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IMMANUEL KANT (1724 – 1804)
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Datos biográficos El mayor filósofo alemán de todos los tiempos y uno de los que mayor influencia ha tenido en la historia del pensamiento, a la que dio un giro de 180 grados, metafóricamente llamado «revolución copernicana». Nació en Königsberg (Prusia oriental entonces y, en la actualidad, provincia rusa), cuarto hijo de una familia humilde de once hermanos. Kant asiste a la escuela local del Hospital suburbano y, luego, dos años más tarde, ingresa en el Colegio Fridericiano. Franz Albert Schultz, director del colegio y pietista destacado, se encarga de su formación, continuando la educación iniciada por la madre. A los 16 años, Kant ingresa en la Universidad Albertina de Königsberg Entre 1762 y 1764 publica obras que le dan a conocer como filósofo en Alemania
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En 1770, a los 46 años, se convierte en profesor de lógica y metafísica en la universidad de Königsberg. En 1796 Kant, a los 73 años de edad y fatigado ya, abandona la docencia a la que se había dedicado durante cuarenta años, a lo largo de los cuales había tratado en sus lecciones de la mayoría de temas que podían entonces enseñarse: Lógica, metafísica, matemática, geografía física, antropología, pedagogía, filosofía de la historia, filosofía de la religión, moral y filosofía del derecho. En 1799 aparecen ya síntomas de decadencia en Kant y éste abandona la tarea emprendida de revisar toda su obra; le ayuda y ordena sus papeles su discípulo, amigo y biógrafo Wasianski. Kant murió el 12 de febrero de 1804, pronunciando las palabras: Es is gut [está bien]. En la lápida de su tumba se grabaron posteriormente las palabras con que inicia la conclusión de su Crítica de la razón práctica
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«Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes cuanto más reiterada y persistentemente se ocupa de ellas mi reflexión: el cielo estrellado que está sobre mí y la ley moral que hay en mí»
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Principales obras de Kant
Fase precrítica ( ) 1759 Consideraciones sobre el optimismo 1762 El único fundamento posible para una demostración de la existencia de Dios 1763 Ensayo para introducir en la filosofía el concepto de cantidad negativa 1764 Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime Investigaciones sobre la claridad de los principios de la teología y de la moral 1766 Los sueños de un visionario explicados por los sueños de la metafísica 1770 Sobre la forma y los principios del mundo sensible y del inteligible Criticismo ( ) 1781 Crítica de la razón pura 1783 Prolegómenos a toda metafísica futura que pueda presentarse como ciencia 1785 Fundamentación de la metafísica de las costumbres 1786 Principios metafísicos de la ciencia natural ¿Qué significa orientarse en materia de pensamiento? 1788 Crítica de la razón práctica 1790 Crítica del juicio Fase de justificación ( ) 1793 La religión dentro de los límites de la mera razón 1797 Metafísica de las costumbres 1798 Antropología El conflicto de las facultades
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El pensamiento de Kant: el «giro copernicano» en filosofía
El sistema filosófico de Kant recibe el nombre general de «criticismo» o «filosofía crítica» expuesto, sobre todo, en las tres obras fundamentales de la Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio. Los elementos introductorios de este sistema los denomina propiamente filosofía trascendental, entendida como el examen a que hay que someter a la razón humana para indagar las condiciones que hacen posible el conocimiento a priori
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Filosofía Trascendental
La filosofía de Kant constituye un examen crítico, no de los objetos de conocimiento, sino de las capacidades de conocer a priori del sujeto, o de su modo de conocer. Por esta razón, Kant la llama también «sistema de todos los principios de la razón pura», o sistematización y explicación de todos los elementos a priori que hacen posible el conocimiento humano, tanto en lo tocante a la sensibilidad como al entendimiento.
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El conocimiento humano
Para que exista conocimiento, es necesario que se cumplan las tres condiciones siguientes [S es el sujeto, y p cualquier enunciado que el sujeto dice saber] : Condición de verdad: “Si S sabe que p, entonces p verdadero” Condición de creencia: “Si S sabe que p, entonces S cree que p” Condición de justificación: “Si S sabe que p, entonces S tiene razones para creer que p” Dicho de otro modo, «S sabe que p si y sólo si es verdad que p, S cree que p y, además, S está justificado en creer que p». En un lenguaje corriente, para saber algo, es necesario que ello sea verdad, que lo creamos y que tengamos razones para creerlo (y que ninguna de estas razones sea falsa). De forma breve, «conocimiento» es una creencia verdadera justificada. El conocimiento científico puede definirse como una creencia racional justificada
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Kant determina que, para entender la experiencia (conocimiento a posteriori), es necesario tener conocimientos que no provengan de la experiencia (conocimiento a priori): «aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia» (ver texto ). Sólo así puede tener el conocimiento empírico aquellas condiciones que exige el verdadero conocimiento (universalidad y necesidad) y que la sola experiencia no puede otorgar. Esto equivale a un cambio de método y a afirmar que no es el entendimiento el que se deja gobernar por los objetos, sino que son éstos los que se someten a las leyes del conocimiento impuestas por el entendimiento humano: un «giro copernicano», según suele decirse, un cambio de 180 grados, una perspectiva radicalmente nueva.
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La Ética kantiana En la Crítica de la Razón Pura Kant responde a la pregunta “¿qué puedo conocer”. Y en la Crítica de la Razón Práctica responde a la pregunta “¿qué debo hacer?”. No es que haya dos clases de facultades racionales, sino que la misma y única Razón puede tener un uso teórico (=se ocupa de conocer cómo son las cosas) y un uso práctico (=se ocupa de determinar cómo debe ser la conducta humana).
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Kant trata de encontrar algún a priori de la ‘razón práctica’ que nos determine de un
modo universal (=con validez para todos) a obrar bien moralmente. Rechazó todas las éticas anteriores, porque eran heterónomas, materiales y formulaban mandatos o imperativos hipotéticos: Heterónomas: porque derivan las normas y los deberes morales desde campos ajenos (como la religión, las costumbres sociales, la autoridad, etc.) a la propia dimensión racional de las personas. - Materiales: porque una acción es calificada como buena o mala moralmente en función del fin perseguido por ella, sea la felicidad, el placer, lo útil, etc. Por esto mismo, tales éticas no son universales (=válidas para todos), únicamente obligan a aquellos cuyos fines coinciden con el propuesto por la teoría ética. - Formulan imperativos hipotéticos: es decir, las normas morales se expresan en juicios condicionales o hipotéticos, del tipo “Si quieres que te respeten, respeta tú a los demás”. Normas que sólo obligan a quien acepta la condición puesta por ellas, pero no en sí mismas, por su validez racional a priori.
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Kant, en cambio, defendió una ética autónoma, formal y basada en imperativos categóricos (=absolutos, no condicionados): - Autónoma: porque, según la ética kantiana, las normas morales no han de proceder de ninguna instancia ajena a nuestra propia razón, pues sólo de este modo nuestros actos serán auténticamente libres. Formal: porque ninguna acció concreta es buena o mala, sólo la ‘forma’ con que se hace la convierte en buena o mala; y la ‘forma’ de una acción no es sino la intención o voluntad (buena o mala) con que se hace. Por eso, la ética kantiana no formula mandatos o normas que digan qué hay que hacer, sino cómo hemos a priori de actuar siempre, sea cual sea la acción particular que llevemos a cabo: hemos de actuar por deber. - Imperativo categórico: porque una acción sólo es buena cuando se realiza por el puro deber de hacerla, no por las consecuencias que reporte hacerla. La exigencia de obrar moralmente (=por deber, tal es el a priori de la razón) se expresa en un imperativo categórico: “Obra de tal modo que quieras que tu acción se convierta en ley universal (=válida, pues, para toda persona)”. Según Kant, lo único bueno, sin limitación alguna, es una buena voluntad (= una voluntad cuyas acciones siempre y únicamente son hechas por deber, pues tales acciones obligan en conciencia a cualquier ser racional).
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Fin de la presentación
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Immanuel Kant: el conocimiento y la experiencia
No hay duda de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues ¿cómo podría ser despertada a actuar la facultad de conocer sino mediante objetos que afectan a nuestros sentidos y que ora producen por sí mismos representaciones, ora ponen en movimiento la capacidad del entendimiento para comparar estas representaciones para enlazarlas y separarlas y para elaborar de este modo la materia bruta de las impresiones sensibles con vistas a un conocimiento de los objetos denominado experiencia? Por consiguiente, en el orden temporal, ningún conocimiento precede a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella. Pero aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que nuestro mismo conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos mediante las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce (simplemente motivada por las impresiones) a partir de sí misma. __________________________________________________ Crítica de la razón pura (Edición de Pedro Ribas, Alfaguara, Madrid ª ed., p.41-42)
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Johann G. Herder: Kant He tenido la dicha de conocer a un filósofo, que fue mi maestro. Este hombre tenía en sus años más florecientes toda la ágil alegría de un muchacho, la cual, según creo, sigue acompañándole hasta en los años de la ancianidad. Su frente, hecha para pensar, era la sede de un gozo y una alegría indestructibles, los discursos más pletóricos fluían de sus labios, la broma, el humorismo y el ingenio estaban en todo momento a su disposición, y sus lecciones, además de enseñar, cautivaban y entretenían. Con el mismo espíritu con que examinaba las doctrinas de Leibniz, Wolff, Baumgarten y Hume y las leyes naturales de Kepler, Newton y los físicos, analizaba los escritos de Rousseau publicados por aquel entonces, su Emilio y su Eloísa, al igual que cualquier descubrimiento natural de que pudiera tener noticia, para retornar siempre, una y otra vez, al libre conocimiento de la naturaleza y al valor moral del hombre. La historia del hombre, de los pueblos y de la naturaleza, la ciencia natural, la matemática, la experiencia: tales eran las fuentes con que este filósofo animaba sus lecciones y su trato: nada digno de ser conocido era indiferente para él; ninguna cábala, ninguna secta, ninguna ventaja personal, ninguna veleidad de fama ejerció jamás sobre él algún encanto comparable al del deseo de extender e iluminar la verdad. Animaba a sus discípulos y los coaccionaba gratamente a pensar por cuenta propia; el despotismo repugnaba a su modo de ser. Este hombre, cuyo nombre menciono con el mayor respeto y con la más grande gratitud, es Immanuel Kant; su imagen se alza agradablemente ante mí. __________________________________________________ Citado por E. Cassirer, Kant, vida y doctrina, FCE, México 1974, p
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