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Santa Josefina Bakhita 8 de Febrero.

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1 Santa Josefina Bakhita 8 de Febrero

2 En la vida de santa Josefina Bakhita se manifestó la fuerza de la gracia de Dios en medio de enormes dificultades.

3 Muchas veces los caminos de Dios son incomprensibles a los ojos humanos. Pero Él sabe cómo conducir las almas y los acontecimientos para realizar su plan de amor y salvación.

4 El nombre de Josefina fue el que recibió cuando fue bautizada después de los 20 años. El nombre de Bakhita, que significa “afortunada” fue el que le pusieron sus secuestradores, pues a la niña, por la impresión tan grande, se le olvidó su propio nombre.

5 Cuando la pusieron el nombre de “afortunada”, parecía un contrasentido
Cuando la pusieron el nombre de “afortunada”, parecía un contrasentido. Ella más adelante lo vio muy bien puesto, porque aquella esclavitud la sirvió para llegar a conocer a Dios y amarle con todo el corazón.

6 No se conocen datos exactos sobre el comienzo de su vida.
Se dice que podría ser del pueblo de Olgossa en Darfur, al sur de Sudán, y que 1869 podría ser el año de su nacimiento. Creció junto con sus padres, tres hermanos y dos hermanas, una de ellas su gemela.

7 Sus padres eran oficialmente musulmanes, pero, de hecho, practicaban la religión animista.
“Bakhita”, que así es como la llamarían luego todos, tenía un carácter dócil y sumiso, con una marcada propensión a hacer el bien a los demás.

8 Algo muy importante es que Bakhita desde pequeña se encantaba mirando el sol, la luna, las estrellas y en general las bellezas de la naturaleza, preguntándose maravillada: “¿Quién es el dueño de estas cosas tan hermosas? Y sentía un gran deseo de verlo, de conocerlo, de rendirle homenaje ”.

9 Pronto y durante bastantes años comenzaría un cúmulo de penalidades, que, por misteriosos caminos la llevarían a encontrar al Bien supremo, digno de todo amor.

10 La captura de su hermana por unos negreros que llegaron al pueblo de Olgossa, marcó mucho en el resto de la vida de Bakhita, tanto así que más adelante en su biografía escribiría: "Recuerdo cuánto lloró mamá y cuánto lloramos todos“. Ella era muy niña.

11 Una vez, mientras estaba con una amiga cerca de su aldea, situada en la región de Darfur, en el oeste de Sudán, Bakhita se encontró frente a dos hombres que surgieron de la parte posterior de una valla. Uno de ellos le dijo que fuera a recoger un paquete que había olvidado en el bosque cercano y a su compañera le dijo que continuara el camino, que ella la alcanzaría enseguida. “No dudé para nada, narró ella, obedecí inmediatamente, como siempre lo hacía con mi madre”.

12 Cuando Bakhita estaba en el bosque, vio que los dos estaban detrás de ella. Uno la agarró fuertemente y el otro sacó un cuchillo con el cual la amenazó diciendo: “Si gritas, morirás! Síguenos!”. Bakhita tuvo una conmoción sicológica tan fuerte que ya no recordó su nombre. Tenía unos ocho años.

13 Aquí aparecen las vías misteriosas de la Providencia, a través de las cuales se realizaron los planes de Dios respecto a ella. Si Bakhita hubiera sido una niña rebelde o caprichosa, no se habría prestado de tan buen grado a hacer el favor a aquel extraño. Apretaría el paso y, en compañía de la amiga, llegaría a la aldea, donde se reunirá con sus padres y hermanos, antes de que los desconocidos pudieran hacerle daño alguno.

14 Pero su vida habría seguido en la normalidad de la vida familiar, en medio de las tareas domésticas y la práctica de ritos animistas, el culto que profesaban sus parientes. Probablemente nunca hubiera conocido la Fe Católica, y hubiera permanecido sumergida en las tinieblas del paganismo.

15 Hasta que fue vendida a un mercader de esclavos.
Bakhita apenas había comenzado a sufrir la terrible serie de padecimientos que continuarían durante 10 años. Llegando a un poblado, Bakhita fue introducida en una miserable choza y encerrada en una habitación oscura y estrecha, donde permaneció un mes. Hasta que fue vendida a un mercader de esclavos.

16 Así fue pasando por cinco amos diferentes
Así fue pasando por cinco amos diferentes. Con quien más sufrió de humillaciones y torturas fue con su cuarto amo, cuando tenía más o menos 13 años. Fue tatuada, le realizaron 114 incisiones y para evitar infecciones le colocaron sal durante un mes. "Sentía que iba a morir en cualquier momento, en especial cuando me colocaban la sal", cuenta en su biografía.

17 Bakhita había sido vendida a un oficial del ejército turco; la mujer y la madre de éste se encargaron de someterla a un trato tiránico. Con frecuencia la golpeaban sin piedad, hasta el punto de dejarla incontables cicatrices que le duraron toda la vida. Ella, sin embargo, sufrió con fuerte ánimo todos aquellos tormentos y nunca se quejó de ellos.

18 Se mostró humilde y sumisa durante el año que pasó con la familia turca.

19 En 1882, el general que la compró tuvo que regresar a Turquía, su país, y puso a la venta sus numerosos esclavos. Bakhita, haciendo justicia a su nombre, despertó la simpatía del cónsul italiano, Calixto Legnanini, que se dispuso a adquirirla. “Esta vez fui realmente afortunada, porque el nuevo patrón era bastante bueno y empezó a tratarme bien”, cuenta ella.

20 La vida de Bakhita cambió totalmente porque el nuevo patrón era un hombre bueno. Continúa diciendo: “No fui maltratada ni humillada, algo que me parecía completamente irreal, pudiendo llegar incluso a sentirme en paz y tranquilidad".

21 En 1884 Legnanini se vio en la obligación de dejar Jartum, tras la llegada de tropas Mahdis. Bakhita viajó con su amo Legnanini y su amigo Augusto Michieli, a Italia.

22 La esposa de Michieli los esperaba en Italia, y sabiendo la llegado de varios esclavos, exigió uno, dándosele a Bakhita. Con su nueva familia, Bakhita trabajó de niñera y amiga de Minnina, hija de los Michieli.

23 A pesar de que el cónsul no pareciera haberse esforzado a iniciar en las verdades de la fe a la joven esclava, este periodo fue para ella la aurora del encuentro con la Iglesia. Como católico que era, Legnanini trató a Bakhita con amabilidad. No hubo castigo, golpes, ni amonestaciones, y ella pudo disfrutar de la dulzura característica de las relaciones entre las personas que buscan cumplir los mandamientos de la caridad cristiana.

24 La familia de los Michieli se trasladaron a vivir a Venecia
La familia de los Michieli se trasladaron a vivir a Venecia. Allí fue Bakhita sirviendo a la niña Minnina. Pero en Venecia la esperaba Dios para una consagración más externa, aunque ya poseía el corazón de Bakhita.

25 En Venecia fue recibida en un pío instituto de catecúmenos, que dirigían las Hijas de la Caridad llamadas vulgarmente Canosianas, por su fundadora Magdalena de Canossa. Allí se quedó Bakhita cuidando de la niña Minnina, mientras los padres de la niña hacían un largo viaje a África.

26 Cuando estaba en el Instituto, Bakhita conoció al Dios de los cristianos y fue así cómo supo que "Dios había permanecido en su corazón" y le había dado fuerzas para poder soportar la esclavitud, "pero recién en ese momento sabía quién era“, como ella diría.

27 Cuenta la santa que un día recibió de un amable señor, que se interesó por ella, un hermoso crucifijo de plata: “Me explicó que Jesús Cristo, Hijo de Dios, había muerto por nosotros. Yo no sabía quién era. Recuerdo que le miraba furtivamente y sentía algo en mí que no sé explicar”. Poco a poco, la gracia fue trabajando el alma sensible de Bakhita, abriéndola para las realidades sobrenaturales que ella desconocía.

28 Cuando la señora de Michieli volvió de Sudán para llevarse a Bakhita y a su hija, Bakhita con un gran coraje se negó a ir y prefirió quedarse con las Hermanas de Canossa. La esclavitud era ilegal en Italia, por lo que la señora de Michieli no pudo forzar a Bakhita, y es así que permaneció en el Instituto.

29 Las promesas de una vida fácil, la perspectiva de volver a su patria, el profundo afecto a Minnina y la gratitud a sus amos, nada podría cambiar su decisión de darse a Jesucristo para siempre. Bakhita se había mostrado siempre dócil a sus superiores. Ahora manifestaba de otra manera esa virtud, obedeciendo más a Dios que a los hombres. “Era el Señor que me infundía tanta firmeza, porque quería hacerme totalmente suya”.

30 Recibió el bautismo el 9 de enero de 1890
Recibió el bautismo el 9 de enero de En este momento, tomó el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada. “Recibí el santo Bautismo con una alegría que sólo los ángeles podrían describir”, narraría más tarde. Tenía 21 años.

31 "¡Aquí llego a convertirme en una de las hijas de Dios
"¡Aquí llego a convertirme en una de las hijas de Dios!", fue lo que manifestó en el momento de ser bautizada, pues se dice que no sabía cómo expresar su gozo. Ella misma cuenta en su biografía que mientras estuvo en el Instituto conoció cada día más a Dios, "que me ha traído hasta aquí de esta extraña forma".

32 Al bautizarse ella sentía una inmensa alegría y se daba cuenta de que todos los sufrimientos anteriores, aunque dolorosos, habían merecido la pena, pues le habían proporcionado la gran fortuna de haber conocido a Jesús.

33 Poco después, queriendo sellar su entrega a Dios de manera irreversible, pidió su ingreso en el Instituto de las Hijas de la Caridad, fundado por Santa Magdalena de Canossa, a quien debía su entrada en la Iglesia. En la fiesta de la Inmaculada Concepción, en 1896, después de cumplir su noviciado con fervor ejemplar, Josefina pronunció sus votos en la Casa- Madre del Instituto, en Verona.

34 Desde entonces su vida fue un constante acto de amor a Dios, un darse a los otros, sin restricciones, sin reservas. Ahora cargada con humildes tareas como la cocina o la portería, a veces enviada en misión por Italia, la santa sudanesa aceptaba con verdadera alegría todo cuanto le ordenaban, conquistando la simpatía de los que la rodeaban, especialmente los niños del hogar.

35 Fue trasladada a Venecia en 1902, para trabajar limpiando, cocinando y cuidando a los más pobres. Nunca realizó milagros ni fenómenos sobrenaturales, pero obtuvo la reputación de ser santa. Siempre fue modesta y humilde, mantuvo una fe firme en su interior y cumplió siempre sus obligaciones diarias.

36 Fue enviada a la casa que tenían en Schio, en la diócesis de Vicenza, y allí se ejercitó en los oficios de cocinera, portera, sacristana y enfermera de soldados. En todas estas ocupaciones se ponía de manifiesto su virtud egregia, particularmente su limpieza de espíritu, plena renuncia a la propia voluntad, humildad y caridad ferviente para con Dios y el prójimo

37 Durante dos años ( ), por obediencia, prestó su ayuda a las misiones del propio instituto recorriendo las casas de la congregación en Italia, no sin incomodidad que soportó con espíritu ecuánime. Volvió a la casa de Schio, donde permaneció hasta el fin de su vida.

38 Durante muchos años se dedicó a diversos trabajos domésticos en la casa de Schio (Vicenza, Italia), hasta que una artritis deformante la dejó postrada en una silla de ruedas.

39  Atacada repetidas veces por bronquitis y neumonías, que fueron minando su salud, soportó todo con fortaleza de ánimo. En sus últimas palabras, pronunciadas poco antes de su muerte, dejo trasparecer el gozo que le llenaba el alma: “Cuando una persona ama tanto a otra, desea ardientemente estar junto a ella: ¿por qué, entonces, tanto miedo de la muerte? La muerte nos lleva a Dios”.

40 Como consecuencia de los malos tratos que había recibido de joven, soportó muchas enfermedades, pero tales dolencias le ayudaban a revelar sus virtudes. Llevó siempre una vida humilde y completamente rendida a la voluntad de Dios y a la regla que había profesado. Pobre de espíritu, misericordiosa, limpia de corazón, pacífica, amante de la oración, devota de la Santísima Virgen. Para todos los que la conocieron fue un fúlgido ejemplo de fidelidad al Evangelio y a la Iglesia de Cristo

41 El 8 de febrero de 1947, la Hermana Josefina recibió los últimos Sacramentos, acompañando con atención y piedad todas las oraciones. Avisada de que ese día era sábado, su rostro pareció iluminarse y exclamó con alegría: “¡Cómo estoy feliz! ¡Nuestra Señora! ¡Nuestra Señora!”. Éstas fueron sus últimas palabras antes de entregar su alma en paz y encontrarse cara a cara con el “Patrón”, que desde pequeña ansiaba conocer.

42 Su cuerpo, trasladado a la iglesia, fue objeto de veneración por muchos fieles, que durante tres días afluyeron, deseosos de contemplar por última vez a la querida “Madre Moretta”, como era cariñosamente conocida, que con tanta bondad los había tratado siempre. Milagrosamente, sus miembros se conservaron flexibles durante este período, y se pudieron mover sus brazos para poner la mano sobre las cabezas de los niños.

43 Sus restos incorruptos fueron sepultados bajo el altar de la iglesia del convento de Schio, Italia. 

44 Fue santificada por el pueblo, por lo que en 1959 la diócesis local comenzó las investigaciones para encontrarla venerable. Todo salió muy bien y fue así que el 1 de diciembre de 1978 fue declarada Venerable.

45 Por tanto, el proceso para declararla santa empezó con gran auge y el 17 de mayo de 1992 fue beatificada por Juan Pablo II y se declaró día oficial de culto el 8 de febrero.

46 Juan Pablo II la canonizó el 1 de octubre del 2000
Juan Pablo II la canonizó el 1 de octubre del Lo cual, para los católicos africanos es un gran símbolo que era necesario, para que así los cristianos y las mujeres africanas sean honradas por lo que sufrieron en momentos de esclavitud.

47 Santa Josefina Bakhita fua una mujer excepcional, que no perdió la fe y la alegría pese a las adversidades de su vida y que sigue siendo ejemplo de fortaleza y aceptación de la voluntad de Dios para todos los cristianos.

48 La vía por la que Dios la llamó fue la de la sumisión heroica a la voluntad divina, y para la posteridad, dejó un modelo a seguir.

49  La humildad, la mansedumbre y la obediencia se reflejan en sus palabras, una disposición realmente sublime de su alma:  “Si me encontrase aquellos negreros que me torturaron, me gustaría arrodillarme para besar sus manos, porque si esto no hubiera ocurrido, yo no sería ahora cristiana y religiosa”.

50  Ella sufrió graves males en manos de algunos cristianos pero su corazón no se cerró. Supo perdonar a los que la ultrajaron y descubrir que aquellos agravios, aunque cometidos por cristianos, son contrarios al camino de Jesús. Nada, ni los malos ejemplos, nos puede apartar del amor de Dios cuando le permitimos reinar en nuestro corazón. 

51 En su encíclica Spe Salvi, el papa Benedicto XVI así describe el milagro que se produjo en el interior de Bakhita: “Después de ‘patrones' tan terribles que la tuvieron como propiedad hasta ese momento, Bakhita finalmente conoció un ‘patrón' totalmente diferente, al Dios vivo, al Dios de Jesucristo. Hasta entonces, sólo había conocido patrones que la despreciaban y maltrataban o, en el mejor de los casos, la consideran una esclava útil.

52 Pero ahora oía decir que había un ‘patrón' sobre todos los patrones, el Señor de todos los señores, y que este Señor es bueno, la bondad en persona. Supo que este Señor también la conocía, la había creado, y más aún, la amaba. También ella era amada, y precisamente por el Patrón supremo, ante el cual todos los otros patrones no pasan de miserables siervos. Ella era conocida, amada y esperada, más aún, este Patrón había enfrentado personalmente el destino de ser flagelado y ahora estaba a la espera de ella “a la derecha de Dios Padre”.

53 Sobre el espíritu misionero de Bakhita dijo Benedicto XVI en su encíclica: “La liberación recibida a través del encuentro con el Dios de Jesucristo, sentía que debía extenderla, tenía que ser dada también a los demás, a tantas personas como fuera posible. La esperanza, que naciera para ella y la ‘redimiera', no podía guardarla para si; esta esperanza debía llegar a muchos, llegar a todos”.

54 Para terminar podemos ver a santa Josefina Bakhita ofreciéndose continuamente a ese Dios, que es el gran “patrón”, pero que es al mismo tiempo nuestro Padre y nos quiere entrañablemente.

55 Hágase tu voluntad. Automático

56 tu voluntad. Hágase

57 Cúmplase en mi tu palabra.

58 Hágase tu voluntad.

59 Padre, me pongo en tus manos,

60 a la sombra de tus alas.

61 Haz de mi lo que tu quieras,

62 porque sé que tu nos amas.

63 Hágase tu voluntad.

64 Hágase tu voluntad.

65 Cúmplase en mi tu palabra.

66 Hágase tu voluntad.

67 Como María, que hizo siempre la voluntad del Señor.
AMÉN


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