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Da frutos buenos 27º Dom. T. O. Ciclo A Me cuidas, Señor,

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Presentación del tema: "Da frutos buenos 27º Dom. T. O. Ciclo A Me cuidas, Señor,"— Transcripción de la presentación:

1 Da frutos buenos 27º Dom. T. O. Ciclo A Me cuidas, Señor,
con cariño y con esmero, y muchas veces ni lo reconozco ni lo aprecio. Me hablas con paciencia en cada momento, y yo ni te escucho ni te atiendo. Me pides compromisos y yo me desentiendo. Me invitas a seguirte y yo me quedo quieto. Me muestras tu amistad y yo no te comprendo. Me guías y acompañas y no te lo agradezco. Me llamas para que me acerque a ti, y yo me quedo lejos. Me ofreces tu perdón y permanezco en silencio. Me empujas a entregarme y entierro mis talentos. Ayúdame, Señor, a descubrir cuánto te debo. Sé que no pierdes la esperanza, ni regateas esfuerzos para que cambie de actitud y vuelva a ti de nuevo para trabajar en tu viña y dar frutos buenos a su tiempo. Perdón, Señor… por las veces que te fallo y no doy los frutos por ti deseados. por mi ingratitud ante tus atenciones, preocupaciones y cuidados. por las actitudes de intolerancia y de rechazo. por dejarme arrastrar por la desconfianza, la desilusión, la amargura y los desengaños. *********************** Ayúdanos, Señor, a cuidar… la acogida y la cercanía en nuestra Iglesia para que todo el que llegue a ella se sienta parte activa. el cariño y la comunicación en nuestras familias, para que crezcan lazos de mayor armonía. la solidaridad y la justicia con los pueblos y países donde más lo necesitan. la unidad y comunión allí donde las divisiones son más grandes y las relaciones están heridas. el diálogo y el respeto como caminos para resolver las diferencias y llegar a decisiones compartidas. la naturaleza y nuestra tierra como casa común don tú habitas. Señor, ayúdame a clarificarme, porque, a veces en mi confusión, quiero aprovecharme de tu bondad y de tu generosidad y de tu amor incondicionales. Sé que debo aclarar si lo que brota en mis entrañas es bondad aparente o egoísmo disimulado; porque estoy desconcertado, Señor, ya que a veces confundo mi mano tendida con un gesto vacío. para que no aborte los planes que has diseñado para mí, para que no obstaculice tu gracia con mis infidelidades, para que no vuelva la espalda a tantos signos de tu presencia, para que no presente mil excusas para no seguir tu Palabra, para que no viva como si tú no existieras... que sea siempre transparente y dócil; que actúe con diligencia y verdad; que sea auténtico, noble, sin trampas... Ayúdame a descubrir que tú, mi Dios, tienes rostro de hermano. Porque la viña es la casa del Señor y el ser humano es, mi Dios, tu mejor jardín. [I.L.] 27º Dom. T. O. Ciclo A Da frutos buenos ¿Qué quieres de mí? Salomé Arricibita CUIDADOS E INGRATITUD. Un canto de amor y de amistad, de enamoramiento y de alianza, de preocupación y de cariño, de fidelidad apasionada. Con la imagen de la viña se nos habla de un Dios que cuida con esmero y da confianza, se encariña con nosotros, bendice y acompaña, acoge y cultiva, defiende y da la fortaleza necesaria… Y, sin embargo, la viña de la ilusión se transforma en un amargo desengaño. Hay un gran contraste entre la atención y dedicación (sin regatear esfuerzos) y la respuesta a ellos: ingratitud y esterilidad. Dios se fía y cantidad de veces nosotros le fallamos. Un amor no correspondido que, sin embargo, no busca el desquite; un amor herido que, a pesar de ello, trata por activa y por pasiva que haya una reacción positiva y se reconozca las gracias recibidas. Puedo dedicar un tiempo a reflexionar y repasar cómo me cuida Dios, cómo me acompaña, me bendice, me protege, me orienta, me fortalece, me corrige... Cómo riega cada día mi vida con su Palabra, cómo fecunda mis esfuerzos y me alimenta con la savia de su Espíritu… Y pienso en cómo es mi respuesta: ¿agradecida o ingrata? ¿Se lleva Dios algún desengaño conmigo? Me hago consciente de los muchos cuidados y atenciones que recibo de tantas personas y cómo respondo de manera agradecida. Traigo a la memoria las decepciones que hay en este momento en mi vida y las que descubro a mi alrededor (a nivel personal, familiar, social, eclesial…) y las pongo ante el Señor. Él no pierde nunca la paciencia y la esperanza, y me invita a que yo haga lo mismo. CONFIADOS EN LAS MANOS DE DIOS. Así me pide San Pablo que viva: una vida puesta en la presencia de Dios, una vida vivida en clave de oración para encontrar la serenidad, el gozo y la paz. Una paz que hará de “guardián” para no dejar entrar la agitación en mi corazón, para no enturbiar mis pensamientos, para que sea árbitro de mis actitudes y comportamientos, para empujarme a crear unión y fraternidad. Y para saber discernir, encontrar, asumir y apoyar lo bueno y valioso, lo positivo y verdadero que hay en todo lo que hay a mi alrededor. Presento confiadamente a Dios lo que hay en lo profundo de mi corazón con “súplica y acción de gracias” FRUTOS ESPERADOS. Dios ha invertido mucho en nosotros y quiere que demos buenos frutos, que desarrollemos lo valioso que llevamos dentro, que hagamos florecer lo que tenemos escondido aunque creamos que sea poco y pequeño. Dios ha puesto a nuestra disposición “la viña” para que la cultivemos, para que no nos quedemos egoístamente con los frutos y los dones, para que no los malgastemos, para que puedan llegar a todos, y todos nos beneficiemos de ellos. Dos modos de utilizar mal los dones de Dios: desaprovecharlos y apropiárnoslos sólo para nuestro provecho. ¿Acojo o rechazo a Dios en mi vida? ¿Integro o excluyo a quien a mí se acerca? ¿Qué frutos espera Dios de mí: en mi vida personal, en mi familia, en mi lugar de estudio o de trabajo, en mi comunidad cristiana, en el lugar donde vivo, en la sociedad….? Nada os agobie, vosotros confiad. Nada os angustie, vosotros esperad. Nada temáis, vosotros orad. Nada os turbe a vosotros la paz. Nada os envanezca, considerad superiores a los demás. Nada os seduzca, sólo Jesús y su amistad. Y no os canséis de dar gracias mientras partís el pan.

2 R/. La viña del Señor es la casa de Israel
Salmo 79, R/. La viña del Señor es la casa de Israel Sacaste una vid de Egipto,  expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste.  Extendió sus sarmientos hasta el mar,  y sus brotes hasta el Gran Río. R/. ¿Por qué has derribado su cerca  para que la saqueen los viandantes,  la pisoteen los jabalíes  y se la coman las alimañas? R/.  Dios de los ejércitos, vuélvete:  mira desde el cielo, fíjate,  ven a visitar tu viña,  la cepa que tu diestra plantó  y que tú hiciste vigorosa. R/.  No nos alejaremos de ti:  danos vida, para que invoquemos tu nombre.  Señor, Dios de los ejércitos,  restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. R/. Lectura del libro de Isaías (5,1-7): Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en fértil collado. La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones. Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña. ¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? ¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones? Pues ahora os diré a vosotros lo que voy a hacer con mi viña: quitar su valla para que sirva de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen. La dejaré arrasada: no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos; prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella. La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos.

3 Lectura de la carta del apóstol
Lectura del santo evangelio según san Mateo (21,33-43): En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero, venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»  Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.»  Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?" Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.» Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (4,6-9): Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.


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