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COMPAÑÍA AMABLE Y AMANTE
Lectio divina Domingo X. T. O Ciclo A. Stma. Trinidad. 11 Junio 2017 Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: O mio babbino caro Elaboración y Montaje: Eloísa Díaz-Jara
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Oración inicial Creo en un Dios-Padre,
fuente de vida, generosidad desbordante. Creo en un Dios-Hijo, diálogo permanente, entrega total. Creo en Dios-Espíritu, comunión profunda, el Amor del Amor. Dios Padre: Gracias por darnos a tu Hijo y por amarnos como a Él. Dios Hijo: Gracias por darnos a conocer al Padre. Dios Espíritu Santo: Gracias por estar entre nosotros y con nosotros.
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TEXTO BÍBLICO Jn Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
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LECTURA ¿Qué dice el Texto?
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La fiesta de la Santa Trinidad, y las lecturas bíblicas de su misa, nos permiten reconocer algunos de los rasgos de la imagen de Dios a la cual debemos asemejarnos. En primer lugar, Dios no es comunión de Personas, Compañía amable y amante.
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Por eso no es bueno que el hombre esté solo: no porque un hombre solo se puede aburrir sino porque no puede vivirse y desvivirse a imagen de su Creador.
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El segundo rasgo que brilla en la Trinidad, es precisamente el amor.
Nuestro Dios ha querido ser “vulnerable” al amor y por el amor. No es un Dios ausente, lejano, arrogante, inaccesible. Se nos ha revelado con entrañas de misericordia y rico en compasión.
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Y el tercer rasgo de la imagen de Dios que aparece en esta fiesta, es lo que dice Jesús en el Evangelio: “tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”.
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Lo que Dios quiere y desea, la razón por la que nos ha amado hasta la entrega de su Hijo bienamado, el único, es para que nosotros podamos vivir, para siempre, sin perecer en ninguna forma de fracaso fatalista. Este tercer rasgo de Dios es el de la esperanza que se traduce en felicidad eterna.
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Nuestra fe en el Dios en quien creemos… es que creyendo en Él creemos también en nosotros, porque nosotros – así lo ha querido Él – somos la difusión de su amor creador.
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Amarle a Él es amarnos a nosotros
Amarle a Él es amarnos a nosotros. Buscar apasionadamente hacer su voluntad, es estar realizando, apasionadamente también, nuestra felicidad. Desde que Jesús vino a nosotros y volvió al Padre, Dios está en nosotros y nosotros en Dios... como nunca y para siempre.
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en compañía llena de armonía y de concordia, en esperanza nunca violada ni traicionada, en amor grande y dilatado como el Corazón de Dios. Mirar la Trinidad y mirarnos… haciendo un mundo y una historia que tengan el calor y el sabor de ese Hogar en el que eternamente habitaremos:
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¿Qué me dice el Señor en el Texto?
meditación ¿Qué me dice el Señor en el Texto?
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La celebración de la solemnidad de la santísima Trinidad presenta a nuestra contemplación y adoración la vida divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: una vida de comunión y de amor perfecto, origen y meta de todo el universo y de cada criatura, Dios.
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En la Trinidad reconocemos también el modelo de la Iglesia, en la que estamos llamados a amarnos como Jesús nos amó. Es el amor el signo concreto que manifiesta la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es el amor el distintivo del cristiano, como nos dijo Jesús: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».
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Todos estamos llamados a testimoniar y anunciar el mensaje de que «Dios es amor», de que Dios no está lejos o es insensible a nuestras vicisitudes humanas. Está cerca, está siempre a nuestro lado, camina con nosotros para compartir nuestras alegrías y nuestros dolores, nuestras esperanzas y nuestras fatigas. Nos ama tanto y hasta tal punto, que se hizo hombre, vino… para que el mundo se salve por medio de Jesús.
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El Espíritu Santo, don de Jesús resucitado, nos comunica la vida divina, y así nos hace entrar en el dinamismo de la Trinidad, que es un dinamismo de amor, de comunión, de servicio recíproco, de participación.
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Una persona que ama a los demás por la alegría misma de amar es reflejo de la Trinidad.
Una familia en la que se aman y se ayudan unos a otros, es un reflejo de la Trinidad. Una parroquia en la que se quieren y comparten los bienes espirituales y materiales, es un reflejo de la Trinidad.
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El amor verdadero es ilimitado, pero sabe limitarse para salir al encuentro del otro, para respetar la libertad del otro.
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¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
oración ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
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‘El Señor bajó en una nube y estuvo allí con Moisés y pronunció su propio nombre. Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta: “¡El Señor! ¡El Señor! Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad! Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor, y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable…”’
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Responde a Dios con adoración y acción de gracias.
Pídele al Espíritu Santo que te manifieste cualquier pecado que debas confesar. Intercede por aquellos que necesiten recibir el amor y el perdón de Dios.
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Agradece al Señor hoy, en el día de la Trinidad, particularmente tu bautismo (fuiste bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo) y también el don de la fe y el ser parte de la Iglesia.
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¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
contemplación ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
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El misterio del Padre es amor entrañable y perdón continuo
El misterio del Padre es amor entrañable y perdón continuo. Nadie está excluido de su amor, a nadie le niega su perdón. El Padre nos ama y nos busca a cada uno de sus hijos e hijas por caminos que sólo él conoce. Mira a todo ser humano con ternura infinita y profunda compasión. Por eso, Jesús lo invoca siempre con una palabra: “Padre”.
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Nuestra actitud ante el Padre ha de ser la confianza.
Nuestra poca fe basta. “Dios”…entiende nuestra fe pequeña y vacilante. No hemos de sentirnos tristes …ni desalentarnos al descubrir que hemos vivido alejados de ese Padre. Podemos abandonarnos a él con sencillez.
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También Jesús nos invita a la confianza: “No viváis con el corazón turbado. Creéis en Dios. Creed también en mí”. En sus palabras estamos escuchando lo que nos dice el Padre. En sus gestos y en su modo de actuar, entregado totalmente a hacer la vida más humana, se nos descubre cómo nos quiere Dios.
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Acoger el Espíritu que alienta al Padre y a su Hijo Jesús, es acoger dentro de nosotros la presencia invisible, callada, pero real del misterio de Dios. Cuando nos hacemos conscientes de esta presencia continua, comienza a despertarse en nosotros una confianza nueva en Dios.
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Nuestra vida es frágil, llena de contradicciones e incertidumbre.
Pero la presencia del Espíritu en nosotros, aunque débil, es suficiente para sostener nuestra confianza en el Misterio último de la vida que es solo Amor.
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acción ¿A qué me comprometo?
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La Santísima Trinidad, nos habla de comunión, de vivencia del amor entre las tres personas. Mira dentro de tu corazón e intenta retomar la comunión, el clima de amor con esas personas que quizás estén alejadas.
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Esfuérzate por vivir en actitud Trinitaria
Esfuérzate por vivir en actitud Trinitaria. Con fia en Dios Padre que te creó, en Jesucristo que te redimió y en el Espíritu Santo que te fortalece en la fe.
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Haz silencio delante de Dios. Adóralo. Contémplalo.
Ejercítate en conocer y amar más a tu Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
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hazlo con atención, acordándote de que Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te ama.
Cuando te persignes y digas: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, FI N
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