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Publicada porErnesto Iglesias del Río Modificado hace 6 años
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Y los comienzos de la filosofía cristiana
Agustín De Hipona Y los comienzos de la filosofía cristiana
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Contexto histórico-cultural
A partir del año 30 a.C. Roma se convierte en un Imperio. Los bárbaros invadirán Roma 500 años después (476 d.C.) La filosofía sufre un proceso de eclecticismo y está reservada a una minoría culta. Los ciudadanos de a pie buscan refugio en las religiones mistéricas. El cristianismo encuentra en el ambiente cultural de la Roma imperial el caldo de cultivo adecuado para su expansión y desarrollo. Fechas clave para la consolidación de la religión cristiana en el Imperio son: 313 (Edicto de Milán que permite la libertad religiosa, de Constantino) y (Teodosio impone el cristianismo como religión única. Plotino, neoplatónico, será el gran filósofo de este período e influirá profundamente en la filosofía de San Agustín.
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Aportaciones del cristianismo a la cultura occidental
El cristianismo introduce una nueva visión del mundo que va a dar una nueva orientación a la filosofía. En principio no es más que una teoría de la salvación proveniente de una religión de origen judío. San Pablo es el auténtico fundador de la doctrina cristiana. Presenta a Cristo como el hijo de Dios que se hace hombre por amor al género humano y es crucificado para redimir sus pecados y salvarlo, resucitando después. Tal doctrina es sorprendente y hasta ridícula para el judaísmo y para la filosofía griega. Aporta elementos ajenos a la cultura pagana: un Dios único que es al mismo tiempo Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo- y creador del mundo “ex nihilo”; el concepto de Redención; el hombre es “imago Dei” , posee un alma inmortal y un cuerpo que resucitará al final de los tiempos. El tiempo es líneal, con un principio y un final marcados por la intervención de Dios.
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Europa en tiempos de San Agustín
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San Agustín: filosofía y biografía
Agustín de Hipona nace en Tagaste (354), en lo que hoy sería Argelia. Hijo de padre pagano y madre cristiana (Santa Mónica) vive desde niño el enfrentamiento entre las dos culturas. Tras la lectura del diálogo perdido de Cicerón “Hortensius”, abandona una vida disoluta e inconsciente y se lanza en busca de la sabiduría. Primero se hizo seguidor del maniqueísmo, después del escepticismo, hasta que descubrió, en la lectura de Plotino, el concepto de realidad inmaterial. Tras una crisis espiritual se convierte en el año 387,aceptando desde ese momento solamente de la filosofía clásica aquellas ideas en las que encuentra afinidad con la filosofía cristiana. Nombrado obispo de Hipona, dedicará toda su energía a escribir obras para combatir a los enemigos de la fe y las herejías. Muere en 430, mientras su ciudad es asediada por los vándalos.
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Principales obras Confesiones (400)
Reflexión autobiográfica en la que reconstruye toda su evolución intelectual y moral Tratado sobre la Trinidad ( ) Defensa de la doctrina trinitaria La ciudad de Dios ( ) Defensa del cristianismo, acusado de ser el causante de la decadencia del Imperio Romano.
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Principales temas de su filosofía
La búsqueda Interior La razón y la fe Dios y la creación del mundo El hombre Las dos ciudades
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I. La búsqueda interior El pensamiento que busca la verdad ha de comenzar con la evidencia de sí mismo. Es así como se puede superar la duda de los escépticos: “Si me engaño existo. El que no existe no puede engañarse, y por eso sí me engaño existo. Luego si existo, si me engaño, ¿cómo me engaño de que existo, cuando es cierto que existo si me engaño? Aunque me engañe, soy yo el que me engaño, y por tanto, en cuanto conozco que existo no me engaño. Como conozco que existo, así conozco que conozco”. Agustín busca la verdad necesaria, inmutable y eterna, que no alcanzamos por el conocimiento sensible. Hay que seguir buscando de lo exterior (las cosas) a lo interior (el alma). El conocimiento racional hace posible conocer las ideas que están plasmadas en las cosas sensibles. Pero sólo Dios es la verdad. El hombre descubre en su interior mediante la contemplación, ideas o razones eternas, por iluminación divina. El alma trasciende hacia Dios, y éste es a la vez inmanente y trascendente al alma.
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“No quieras derramarte fuera:entra dentro de ti mismo,porque en el hombre interior habita la verdad; y si hallares que tu naturaleza es mudable, trasciéndete a ti mismo; mas no olvides que al remontarte sobre las cimas de tu ser, te elevas sobre tu alma dotada de razón.Encamina pues tus pasos allí donde la luz de la razón se enciende”. ”(Sobre la religión verdadera)
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II. La razón y la fe “Nisi credideretis non intelligetis”: “Si no creéis no llegaréis a comprender”. Hay una primacia de la fe sobre la razón, pero la razón también es necesaria para demostrar que es razonable creer: “Crede ut intelligas intellige ut credas,”: “Cree para comprender, comprende para creer”. La fe ya no es algo irracional. La razón y la filosofía (la palabra humana), aunque limitadas y frágiles, son buenas porque pueden favorecer a la religión: permiten la comprensión intelectual, aunque imperfecta, de verdades religiosas, ayudan a refutar las herejías y a convencer a los que dudan. “Philosophia ancilla theologiaie”: la filosofía es esclava de la teología”.
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III. Dios y la creación del mundo
Según Agustín Dios debe ser inmutable porque las criaturas son mudables. Dios ha creado el mundo por su palabra (Logos) y en un solo instante ha depositado los gérmenes de todos los seres futuros, que aparecerán en el momento querido por Dios. Dios es absolutamente trascendente, no forma parte del mundo que él ha creado, no hay ni materia eterna ni un mundo de Ideas distinto de la mente divina.
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IV. El hombre Para Agustín el alma es inmortal y simple (inmaterial, espiritual). En el alma la memoria, la inteligencia y la voluntad no son tres vidas ni tres mentes, las tres son una sola cosa: una vida, una mente, una esencia (como una imagen de la Trinidad). Respecto al origen del alma tiene dudas y se decanta por el emanantismo neoplatónico: el alma del hijo “aparece como se enciende una antorcha a partir de otra antorcha, de tal manera que ,sin detrimento de un fuego, surge un nuevo fuego”. El hombre posee libre albedrío (liberum arbitrium) pero por el pecado original, no puede dejar de pecar. La auténtica libertad que consiste en hacer el bien no está en manos del hombre, solo se salvan los predestinados que reciben la gracia de Cristo. La memoria posibilita la vida interior y abre el camino de la introspección y de la búsqueda interior: “Soy un enigma para mi mismo. Abismo grande es el hombre“. El amor prima sobre el conocimiento; es el amor - charitas cristiana y eros platónico al mismo tiempo- lo que mueve definitivamente al hombre.
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V. Las dos ciudades El amor permite dividir la humanidad en dos “ciudades”: la ciudad terrena, fruto del amor propio y que busca la gloria de los hombres, y la ciudad celestial, creada por amor a Dios y que tiene por máxima gloria a Dios. Agustín advierte de que solo Dios conoce cuando llegará el Juicio Final, por tanto, las dos ciudades no son Roma y la Iglesia. Este enfrentamiento proviene ya de Caín y Abel y el creyente sabe que finalmente la Ciudad de Dios triunfará.
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Texto PAEG de San Agustín
“Donde no se dé la justicia que consiste en que el sumo Dios impere sobre la sociedad y que así en los hombres de esta sociedad el alma impere sobre el cuerpo y la razón sobre los vicios, de acuerdo con el mandato de Dios, de manera que todo el pueblo viva de la fe, igual que el creyente, que obra por amor a Dios y al prójimo como a sí mismo; donde no hay esta justicia, no hay sociedad fundada en derechos e intereses comunes y, por tanto, no hay pueblo, de acuerdo con la auténtica definición de pueblo, por lo que tampoco habrá política, porque donde no hay pueblo, no puede haber política. (AGUSTÍN DE HIPONA, La ciudad de Dios, XIX, cap. 23)
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Conclusión El pensamiento cristiano aporta- desde su raíz bíblica- una nueva riqueza: los conceptos de creación, trascendencia divina, historicidad lineal, personalidad y libertad, etc. San Agustín, a través de su búsqueda personal incesante, tuvo el mérito de recoger gran parte de la tradición grecorromana. Gracias a su labor de escritor, muchos conceptos y temas de la filosofía griega pudieron ser transmitidos a los siglos siguientes. Se puede decir, sin exagerar, que no hay un solo tema tratado en la Edad Media que no se encuentre ya esbozado al menos en alguna de sus obras.
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