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Publicada porMaría Antonia Acosta Jiménez Modificado hace 6 años
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Domingo XXXII Tiempo Ordinario DONCELLAS
Coment. Evangelio Domingo XXXII T. Ordinario A Noviembre Francisco Cerro Chaves. Obispo de Coria-Cáceres Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: Música Celta Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
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TEXTO BÍBLICO Mt Entonces se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
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Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
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El Señor siempre llega a nuestro corazón y nos toca con su gracia y nos sitúa en los grandes interrogantes y búsquedas de nuestra vida.
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En esta preciosa parábola de las doncellas, de las vírgenes y de las pasotas o estúpidas, por no ser prevenidas, el Señor quiere adentrarnos en la sabiduría del estar preparados, del saber esperar, que decía el Hermano Rafael:
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“Toda la ciencia consiste en saber esperar”.
Aquí nos lo jugamos todo. Perseverancia y paciencia.
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La clave es que el Esposo viene siempre a nuestro encuentro y hay que estar preparados con la lámpara encendida del amor.
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Son diez las que esperan, pero cada una de ellas, divididas en bloques de cinco, lo hacen de manera distinta.
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Son los corazones humanos ante el Dios que está viniendo continuamente a nuestra vida. Él se acerca siempre aunque sea de puntillas y de una manera discreta.
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¡Qué despiste! Esto les va a costar caro.
Las cinco necias olvidan el aceite en las lámparas. ¿Cómo se pueden olvidar del alimento de la lámpara?
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Las sensatas, porque todas son igualmente vírgenes, doncellas, pero con distinto corazón, han guardado el aceite de la espera, de la vigilancia, porque saben que siempre llega de repente.
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claro que el Esposo siempre llega. A veces se hace esperar
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¿Qué ocurre? Que las necias se duermen y cuando llega el Esposo no están preparadas.
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Están a por uvas. Es decir no tienen el corazón puesto en lo que tienen que ponerlo.
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Cuando van a buscar el aceite para sus lámparas, el alimento de su amor, es demasiado tarde y encuentran cerrado el corazón de la intimidad con su Esposo, con Cristo.
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¿En qué han fallado? En que se han dormido en los laureles, en la mediocridad, en no mantener en vela su corazón.
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La moraleja es siempre clara: Así es nuestra vida.
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Estamos entre los que acogen y saben esperar o entre los que dejan para el final todo y cuando llega es demasiado tarde. Se acabó la función.
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La llamada del Señor es clara, con la salvación no se juega.
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Estar preparados no significa estar nerviosos, pero sí significa que lo que debe hacer funcionar nuestra vida es el amor
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y esto nos prepara siempre para el encuentro sabiendo con San Juan de la Cruz que en la tarde de la vida nos examinarán en el amor. FIN
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