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(Feminismo ySacerdocio Femenino)

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Presentación del tema: "(Feminismo ySacerdocio Femenino)"— Transcripción de la presentación:

1 (Feminismo ySacerdocio Femenino)
Para Salvarte P. Jorge Loring Sexto Mandamiento (Feminismo ySacerdocio Femenino)

2 En un mundo en que la mujer no era nada.
Hoy hay una corriente feminista defensora de los derechos de la mujer; comenzó cuando San Pablo mandó a los maridos que amen a sus mujeres. En un mundo en que la mujer no era nada.

3 Las feministas quieren hacer una sociedad dominada por las mujeres.
Pero, todo hombre siente respeto por la mujer, mientras que las feministas, muestran desprecio por los hombres. Hay mujeres feministas que quieren ocupar el sitio del hombre en todo. La mujer debe ser mujer. El hombre y la mujer son distintos en su cuerpo y en su psicología.

4 La igualdad de derechos es lógica ante la ley.
La mujer no es inferior al hombre. Es distinta. La desigualdad sexual hombre-mujer le parece, a la feminista, una injusticia de la naturaleza que es preciso corregir. El feminismo radical no depende sólo de la situación de una cultura, ya que feminismo ha habido en otras épocas.

5 Lo que se hace por amor no se puede llamar esclavitud.
Me parece una equivocación el que algunas mujeres consideren el ocuparse de la casa como una esclavitud, de la que quieren liberarse. Lo que se hace por amor no se puede llamar esclavitud. Dios quiso que el Redentor viniera al mundo por medio de una mujer: María es, después de Cristo, la primera persona de la humanidad.

6 Cristo «se hizo en todo igual a los hombres menos en el pecado».
Pero a María, no la hizo sacerdote. Jesucristo sólo hizo sacerdotes a varones. Por eso la Iglesia no ordena sacerdotes a las mujeres. Cristo «se hizo en todo igual a los hombres menos en el pecado».

7 Las feministas quieren hacer una sociedad dominada por mujeres
Las feministas quieren hacer una sociedad dominada por mujeres. Pero esta sociedad tendría los mismos defectos, o más, que la dominada por los hombres. Pues todo hombre bien nacido siente respeto por la mujer, mientras que las feministas, frecuentemente, muestran desprecio por los hombres.

8 Una cosa es la igualdad de derechos ante la ley del hombre y de la mujer; lo cual es justo; y otra que la mujer se ponga a imitar en todo al hombre, perdiendo sus características femeninas que tanto la enriquecen. Expresa el P. Enrique María Huelin, S.I. que "el feminismo es aquella cualidad de la mujer por la cual ella se hace atractiva y agradable, y hace atractivo y agradable todo cuanto la rodea", (desde "María en la voz de la Iglesia", II. Rute, 1990).

9 Pretender hacer de la mujer otro hombre es una equivocación
Pretender hacer de la mujer otro hombre es una equivocación. La mujer tiene sus cualidades específicas que no debe perder, y deben ser para ella de gran valor. Se debe considerar que la familia es el fundamento de la sociedad, y sin verdaderas mujeres no es posible formar una familia.

10 Delante de Dios no hay distinción entre hombre y mujer; al respecto nos dice San Pablo: “… ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa", (Gál. 3, 28-29). La mujer debe ser mujer. El querer ser como el hombre es un gran error; implica sentirse inferior al hombre. Y la mujer no es inferior al hombre, sino diferente. Lo dice la Biblia: "Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer", (Gn. 1, 27).

11 Afirma la señora Janne Haaland Matlary, (secretaria de Estado para Asuntos Exteriores de Noruega; Catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Oslo, muy comprometida en temas sociales y de la mujer): "El feminismo de los años setenta tendía a la negación de la maternidad y a la imitación de los hombres. Esto ha impedido, de hecho, todo desarrollo de las cualidades y de las contribuciones femeninas, así como la aplicación de políticas capaces de ayudar verdaderamente a las mujeres". Matlary menciona algo sobre lo que todos debiéramos reflexionar seriamente: "hay que reconocer que los hombres y las mujeres son muy diferentes, tienen talentos diferentes. Además, la mayoría de las mujeres son madres o quieren serlo. El desafío consiste en crear una igualdad que tenga en cuenta estas diferencias".

12 La mujer debe ser femenina y el hombre masculino
La mujer debe ser femenina y el hombre masculino. Cada uno tiene su tarea en la vida, en la reproducción humana y en el servicio de la Iglesia, etc. El mismo cuerpo lo marca; sólo las mujeres pueden dar a luz un hijo. No sólo hay obvias diferencias físicas entre unos y otras, también las hay psicológicas; por estas diferencias, el hombre ama de una manera y la mujer de otra. Sigrid Unset afirma: "El feminismo radical (...) se trata de un comportamiento psicológicamente patológico, que no acepta la diferente constitución biológica del hombre.

13 Hacen falta mujeres-madres.
Dijimos que, a las feministas, la desigualdad sexual hombre-mujer les parece una injusticia de la naturaleza que es preciso corregir. Pero como esto no es posible, los movimientos feministas radicales intentan compensarlo con reivindicaciones exaltadas, típicamente femeninas para mayor ironía. Hacen falta mujeres-madres. La política la pueden llevar los hombres solos. La técnica la pueden llevar los hombres solos. La información, la pueden llevar los hombres solos, etc., etc., etc. Pero la humanidad no puede subsistir sin mujeres-madres"; (en INTERNET: nueva.org del 15-XII-2000).

14 Opinaba nuestro querido Papa Juan Pablo II: "A menudo es penalizado, más que gratificado, el don de la maternidad, al que la humanidad debe su supervivencia. Ciertamente que aún queda mucho por hacer para que el ser mujer y madre no comporte una discriminación. Es urgente alcanzar, en todas partes, la efectiva igualdad de los derechos de la persona y, por lo tanto, igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo, y tutela de la trabajadora-madre"; (Mulieris Dignitatem, n. 4). Al respecto, siguió diciendo Juan Pablo II: "La igualdad de derechos de la mujer y el hombre no debe consistir en su masculinización, en deterioro de los auténticos valores femeninos. La identidad de la mujer no puede consistir en ser una copia del hombre; puesto que ella está dotada de cualidades y prerrogativas propias, que le confieren una personalidad autónoma, que siempre se ha de promover y alentar", (Mulieris Dignitatem, nn. 10, 14, 26 y 27).


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