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Publicada porLucía Cárdenas Silva Modificado hace 7 años
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LOS INVITADOS A LA FIESTA Lectio divina Domingo XXVIII T. O Ciclo A.
15 Octbre 2017 Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: Colour Purplr. Wav Elaboración y Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
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ORACIÓN INICIAL Sentirse invitado por Jesús es…
Sentirse entusiasmado con Dios y con la gente. Sentirse en la Creación como en casa. Sentir que todo lo de todos es mío y me importa. Saber que todo está por terminar, pero que crece, de dentro a fuera, y llegará. Saber que vendrá: soñar. Saber que hay que construirlo. Y saberlo, sentir… por Jesús, el Hijo en quien conocemos al Padre y a nosotros. José Enrique Ruiz de Galarreta
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TEXTO BÍBLICO Mt Volvió a hablarles Jesús en parábolas, diciendo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados: “Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”. Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”.
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Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».
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lectura ¿Qué dice el Texto?
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Entre los judíos hubo quien entendió, y quien vivió fielmente la espera del Mesías, y que al llegar éste lo reconoció. E igualmente, también entre los cristianos ha habido gente que no ha entendido nada y ha puesto a la Iglesia en la misma situación de torpe decadencia, similar a la de los judíos que hicieron de Israel una casa de maldición. Es justo reconocer todos los claroscuros de la historia.
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Lo que pretende el padre de la parábola es agradar y festejar al hijo en su boda. Por eso, porque el hijo es el criterio y la medida para sentar o no a nuevos invitados, hay que examinar nuestros trajes, es decir, nuestra vida…
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No es el "modelo" el que aquí es determinante, sino si con ese modo de "vestir", es decir, con ese modo de vivir, estamos a la altura de la fiesta del Hijo de Dios, de sus Bodas con la humanidad.
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Y quien nos da la clave en esto es san Pablo: "revestíos, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os ha perdonado, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor que s vínculo de la perfección... y sed agradecidos".
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Este es el traje de fiesta propio del cristiano
Este es el traje de fiesta propio del cristiano. Los que andan ocupados en otras cuestiones secundarias y en otros telares, jamás entenderán esta vestimenta evangélica sin la cual no se puede uno sentar en la Boda del Hijo de Dios.
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¿Qué me dice el Señor en el Texto?
meditación ¿Qué me dice el Señor en el Texto?
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Son muchos los invitados, pero sucede algo sorprendente: ninguno de los escogidos acepta participar en la fiesta, dicen que tienen otras cosas que hacer; es más, algunos muestran indiferencia, extrañeza, incluso fastidio. En el Evangelio de este domingo, Jesús nos habla de la respuesta que se da a la invitación de Dios. La invitación tiene tres características: la gratuidad, la generosidad, la universalidad.
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Algunos invitados maltratan y matan a los siervos que entregan las invitaciones. Pero, no obstante la falta de adhesión de los llamados, el proyecto de Dios no se interrumpe. Ante el rechazo de los primeros invitados Él no se desalienta… y manda a sus siervos a las plazas y a los cruces de caminos a reunir a todos los que encuentren.
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Por encima de todo, habrá una fiesta final
Por encima de todo, habrá una fiesta final. El deseo de Dios es que la sala del banquete se llene de invitados. Por eso, hay que ir a “los cruces de los caminos”, por donde caminan tantas gentes errantes, que viven sin esperanza y sin futuro. La Iglesia ha de seguir anunciando con fe y alegría la invitación de Dios proclamada en el Evangelio de Jesús.
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Ante la invitación del Señor, a veces nos puede pasar -como a los invitados de la boda- el estar ocupados en nuestros asuntos y mostrarnos indiferentes a su llamada. Cuántas veces postergamos, por ejemplo, el acercarnos al Sacramento de la Confesión o el realizar una obra de caridad, ayudando al necesitado o acompañando al que sufre.
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Cuando Dios habla, espera nuestra respuesta
Cuando Dios habla, espera nuestra respuesta. Él quiere contar activamente con nosotros. Su amor espera ser acogido en nuestras vidas y compartido con los demás, especialmente con los que están alejados.
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¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
oración ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
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Hoy, Señor, quiero pedirte perdón
por los momentos en que no acepté tu voluntad. Quiero volverme a tu misericordia, por las veces en que no confié en Ti.
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Me encuentro aquí con el deseo de empezar una vez más
y de aceptar una segunda invitación.
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Deseo extender mi mano para que la tomes
y me lleves caminando junto a Ti hacia el Banquete. Quiero acoger tu voluntad desde mi corazón.
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¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
contemplación ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
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Contempla como Jesús entendió su vida entera como una gran invitación a una fiesta final en nombre de Dios. Por eso, Jesús no impone nada a la fuerza, no presiona a nadie. Anuncia la Buena Noticia de Dios, despierta la confianza en el Padre, enciende en los corazones la esperanza. A todos les ha de llegar su invitación.
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Interioriza como en la parábola de “los invitados a la boda” se habla de diversas reacciones de los invitados. Unos “no quisieron ir”. Otros “no hicieron caso”. Les importan más sus tierras y negocios. Y tú, ¿cómo estás viviendo eso que el Señor quiere de ti?, ¿tus actitudes se corresponden a lo que el Señor quiere? ¿Le dices SÍ al Señor, en todo lo que haces?
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¿Cómo es la invitación de Dios en tu vida. ¿Quién te la anuncia
¿Cómo es la invitación de Dios en tu vida? ¿Quién te la anuncia? ¿La escuchas, la acoges..? Cuida de no estar satisfecho con tu bienestar, atento solo a tus intereses inmediatos y vivir como si ya no necesitaras de Dios.
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Cambiar de vestido-conversión, requiere cambiar de mentalidad, sentir la alegría y la confianza de saberse hijos e hijas del Padre y llevar el estilo de vida, en medio de las alegrías y tristezas, salud o enfermedad, gozos o dificultades, que Jesús nos enseña con su vida.
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¿Cómo acoges y respondes ante “los dramas y las esperanzas de muchos hermanos y hermanas nuestros, excluidos, débiles, rechazados, despreciados, también los que son perseguidos a causa de la fe”?
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Comprueba en tu vida que “Dios es bueno con nosotros, nos ofrece gratuitamente su amistad, nos ofrece gratuitamente su alegría, su salvación, pero muchas veces no acogemos sus dones, ponemos en primer lugar nuestras preocupaciones materiales, nuestros intereses; e incluso cuando el Señor nos llama, muchas veces parece que nos da fastidio”.
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Interioriza el mensaje de esta parábola.
Tal vez sea éste un momento propicio para examinar tus ataduras, los vínculos que te sujetan, las trabas que te encadenan y te impiden responder a la llamada de Jesús.
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Cuestiónate ante el Señor y respóndete, ¿cómo quieres la amistad con Él sin cambiar el traje de tu vida? ¿Cómo ser libre del pasado sin aceptar tu realidad de cada día, tus encuentros y desencuentros con el Señor, con los hermanos, tus demoras en el servicio…?
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¿Cómo proclamar le justicia y luchar contra la violencia si muchas veces tu silencio es aprobación de las mismas?
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acción ¿A qué me comprometo?
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Seguro que en muchas ocasiones te has sentido llamado al gran banquete del Señor. Te invito a renovar tu “ropa interior”. Es hora de hacer una “buena limpieza” (confesión) para sentarte a la gran mesa de la Eucaristía.
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Siéntete invitado por el Señor para salir a los cruces de los caminos y llevar el mensaje en nombre de Jesús, que le invita a participar de su mesa, en la Eucaristía.
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Busca en nombre del Señor a los que cada domingo, se sienten invitados a la Eucaristía, pero los afanes de la vida les impide asistir. Ayúdales a descubrir el auténtico “banquete” de la Eucaristía.
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Quizás conozcas a personas que se sienten solas, porque nadie quiere acompañarles en su “mesa del dolor”, “de la enfermedad”… llévales el amor de Jesús a esa persona que está necesitada de compañía, de consuelo, de amor…
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Analiza qué actitudes te faltan para completar el traje adecuado para el Banquete.
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Transmite con tu vida la acogida, la alegría, la fiesta, la ternura, el amor… de Dios.
FIN
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