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Lectio divina del Salmo dominical

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Presentación del tema: "Lectio divina del Salmo dominical"— Transcripción de la presentación:

1 Lectio divina del Salmo dominical
Domingo II del Tiempo Ordinario Año A: Dios elige a su Siervo. Is 49,3.5-6: Te hago luz de las naciones para que seas mi salvación. Sal 39,2.4ab.7-8a.8b-9.10: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. 1Co 1,1-3: La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesús sean con vosotros. Jn 1,29-34: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

2 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

3 Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.

4 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

5 Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.»

6 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

7 Como está escrito en mi libro: «Para hacer tu voluntad
Como está escrito en mi libro: «Para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.

8 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

9 He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes.

10 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

11 Lectio: Ahora leemos el salmo entero, despacio…
[1 Del maestro de coro. De David. Salmo.] 2 Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito: 3 me levantó de la fosa fatal,  de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos; 4 me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor. 5 Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. 6 Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número. 7 Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, 8 entonces yo digo: "Aquí estoy -como está escrito en mi libro- para hacer tu voluntad." 9 Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. 10 He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;

12 no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes
no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. 11 No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. 12 Tú, Señor, no me cierres tus entrañas, que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre, porque me cercan desgracias sin cuento. 13 Se me echan encima mis culpas, y no puedo huir; son más que los pelos de mi cabeza, y me falta el valor. 14 Señor, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme. [15 Sufran una derrota ignominiosa los que me persiguen a muerte; vuelvan la espalda afrentados los que traman mi daño; 16 que se retiren avergonzados los que se ríen de mí.] 17 Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; digan siempre: "Grande es el Señor" los que desean tu salvación. 18 Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes. Si quieres escuchar este salmo en hebreo, pincha aquí.

13 Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio?
Según el P. Ramón Ribera, monje de Montserrat, y otros estudiosos, el orden de los salmos no se debe al azar sino que hay toda una estructura interna.

14 Salmo 39:Acción de gracias y petición de auxilio.
Nuestro salmo se encuentra en la primera parte del salterio, dedicado a las súplicas a Dios, formada por los libros: 1º: salmos º: salmos Y 3º: salmos 72-88 Dentro del primer libro, el salmo 39 pertenece a un grupo de salmos llamados “mizmorim” (palabra que en hebreo significa “súplicas”) El tema que tratan es el hecho de sentirse pecador (salmos y 50), y la actitud de esperar en Dios y alabarlo (salmos 39-40). Salmo 39:Acción de gracias y petición de auxilio.

15 Lectio: ¿Qué dice el texto?
El salmo 39 es un salmo mixto compuesto por una acción de gracias a Dios ante la asamblea por los beneficios obtenidos de Él en una prueba anterior (vv. 2-11), y una súplica de auxilio al Señor ante las nuevas desgracias que lo acechan (vv ). El salmo, en su conjunto, nos invita a la confianza en el Señor: “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor”. Es Él quien ha librado al orante del “pozo del dolor.” El salmista está convencido que si antes Dios lo salvó, también en este trance lo salvará, ya que el Señor tiene que ser siempre salvador. En cuanto a la época de redacción, los estudiosos la sitúan durante el exilio ( a. C). El versículo 7 que nosotros lo leemos –siguiendo la versión del texto hebreo- como: “me abriste el oído”, es el versículo que el autor de la Carta a los Hebreos lee –siguiendo una variante griega- como: “me has preparado un cuerpo”. De este modo, se aplica este texto a Jesucristo en el momento de su Encarnación. Los vv son, en su versión elohísta, (es decir, que cambia “el Señor” por “Dios mío”,) el salmo 69.

16 Meditatio: Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto
Meditatio: Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo. No he cerrado los labios, Señor, Tú lo sabes. Hoy este salmo responde al segundo cántico del Siervo de YHWH del profeta Isaías que tenemos como 1ª lectura. Siervo que, en el cuarto de sus cánticos, el profeta describe como un cordero llevado al matadero, que enmudecía y no abría la boca. Realmente, san Juan Bautista no ha cerrado los labios ante la gran asamblea y ha proclamado la salvación de Dios: Es Jesús el Cordero de Dios.

17 Aquí estoy para hacer tu voluntad.
Es Jesús mismo quien responde al Padre en primera persona con las palabras de este salmo tal y como nos lo interpreta el autor de la carta a los hebreos: “Aquí estoy, para hacer tu voluntad.” Y esto que dijo en su Encarnación se hizo público en el momento de su bautismo y lo mantuvo hasta su entrega total por nosotros en la Cruz. Voluntad de Dios que culminará en la Resurrección.

18 Dos apuntes: El v.7 literalmente dice: “me cavaste el oído” La Palabra de Dios es como la gota que horada la peña, ¿de veras me dejo “cavar, horadar” por la Palabra? Es esto algo lento, muy lento, de lectura diaria, paciente y perseverante. Los v.v de este salmo no los leemos en la liturgia porque se pide en ellos la venganza de nuestros enemigos, cosa que Cristo nos enseñó que no debemos hacer. Pero sí los podemos –y debemos- orar ya que son Palabra de Dios, referidos a nuestros enemigos interiores y, por supuesto, al Enemigo con mayúscula del cual nos vino a liberar Cristo.

19 Oratio ¿Qué me hace decirle a Dios este salmo, la liturgia de este domingo?
Te damos gracias, Señor, porque nos llamas y eliges. Haz que, fieles a nuestros compromisos bautismales, hagamos tu voluntad en todo momento y circunstancia de nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

20 Contemplatio Miro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros…
“Ven, oh Dios, en mi ayuda, apresúrate, Señor, a socorrerme”. No sin razón ha sido preferido este versículo entre todos los de la Escritura. Contiene en cifra todos los sentimientos que puede tener la naturaleza humana. Se adapta felizmente a todos los estados, y ayuda a mantenerse firme ante las tentaciones que nos solicitan. En efecto, entraña la invocación hecha a Dios para sortear los peligros, la humildad de una sincera confesión, la vigilancia de un alma siempre alerta y penetrada de un temor perseverante, la consideración de nuestra fragilidad. Hace brotar asimismo la esperanza consoladora de ser atendidos y una fe ciega en la bondad divina, siempre pronta a socorrernos. Sea, pues, este versículo el alimento constante de nuestra oración. En la adversidad, para vernos libre de ella; en la prosperidad, para mantenernos firmes y precavidos contra la soberbia. Sí, que sea esta plegaria la ocupación continua de vuestro corazón. En el trabajo, en vuestros quehaceres, yendo de viaje, no dejéis nunca de repetirla. En suma: que estas palabras os acompañen como vuestro único refrán al postraros para la oración; y en seguida que os levantéis, seguid con ellas el ritmo ordinario de la vida, para que sea en todos los quehaceres de vuestra existencia una oración siempre viva y continua.” (san Juan Casiano, Colaciones)

21 Actio ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra?
Es el momento de la “obediencia de la Fe”… Aquí estoy para hacer tu voluntad.


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