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Publicada porMaría Victoria Villanueva Alarcón Modificado hace 7 años
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La agricultura española en el siglo XIX
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La fallida revolución demográfica
Es sabido que hay una relación entre Revolución demográfica y Revolución Industrial. La población española creció lentamente durante el XIX: de unos 10,5 millones en 1800 a 18,6 millones en Este crecimiento revela el atraso económico de España respecto a los países que se industrializan en ese siglo como Gran Bretaña, que triplicó su población. España mantuvo altos índices de mortandad (29 por mil en 1900) y una natalidad moderada (34 por mil en 1900). Las tasas de mortalidad solo bajaron notoriamente en Cataluña y Baleares La alta mortalidad y la baja esperanza de vida (34 años en 1900) tuvieron dos causas principales. Por un lado, el atraso económico – malas condiciones higiénicas, baja productividad agrícola...). Por otro, las crisis de subsistencia, que se sumaban a las epidemias de fiebre amarilla, cólera, tuberculosis, viruela o sarampión. Las diferentes tasas de crecimiento vegetativo y la diversa incidencia de las migraciones externas e internas sobre cada una de las regiones españolas consolidaron la tendencia, iniciada a finales de la Edad Media, del desplazamiento de la población de norte a sur, y del centro a la periferia mediterránea
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La estructura de propiedad de la tierra
La España de pequeños y medianos propietarios castellanos daba paso en Andalucía a una los latifundios, con sólo un 20% de pequeños propietarios. El levante era una excepción ya que los grandes propietarios al norte y oeste del antiguo Reino de Granada coexistían con pequeños propietarios de algunas zonas. Nada que ver con la Andalucía Occidental. La nobleza era dueña de un patrimonio espectacular. Eran dueños de la tierra y controlaban el cobro de los impuestos, influyendo en los poderes locales y regionales. La Iglesia poseía grandes propiedades incrementadas por donaciones, inversión de diezmos y dotes de las novicias. A ello se sumó una burguesía urbana que desde los RRCC había tratado de acceder a Mayorazgos mediante hidalguías y compras de títulos. La consecuencia de este sistema de propiedad en una sociedad agraria fue un elevado porcentaje de jornaleros, desheredados, obligados al desempleo, la pobreza y el hambre. Mientras en el norte de España el jornalero era casi desconocido, en Extremadura y Andalucía representaba un 70% de la población. La estructura de propiedad de la tierra La estructura de propiedad del campo heredaba un modelo medieval fruto de los procesos de repoblación.
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La desamortización: un arma de doble filo
La Corona se planteó varias veces la necesidad de iniciar procesos de desamortización de las tierras. Éste consistió en poner en el mercado, mediante una subasta pública, las tierras y bienes no productivos en poder de las llamadas «manos muertas», es decir la Iglesia Católica o las órdenes religiosas y territorios nobiliarios. La finalidad de las desamortizaciones era acrecentar la riqueza nacional y crear una burguesía y clase media de labradores propietarios. Además, el estado obtenía unos ingresos extraordinarios con los que se pretendían amortizar los títulos de deuda pública. La desamortización se convirtió en la principal arma política con que los liberales modificaron el régimen de propiedad del Antiguo Régimen, para implantar el nuevo Estado burgués durante la primera mitad del siglo XIX La desamortización: un arma de doble filo
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La desamortización: antecedentes
Durante los reinados de Carlos III y Carlos IV (1766 y 1808) se llevaron a cabo dos intentos de desamortización, (Godoy y Cayetano Soler) entre y Afectaron a bienes de la Compañía de Jesús y otras órdenes con la autorización de Roma José I Bonaparte realizó también una pequeña desamortización que se revirtió. Durante el Trienio liberal (1820–1823) se llevaron a cabo otras desamortizaciones poco ambiciosas e igualmente deshechas tras la caída del régimen liberal. La desamortización: antecedentes
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La desamortización de Mendizábal 1836
La desamortización de Mendizábal, en 1836, tuvo consecuencias muy importantes para la historia social de España, aunque sus resultados (ya no gestionados por Mendizábal ) fueron pobres. Como la división de los lotes se encomendó a comisiones municipales, éstas aprovecharon su poder para configurar grandes lotes inasequibles a los pequeños propietarios, pero pagables en cambio por las oligarquías muy adineradas. Los pequeños labradores no pudieron entrar en las pujas y las tierras fueron compradas por grandes nobles y burgueses adinerados, de forma que no pudo crearse una verdadera burguesía o clase media. Los terrenos desamortizados fueron únicamente eclesiásticos. La Iglesia no recibió ninguna compensación a cambio y excomulgó a expropiadores y compradores, lo que hizo que muchos comprasen a través de intermediarios o testaferros. La desamortización de 1836 sirvió para sufragar los gastos de la guerra Carlista La desamortización de Mendizábal 1836
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La desamortización de Madoz 1855
Durante el segundo gobierno de Espartero, su ministro de Hacienda, Pascual Madoz, realiza una nueva desamortización (1855) ejecutada con mayor control que la de Mendizábal. Se declaraban en venta todas las propiedades del Estado, del clero, de las Órdenes Militares, cofradías, obras pías, santuarios, del ex infante Don Carlos, de los propios y los comunes de los pueblos y otras instituciones. De todo lo desamortizado, el 30% pertenecía a la iglesia, el 20% a beneficencia y un 50% a los municipios Fue la que alcanzó mayor volumen de ventas y tuvo una importancia superior a todas las anteriores. Todos los partidos políticos reconocieron la necesidad de acabar con las manos muertas para un mayor desarrollo económico del país. Interrumpida en 1856, se reanudó en 1858,no cesando las ventas hasta fin de siglo a pesar de los diferentes cambios de gobierno. En total, el estado ingresó casi millones de reales entre y 1895, casi el doble de lo obtenido con la de Mendizábal. El dinero se dedicó fundamentalmente a cubrir el déficit del Estado, amortización de Deuda pública y obras públicas (ferrocarriles sobre todo), reservándose 30 millones anuales para las iglesias de España. La desamortización de Madoz 1855
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Consecuencias de la desamortización
La desamortización concentró la propiedad en cada región en proporción al grado existente previamente, por lo tanto no produjo un cambio radical en la estructura de la propiedad. Las parcelas pequeñas fueron compradas por habitantes de localidades próximas, mientras que las de mayor tamaño las adquirieron personas ricas que vivían generalmente en ciudades. En la zona meridional latifundista no existían pequeños agricultores con recursos económicos suficientes para pujar en las subastas de grandes propiedades, con lo cual se reforzó el latifundismo. La privatización de bienes comunales de municipios privó a los campesinos de recursos que contribuían a su subsistencia (leña, pastos etc.), acentuando la tendencia emigratoria de la población rural a zonas industrializadas del país o a América. Saneamiento de la Hacienda Pública que ingresó más de millones de reales de las subastas. Aumento de la superficie cultivada y la productividad agrícola, mejora de cultivos gracias a inversiones de los propietarios. En Andalucía, por ejemplo, se extendieron el olivar y la vid. Todo ello sin embargo causó deforestación. Consecuencias de la desamortización
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Consecuencias de la desamortización
Las desamortizaciones tuvieron igulmente consecuencias culturales. Muchos cuadros y libros de monasterios fueron vendidos a precios bajos y acabaron en bibliotecas públicas, universidades o incluso en otros países. Quedaron abandonados numerosos edificios de interés artístico (iglesias, monasterios) con la subsecuente ruina, otros en cambio se transformaron en edificios públicos y fueron conservados. Se pretendía un cambio político consolidando el régimen liberal y que todos aquellos que compraran tierras formaran una nueva clase de pequeños y medianos propietarios adictos al régimen. Sin embargo no se consiguió este objetivo, al adquirir la mayor parte de las tierras desamortizadas los grandes propietarios. En el aspecto urbanístico, la desamortización de los conventos contribuyó a la modernización de las ciudades. Se pasó de la ciudad conventual, con grandes edificios religiosos, a la ciudad burguesa, con construcciones de más altura, ensanches y nuevos espacios públicos. Los antiguos conventos se transformaron en edificios públicos (museos, hospitales, oficinas, cuarteles), otros se derribaron. Consecuencias de la desamortización
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La agricultura española en el siglo XIX
Se caracterizó por una expansión de la superficie cultivable y un incremento moderado de la producción global. Pero no se alteró la estructura tradicional mediterránea, basada en el cultivo del trigo, el olivo y la vid. A partir de 1840, la agricultura española había entrado en una fase expansiva favorecida por la desamortización, que permitió la puesta en cultivo de grandes extensiones de tierra hasta entonces poco o mal cultivadas. Entre 1789 y 1924 se incorporaron al cultivo unos 19 millones de hectáreas (39% de la superficie nacional y 50% de las tierras cultivables). Así, la superficie de cultivo de cereales creció un 50% y de la vid en un 300%. La agricultura española en el siglo XIX
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La agricultura española en el siglo XIX
El cultivo cereal creció por expansión de la superficie sembrada. Pero crecieron más los cereales-pienso (cebada, maíz y avena). El viñedo se expandió alcanzando su “edad de oro” hasta la plaga de filoxera. El olivar se consolidó en Andalucía y creció en Aragón y Cataluña para uso industrial (jabones, iluminación, lubricantes). Asimismo, se expandieron el regadío y los hortofrutícolas. El incremento agrario se debió al uso intensivo del suelo,introducción de nuevas técnicas y mejor abonado, cuyos resultados se tradujeron en el aumento de la productividad. No hubo revolución agraria, pero la expansión de cultivos permitió un aumento demográfico y sustituir importaciones, exportándose vino y aceite. La desamortización favoreció los cultivos a expensas de los pastos. Se abolieron los privilegios de la Mesta. La cabaña ganadera cambió. Decayó la extensiva trashumante ovina y aumentó el porcino y equino de laboreo (caballos y mulas). Las ciudades demandaban carne. La agricultura española en el siglo XIX
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La agricultura española en el siglo XIX: La crisis de 1870
Desde 1870 se produjo en toda Europa una crisis agraria por irrupción de cereales y carne baratos procedentes de países jóvenes como EEUU, Canadá, Australia o Argentina (las “nuevas Europas”). El abaratamiento del transporte facilitó a estos países formar potentes estructuras agrarias al cultivar grandes extensiones de terreno. Este incremento espectacular de la oferta provocó que economías europeas menos eficientes como la española acusasen una prolongada crisis. A principios de los años 1880 la etapa expansiva iniciada en se acabó. Desde 1882 la presencia masiva de cereal extranjero bajó el valor las exportaciones en torno al 40%. El sector olivarero cuya producción se destinaba en buena parte a la exportación para usos industriales sufrió un fuerte descenso por el empleo creciente de petróleo y aceite de semillas. La vid entró en crisis hacia 1885 por la plaga de filoxera que no se vio compensada por otros cultivos como las hortalizas, los frutos secos o las plantas industriales todavía con escaso peso exportador. La agricultura española en el siglo XIX: La crisis de 1870
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El fracaso de la industrialización
El bajo crecimiento demográfico y la pobreza de la población impiden crear un mercado interior, algo acentuado por la pérdida de las colonias La burguesía española no es comparable a la europea: aspira a vivir de rentas y subvenciones y no invierte en ser competitiva Clima político inestable (guerras civiles, cambios constantes de gobierno…) El estado no toma decisiones adecuadas en política fiscal. El debate entre librecambismo y proteccionismo condiciona todo el siglo. La elevada corrupción también perjudica la modernización Solo algunas regiones se industrializan (cataluña, país vasco…) acentuando las desigualdades dentro del país El fracaso de la industrialización
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El fracaso de la industrialización: el caso de los ferrocarriles
España se decide a construir una red de ffcc cuando en europa ya se han terminado las principales líneas La ley de ffcc de 1855 pretende impulsar con dinero público la falta de iniciativa privada El resultado fue que se hicieron a veces líneas inútiles únicamente para cobrar el dinero de las subvenciones. La corrupción fue generalizada, incrementando los costes La tecnología de los ffcc era importada de Inglaterra y Francia. no se desarrollaron máquinas ni tecnología españolas El ancho de vía ibérico dificultaba la conexión con Francia ya en 1870, los ffcc españoles perdían dinero al no tener mercancías ni pasajeros suficientes. Acabarán siendo comprados por el estado El fracaso de la industrialización: el caso de los ferrocarriles
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