugura, por tanto, una nueva era en la humanidad, la era de la liberación del pecado original; de esa liberación todos participamoscomo hijos de Dios (que nos libera en Cristo) e hijos de la Virgen María (nuestra madre).

32 Pero era necesario que ella y Él superaran la prueba del pecado
Pero era necesario que ella y Él superaran la prueba del pecado. Si sabemos que Cristo (el santo por excelencia) y Eva fueron tentados (Mt 4, 1 y Gn 3, 1), la Virgen hubo de serlo también. Pero ella surgió victoriosa de esa tentación preservándose libre del pecado hasta su tránsito. Si Dios la había preservado del pecado original por pura gracia divina, fue ella la que, por su virtud y con la ayuda de la misma gracia, perseveró hasta el final a diferencia de Eva.

33 Ella lo cumplió en perfección pues fue preservada del pecado original
Eva fue pura y pecó; la Virgen fue pura y perseveró. Eva nos trajo el pecado y la Virgen nos trajo al Salvador y nos mostró el camino de la santidad: perseverar hasta el final. Ella, la primera mujer nueva nos enseña el camino del seguimiento de Cristo a todos nosotros. Ella lo cumplió en perfección pues fue preservada del pecado original y además perseveró en la virtud hasta el final.

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