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Domingo 10º del tiempo ordinario

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Presentación del tema: "Domingo 10º del tiempo ordinario"— Transcripción de la presentación:

1 Domingo 10º del tiempo ordinario
Ciclo C Día 5 de Junio de 2016

2 Hoy nos trae el evangelio uno de los grandes milagros de Jesucristo, una de las tres resurrecciones que nos narran los evangelios: la resurrección del hijo de la viuda de Naín.

3 Este milagro sólo lo narra Lucas en su evangelio.
Parece ser que fue la primera resurrección que Jesús realizó. Este milagro sólo lo narra Lucas en su evangelio.

4 Una gran muchedumbre seguía a Jesús, cuando llegaron a la pequeña ciudad de Naín, donde se encontraron con un entierro que salía de la ciudad. Muchos le seguían atraídos simplemente por los milagros que hacía; otros, de mejor fe, queriendo captar los mensajes de amor y gracia, para seguirle con sus obras. Así nos lo dice el evangelio: Lc 7, 11-17

5 En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: "¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!" El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: “Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”. La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

6 Llora la madre por su hijo muerto, las plañideras gritan en Naín.
Automático

7 El Señor se acerca, todos se detienen, al muchacho muerto Jesús le dice así:

8 Levántate y anda, Yo soy la Vida. Levántate y anda, naciste para vivir.

9 Levántate y anda, Yo soy la Vida. Levántate y anda, naciste para vivir.
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10 Lo narra san Lucas, que es el evangelista de la misericordia
Lo narra san Lucas, que es el evangelista de la misericordia. Toda esta narración es un canto expresivo a la gran misericordia de Jesús.

11 Hay un gran contraste entre los dos grupos que se encuentran.
Uno rebosando de vida y esperanza, otro de muerte y tristeza. Donde el Señor está presente hay esperanza, donde está ausente hay desesperación y muerte. Es todo un símbolo.

12 Al acercarse a la pequeña ciudad de Naín Jesús se encuentra con un entierro muy concurrido, no precisamente porque se tratara de alguien muy importante, sino porque se trataba de una defunción que había conmovido profundamente: Quien había muerto era un joven, un muchacho que además era el hijo único de una viuda.

13  Al decir el evangelio que la madre del difunto era viuda, nos muestra la condición y el dolor por la que esta mujer estaba pasando. Las mujeres en aquellos tiempos dependían del sostén de su esposo, y si él faltaba, el de su hijo mayor. Por eso era una calamidad para una mujer judía el no tener hijo varón. Al decir el evangelio que era viuda y su único hijo acababa de morir, nos muestra que esta mujer había quedado sola, y sin ningún sostén para vivir.

14 Podíamos decir que allí se encuentra la mayor miseria, pero también está la inmensa misericordia de Dios en la persona de Jesús. Quizá el evangelista no pudo encontrar un cúmulo mayor de desgracias en una sola mujer, viuda y con su hijo muerto. Ha perdido la compañía, el apoyo, el sustento y toda defensa. En aquel tiempo una viuda no tenía seguridad social, ni derechos legales ni posibilidades laborales. Son circunstancias que aumentan el sentido trágico de la muerte.

15 Al verla el Señor, tuvo lástima
Al verla el Señor, tuvo lástima. Es la primera vez que el evangelio de Lucas llama a Jesús "el Señor", título que los judíos reservaban para el Dios de Israel y los romanos para el emperador, que se había hecho divinizar. Aquí podemos ver el sentido de Señor de la Vida, en su encuentro con la muerte. Es el título con que los cristianos empezaron a designar a Jesús después de su resurrección.

16 Cuando Jesús vio a la mujer llorando sin encontrar remedio, fue movido a misericordia.
Es un sentimiento profundo que viene de muy dentro. La compasión es sufrir con. No fue solo una idea fría, sino que sintió el dolor tan grande que estaba sufriendo esa viuda por su hijo.

17 Conmoverse significa hacer compañía y también procurar ayuda
Conmoverse significa hacer compañía y también procurar ayuda. Hacer compañía y procurar ayudar es comulgar con el dolor del hermano, sentirlo como propio. Sin necesidad de que nos lo pidan, sin querer tampoco asumir ningún protagonismo: con sencillez, es decir, con amor. A Jesús le dio lástima aquella mujer que había perdido su mejor tesoro. Comprendió aquel dolor, lo compartió y, como podía, lo remedió de la manera más total.

18 Este es el ejemplo que debemos imitar de Jesús, tener compasión de todos cuantos sufren. Porque el que sufre inspira compasión al que conoce de sentimientos y, si nos sentimos impresionados por el dolor y llegamos a los oprimidos, a llorar junto con ellos, estamos sintiendo a un hermano como lo sentía Cristo.

19 No tenemos porqué dar explicaciones y, en general, las palabras suelen servir de poco ante el dolor o la tragedia humana. A veces estorban y sobran. Pero tampoco podemos hacer milagros como Jesús. Entonces, ¿qué hacer? Hay algo que hizo Jesús y nosotros también podemos hacer: conmoverse.

20 Jesús, sin que le llamen, sin que clamen a Él, sin que le busquen, se acerca a la viuda madre y le dice:”No llores”. Quiere consolarla y aliviar su gran dolor y tristeza. Quiere mostrarle y decirle: “Mírame a mí, yo puedo quitar la causa de tus lágrimas”. Quiere darle ánimos y fe, aunque no se la pide, para realizar el milagro.

21 "Y le dijo: No llores". A veces nuestras palabras de pésame son superficiales, dichas a destiempo y faltas de esperanza, por no ponernos en el lugar del que sufre. No por tener siempre el nombre de Dios en los labios somos más cristianos y nuestras palabras son más consoladoras. ¡Cuántas veces nuestra presencia silenciosa es más respetuosa y solidaria que esas fórmulas aprendidas de memoria, y que nunca nos hemos parado a pensar si creemos en ellas!

22  Para la realización del milagro no precisa ni de una oración especial de súplica ni de una especie de transmisión de la vida, como el ritual de echarse tres veces sobre el cadáver que realiza el profeta Elías en la primera lectura. Pronuncia breves palabras no sólo de hombre que consuela, sino de Dios que vivifica. Ordena levantarse al muerto diciéndole: “Joven, a ti te digo, levántate”.

23 También Jesús, una y otra vez, nos dice a cada uno de nosotros, como a aquel muchacho,: "Levántate".
Levántate del egoísmo, y ábrete más a los demás; levántate de pensar tanto en ti y piensa más en los demás; levántate del pesimismo que te hace pensar que no vale la pena esforzarse, que todo seguirá igual, y cree de verdad en la fuerza del amor de Dios que a cada uno de nosotros puede cambiarnos.

24 Por eso, amigo, hoy te digo que, aunque estés muerto a la vida de la gracia, aunque el vicio o el egoísmo te aprisionen, ¡Libérate! Porque siempre el Señor, lleno de misericordia, está contigo, está junto a nosotros: Libérate.

25 Libérate. El Señor está contigo, libérate.
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26 Donde está Dios hay libertad.

27 Donde está Dios no hay confusión.

28 Donde está Dios, su Espíritu está.

29 Libérate Hacer CLICK

30 Por la palabra de poder de Jesús aquel joven volvió a la vida
Por la palabra de poder de Jesús aquel joven volvió a la vida. Pasó de muerte a vida. Eso es lo que hace Jesús con nosotros a nivel espiritual, nos da la vida que no merecemos. Pasamos del reino de las tinieblas al reino de la luz y de la vida eterna..

31 "El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre". Con este hecho Jesús quiere desvelarnos el sentido de la vida que nos debe llevar hacia el gozo de la resurrección. Nos hace vivir la alegría de una madre que reencuentra al hijo muerto, la plenitud de una vida que parecía truncada y vuelve a encontrar de nuevo sus raíces. Las lágrimas de tristeza se convertirían en lágrimas de gozo.

32 El evangelio de hoy termina diciéndonos que la gente exclamaba: "Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo". A veces pensamos que profeta es aquel que nos anticipa el futuro; pero la gente intuyó cuál era la verdadera misión del profeta: el que habla en nombre de Dios.

33 Y allí Jesús, como gran profeta, nos anuncia que Dios no quiere el dolor, el llanto, la muerte, que el destino del hombre no es la muerte sino la vida, que él, Dios, se conmueve y sufre ante el dolor y la tragedia que padece cada hombre o mujer.

34 No sólo la multitud temió y reconoció que Jesús era un gran profeta, que lo era, sino que las gentes glorificaban a Dios. Al principio de ver la resurrección quedarían atemorizados y perplejos, pero después, al darse cuenta de la maravilla que había ocurrido, no pudieron sino glorificar a Dios por ello. Así también nosotros debemos vivir de tal manera que la gente a través de nuestras vidas glorifiquen a Dios nuestro Padre.

35 Cuando hablaban de “un gran profeta”, quizá algunos tendrían en la mente un gran profeta, que para los israelitas había sido Elías. Dios por medio de este profeta había hecho volver a la vida al hijo de una viuda en Sarepta. Así nos dice la 1ª lectura de hoy: 1Reyes 17, 17-24

36 En aquellos días, cayó enfermo el hijo de la señora de la casa
En aquellos días, cayó enfermo el hijo de la señora de la casa. La enfermedad era tan grave que se quedó sin respiración. Entonces la mujer dijo a Elías: "¿Qué tienes tú que ver conmigo? ¿Has venido a mi casa para avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir a mi hijo?“ Elías respondió: "Dame a tu hijo.“ Y, tomándolo de su regazo, lo subió a la habitación donde él dormía y lo acostó en su cama. Luego invocó al Señor: "Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda la vas a castigar, haciendo morir a su hijo?“ Después se echó tres veces sobre el niño, invocando al Señor: “Señor, Dios mío, que vuelva al niño la respiración”. El Señor escuchó la súplica de Elías: al niño le volvió la respiración y revivió. Elías tomó al niño, lo llevó al piso bajo y se lo entregó a su madre, diciendo: "Mira, tu hijo está vivo”. Entonces la mujer dijo a Elías: “Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad”.

37 También esta mujer termina reconociendo a Elías como «un hombre de Dios» y alaba al Señor al ver que ha devuelto la vida a su hijo.

38 Esta resurrección que hizo Jesús, con su poder divino, como las otras resurrecciones obradas por medio de los apóstoles y las del Antiguo Testamento, son sólo resurrecciones parciales, para un cierto tiempo determinado, porque esas personas resucitadas tuvieron que morir otra vez.

39 Jesucristo sí que resucitó plenamente para una nueva vida
Jesucristo sí que resucitó plenamente para una nueva vida. No fue un triunfo momentáneo, provisional, sino un triunfo total y definitivo sobre la muerte. Por eso Jesucristo es la resurrección y la vida, Él es el dador de la vida eterna. Además la resurrección plena de Jesús es la esperanza de nuestra propia resurrección.

40 La escena del evangelio se repite todos los días en nuestro mundo
La escena del evangelio se repite todos los días en nuestro mundo. Hay grandes comitivas llenas de muertos, de muertos vivientes, de muertos que andan y se mueven pero que no tienen vida: Es la gran comitiva de los parados, los drogadictos, los analfabetos, los que no tienen hogar, los terroristas, los minusválidos y los subnormales, las mujeres que gritan el derecho a su cuerpo… Y muchos más los que llevan dentro los odios e injusticias. Es la gran comitiva de la muerte.

41 Caminando hacia esa comitiva puede y debe ir otra comitiva de hombres llenos de vida. Es la de aquellos que acompañan a Cristo. Unas personas comprometidas seriamente con el gran problema de responder a la muerte con la vida. ¿Qué respuesta damos los cristianos a todos cuantos caminan en la comitiva de la muerte?

42 Nosotros no tenemos poder de resucitar; pero sí tenemos obligación de tener compasión.
Ante tantos males que hay en el mundo, materiales, psicológicos, espirituales, seamos consoladores. Si compartimos nuestra alma podemos ser consuelo para el mundo.

43 Estoy viendo en torno a mí, gente que pasa vacía,
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44 hermanos que miran sin ver, hermanos que sufren y lloran.

45 Estoy viendo en torno a mi un mundo sin esperanza,

46 un mundo que no tiene paz, un mundo que no tiene amor.

47 Y Dios me grita desde el fondo de mi ser: consolad a mi pueblo.

48 Y Dios me grita desde el fondo de mi ser: consolad.

49 Tu puedes ser consolación, consolación para el mundo.

50 tu puedes ser camino de paz, tu puedes ser consolación.

51 consolación para el mundo
consolación hoy,

52 consolación para el hombre quiero ser.

53 Quiero ser

54 Que María interceda por nosotros ante el Señor para que nuestro consuelo sea pleno ahora y en el cielo. AMÉN


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