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Publicada porMarina de la Cruz Naranjo Modificado hace 9 años
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EQUIPOS DOCENTES CRISTIANOS REVISIÓN DE VIDA Vladimir Zapata Villegas
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REVISIÓN DE VIDA: La Revisión de Vida es una espiritualidad. Es una manera de identificar a Jesús en la vida cotidiana. Es un camino. Es una pedagogía de la fe. También es un método. Elementos históricos: fue inventada por Joseph Cardijn sacerdote belga de comienzos del siglo XX (fundador de la JOC). Contexto de las internacionales obreras. Él trabajó principalmente con menores. Su método partía de la práctica (hechos de vida) y volvía a la práctica.
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Pasos: VER, JUZGAR, ACTUAR. Con pequeños grupos (8 a 10 personas) para que todos hablen (respeto a la palabra). Es necesario ir construyendo la confianza para poder poner en común hechos de la vida personal y, principalmente, profesional. Lo que se habla en el grupo no sale de allí. El grupo escoge un hecho según la urgente necesidad de cada una de las personas del grupo o porque el grupo ve su importancia. Ampliación del hecho. La persona se aclara y el grupo pregunta Centro del hecho. ¿Cuál es el aspecto central del hecho? Universalización del hecho (el hecho deja de ser individual y pasa a ser social) Aquí hay un aspecto terapéutico (se comparte la vida) Hasta aquí es el VER
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Se pasa al segundo momento que es JUZGAR (considerar evangélicamente a la luz de la Palabra). Aquí es importante conocer bien el evangelio para que ilumine el hecho visto. A estas alturas nos encontramos con Jesús. Este es un momento de oración. La vida es el lugar teológico por excelencia.
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El tercer momento es ACTUAR (hacer algo con sentido cristiano y bueno tendiente a dar una respuesta transformadora en lo personal y en lo colectivo).
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LA ESCUELA CATÓLICA. El 19 de marzo de 1977, fiesta de San José se expidió el documento La Escuela Católica por la Sagrada Congregación para la Educación Católica. Tiene las firmas de GABRIEL MARÍA Card. GARRONE, Prefecto y de Antonio M. Javierre, Secretario Arzobispo tit. de Meta. Su telón de fondo teórico está enmarcado en el Concilio Vaticano II, principalmente en las constituciones Lumen Gentium y Gaudium et Spes. La Escuela se integra en aquella otra realidad más amplia que es la educación cristiana, de la que trata específicamente la declaración conciliar Gravissimun Educationis.
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El concepto de escuela vigente: “como lugar de formación integral mediante la asimilación sistemática y crítica de la cultura. La escuela es verdaderamente un lugar privilegiado de promoción integral mediante un encuentro vivo y vital con el patrimonio cultural.”
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No se puede olvidar que en la escuela se enseña para educar, es decir, para formar al hombre desde dentro, para liberarlo de los condicionamientos que pudieran impedirle vivir plenamente como hombre. Por esto, la escuela debe partir de un proyecto educativo intencionalmente dirigido a la promoción total de la persona.
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30. Constituye una responsabilidad estricta de la escuela, en cuanto institución educativa, poner de relieve la dimensión ética y religiosa de la cultura, precisamente con el fin de activar el dinamismo espiritual del sujeto y ayudarle a alcanzar la libertad ética que presupone y perfecciona a la psicológica. Pero no se da libertad ética sino en la confrontación con los valores absolutos de los cuales depende el sentido y el valor de la vida del hombre. Se dice esto, porque, aun en el ámbito de la educación, se manifiesta la tendencia a asumir la actualidad como parámetro de los valores, corriendo así el peligro de responder a aspiraciones transitorias y superficiales y perder de vista las exigencias más profundas del mundo contemporáneo.
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Después de haber tratado de definir la Escuela Católica a partir de la noción de escuela, es posible ahora concentrar la atención en aquello que la especifica como católica. Lo que la define en este sentido es su referencia a la concepción cristiana de la realidad. Jesucristo es el centro de tal concepción.
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34. En el proyecto educativo de la Escuela Católica, Cristo es el fundamento: El revela y promueve el sentido nuevo de la existencia y la transforma capacitando al hombre a vivir de manera divina, es decir, a pensar, querer y actuar según el Evangelio, haciendo de las bienaventuranzas la norma de su vida. Precisamente por la referencia explícita, y compartida por todos los miembros de la comunidad escolar, a la visión cristiana —aunque sea en grado diverso— es por lo que la escuela es «católica», porque los principios evangélicos se convierten para ella en normas educativas, motivaciones interiores y al mismo tiempo metas finales.
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35. De este modo la Escuela Católica adquiere conciencia de su empeño por promover al hombre integral porque en Cristo, el Hombre perfecto, todos los valores humanos encuentran su plena realización y, de ahí, su unidad. Este es el carácter específicamente católico de la escuela, y aquí se funda su deber de cultivar los valores humanos respetando su legítima autonomía, y conservándose fiel a su propia misión de ponerse al servicio de todos los hombres. Jesucristo, pues, eleva y ennoblece al hombre, da valor a su existencia y constituye el perfecto ejemplo de vida propuesto por la Escuela Católica a los jóvenes.
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36. Si la Escuela Católica, como todas las demás escuelas, tiene por fin la comunicación crítica y sistemática de la cultura para la formación integral de la persona, persigue este fin dentro de una visión cristiana de la realidad «mediante la cual, la cultura humana, adquiere su puesto privilegiado en la vocación integral del hombre».(13) Consciente de que el hombre histórico es el que ha sido salvado por Cristo, la Escuela Católica tiende a formar al cristiano en las virtudes que lo configuran con Cristo, su modelo, y le permiten colaborar finalmente en la edificación del reino de Dios.(14)
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37. Estas premisas permiten indicar las tareas y explicitar los contenidos de la Escuela Católica. Las tareas se polarizan en la síntesis entre cultura y fe, y entre fe y vida; tal síntesis se realiza mediante la integración de los diversos contenidos del saber humano, especificado en las varias disciplinas, a la luz del mensaje evangélico, y mediante el desarrollo de las virtudes que caracterizan al cristiano
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43. Es evidente que semejante orientación de la enseñanza no depende tanto de la materia o de los programas, sino principalmente de las personas que los imparten. Mucho dependerá de la capacidad de los maestros el que la enseñanza llegue a ser una escuela de fe, es decir, una trasmisión del mensaje cristiano. La síntesis entre cultura y fe se realiza gracias a la armonía orgánica de fe y vida en la persona de los educadores. La nobleza de la tarea a la que han sido llamados reclama que, a imitación del único Maestro Cristo, ellos revelen el misterio cristiano no sólo con la palabra sino también con sus mismas actitudes y comportamiento. Se comprende así la fundamental diferencia que existe entre una escuela en la cual la enseñanza estuviera penetrada del espíritu cristiano y otra que se limitara a incluir la religión entre las otras materias escolares.
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Desde su inicio, entonces, la escuela, nacida para subsidiar la función de la familia y auxiliar la de la Iglesia en el ámbito educativo, se encuentra íntimamente relacionada con la transmisión y la celebración de la fe. Con palabras de un pensador italiano, citado por Pío XI en la Encíclica Divini illius magistri, “la escuela, si no es templo es guarida” 6. 6 N. TOMMASEO, Pensieri sull’educazione, 1,3,6, citado por PÍO XI en Pío XI, Encíclica Diviniillius..., n. 47.
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“VAYAN Y ENSEÑEN” IDENTIDAD Y MISIÓN DE LA ESCUELA CATÓLICA EN EL CAMBIO DE ÉPOCA A LA LUZ DE APARECIDA (CELAM). PONER EN PRÁCTICA EN LA ESCUELA LA MISIÓN CONTINENTAL
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Actualizar la identidad de la Escuela Católica: 0.3.…En esta nueva época se necesita actualizar, reforzar o rescatar la identidad de la Escuela Católica, en la que, a través de la transmisión sistemática y crítica de las ciencias, el saber y las culturas, Jesucristo sea conocido, amado, seguido y anunciado con ardor, como el hombre perfecto y fundamento de todo, en quien todos los valores humanos encuentran su plena realización, para promover y transformar el sentido de la existencia, para pensar, querer y actuar según el evangelio. (DA 335, 337)
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05. La meta de la Escuela Católica es favorecer un proceso de formación integral y permanente sobre las bases de una antropología cristiana que conduzca “al encuentro con Jesucristo vivo, Hijo del Padre, hermano y amigo, Maestro y Pastor misericordioso, esperanza, camino, verdad y vida”(DA 336). Y es esa dignidad la que eleva y ennoblece a la persona humana con deberes y derechos para la construcción de una sociedad justa, fraterna y solidaria, desde la perspectiva del Evangelio.
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0.7. Esta nueva manera de afrontar el compromiso de la educación y la función de las escuelas católicas, para una nueva época, requiere la conversión de maestros, familias y comunidades educativas.
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CONTEXTUALIZACIÓN DE LA ESCUELA CATÓLICA EN EL CAMBIO DE ÉPOCA.
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19. Los Obispos identifican (…) estos aspectos: “Vivimos un cambio de época, cuyo nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios. (…) Surge hoy, con gran fuerza, una sobrevaloración de la subjetividad individual. (…) Se deja de lado la preocupación por el bien común para dar paso a la realización inmediata de los deseos de los individuos, a la creación de nuevos y, muchas veces, arbitrarios derechos individuales…” (DA 44)
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Emergencia educativa ante el cambio global:
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22. Frente a esta realidad, sostienen los mismos Obispos en Aparecida. “América Latina y El Caribe viven una particular y delicada emergencia educativa. En efecto, las nuevas reformas educacionales de nuestro continente, impulsadas para adaptarse a las nuevas exigencias que se van creando con el cambio global, aparecen centradas prevalentemente en la adquisición de conocimientos y habilidades, y denotan un claro reduccionismo antropológico, ya que conciben la educación preponderantemente en función de la producción, la competitividad y el mercado. Por otra parte, con frecuencia propician la inclusión de factores contrarios a la vida, a la familia y a una sana sexualidad. De esta forma, no despliegan los mejores valores de los jóvenes ni su espíritu religioso; tampoco les enseñan los caminos para superar la violencia y acercarse a la felicidad, ni les ayudan a llevar una vida sobria y adquirir aquellas actitudes, virtudes y costumbres que harán estable el hogar que funden, y que los convertirán en constructores solidarios de la paz y del futuro de la sociedad.” (DA 328))
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EDUCACIÓN Y ESCUELA CATÓLICA Una educación de calidad: 24. La educación, para ser tal, debe ser una educación de calidad a la que tienen derecho, sin distinción, todos los estudiantes de nuestros pueblos; por eso es necesario insistir en el auténtico fin de toda escuela. Ella está llamada a transformarse, ante todo, en lugar privilegiado de formación y promoción integral, mediante la asimilación sistemática y crítica de la cultura, cosa que logra mediante un encuentro vivo y vital con el patrimonio cultural. “Esto supone que tal encuentro se realice en la escuela en forma de elaboración, es decir, confrontando e insertando los valores perennes en el contexto actual. En realidad, la cultura, para ser educativa, debe insertarse en los problemas del tiempo en el que se desarrolla la vida del estudiante. De esta manera, las distintas disciplinas han de presentar no solo un saber por adquirir, sino también valores por asimilar y verdades por descubrir.” (DA 329)
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Orientar y animar los procesos académicos y formativos: 28. La educación católica debe ser una propuesta de calidad en educación y en pastoral
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Actuar según el evangelio: 29. En el proyecto educativo de la Escuela Católica, Jesucristo es el fundamento, en quien todos los valores humanos encuentran su plena realización y su unidad. Ese proyecto educativo no solo se elabora y se da a conocer, sino que se vive en corresponsabilidad, es decir, compromete a todos los miembros de la comunidad educativa. De esta forma Jesucristo revela y promueve el sentido nuevo de la existencia y la transforma, capacitando al hombre y a la mujer para vivir una vida nueva; es decir, para pensar, querer y actuar según el Evangelio, haciendo de las bienaventuranzas la norma de su vida.
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Currículum evangelizador: 30. El desafío de la Escuela Católica es hacer presente la tarea evangelizadora en lo más propio de su quehacer, la transmisión curricular. La Escuela Católica exige un currículum evangelizador para conformar una comunidad capaz de anunciar y desarrollar de forma orgánica y sistemática, desde sus diversos componentes y ámbitos (proyecto educativo, ambientes, convivencia, sectores de aprendizajes, planes y programas, prácticas pedagógicas, reglamentos, experiencias, etc.), las actitudes y competencias reveladoras de aquellos valores propuestos por Jesucristo en el Evangelio. De este modo todo educador, desde lo específico de su profesión docente, debe ofrecer un servicio a la evangelización de sus estudiantes, siendo corresponsable con la misión de la Iglesia. Así, los grandes objetivos de la Escuela Católica son anunciados a diario, en forma orgánica y sistemática, desde los distintos ámbitos del currículum y, por ende, por la totalidad de los agentes educativos.
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Educación en la fe de manera integral: La Escuela Católica debe pasar de ser una escuela con pastoral (es decir, que se define como católica solamente por actividades religiosas y litúrgicas aisladas y puntuales) a una escuela en pastoral.
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LA MISIÓN CONTINENTAL DE APARECIDA EN LOS ACTORES DE LA ESCUELA CATÓLICA Modelo de identidad: la imagen del Buen Pastor: 43. La imagen evangélica del Buen Pastor, que busca y cuida a cada una de sus ovejas y no teme dar la vida por ellas, es un modelo de la identidad del educador directivo católico.
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Perfil del educador directivo: 45. El educador directivo, que puede ser sacerdote, religioso, religiosa, laico, por su liderazgo, su rol de responsabilidad e incidencia en la comunidad educativa y en la sociedad civil, debe necesariamente ajustarse a un perfil que contemple características integrales en el orden de la madurez humana, madurez espiritual y competencias administrativas y pedagógicas.
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Rasgos del educador docente para promover los valores del evangelio: 55. El educador docente de nuestras comunidades educativas debe destacarse por los siguientes rasgos: El amor pedagógico, motor de todo su quehacer educativo y despliegue vocacional, el cual le da forma al ejercicio de su profesión. Un sabio y respetuoso acompañamiento del estudiante, en función de su crecimiento y desarrollo integral. Un anhelo de excelencia profesional, permanentemente buscado a través del perfeccionamiento continuo. Un conocimiento y manejo de las nuevas tecnologías al servicio de la educación y de la formación de las nuevas generaciones Su preocupación por vivir y crecer en su fe, a la luz de una auténtica espiritualidad cristiana, que le permitirá dar testimonio de su adhesión a la Persona de Jesús y despertar en los demás el deseo de encarnar el discipulado misionero que arranca del encuentro personal con Jesucristo.
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De esta manera el educador docente será un aporte significativo para que no solo sus estudiantes, sino también todos los integrantes de la comunidad educativa promuevan en ella y desde ella los valores del Evangelio que hacen posible una convivencia social más justa, fraterna, pacífica, solidaria y responsable.
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PERSONAL TÉCNICO-PEDAGÓGICO, ADMINISTRATIVO Y DE SERVICIOS 59. La Escuela Católica, debe cuidar que todo el personal técnico pedagógico, administrativo y de servicios que labora en la comunidad educativa, cumpla también con los caracteres, cualidades y criterios de madurez anteriormente mencionados. Debe tenerse especial preocupación con aquellos que tienen un contacto frecuente y directo con los estudiantes. Su trabajo debe ser acompañado con diversos tipos de capacitación y perfeccionamiento para volverlos agentes activos en las comunidades educativas. Es deber también de la Escuela Católica Cuidar del crecimiento en la fe de cada uno de ellos, sabiendo, además, que su testimonio constituye una importante acción educativa.
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ESTUDIANTES 60. En este cambio de época, no se puede dejar de reconocer que “las nuevas generaciones son las más afectadas por esta cultura del consumo en sus aspiraciones personales profundas”. “Crecen en la lógica del individualismo pragmático y narcisista, que suscita en ellas mundos imaginarios especiales de libertad e igualdad. Afirman el presente porque el pasado perdió relevancia ante tantas exclusiones sociales, políticas y económicas. Para ellos, el futuro es incierto. Asimismo, participan de la lógica de la vida como espectáculo, considerando el cuerpo como punto de referencia de su realidad presente. Tienen una nueva adicción por las sensaciones y crecen, en una gran mayoría, sin referencia a los valores e instancias religiosas.” (DA 51)
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PADRES DE FAMILIA: El valor de la familia: 64. Aun cuando en el cambio de época haya familias en crisis, la institución familiar, de acuerdo al magisterio de la Iglesia, sigue teniendo como modelo a la familia de Nazaret. Por otra parte, independientemente de sus variadas conformaciones, no se debe desconocer que, en el seno de ella, la persona descubre con mayor claridad los motivos y el camino para pertenecer a la familia de Dios. “Dios ama nuestras familias, a pesar de tantas heridas y divisiones” (...). Incluso “muchos vacíos de hogar pueden ser atenuados por servicios que presta la comunidad eclesial, familia de familias.” (DA 119) En la familia se recibe el don de la vida, la primera experiencia del amor de gratuidad y de la fe. “El gran tesoro de la educación de los hijos en la fe consiste en la experiencia de una vida familiar que recibe la fe, la conserva, la celebra, la transmite y testimonia. Los padres deben tomar nueva conciencia de su gozosa e irrenunciable responsabilidad en la formación integral de sus hijos.” (DA 118) EXALUMNOS
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MONSEÑOR ANDRÉS CARRASCOSA COSO (Nuncio Apostólico en Panamá), en la homilía de la misa inaugural del XXIII Congreso Interamericano de Educación Católica. “La enseñanza católica está en una particular emergencia educativa, y ante esta situación es necesario redescubrir de manera positiva, con un poco de inventiva, la propia identidad. Las escuelas católicas se crearon para evangelizar, para transmitir un estilo de vida que proviene de Jesucristo, no solo para una acción de “transmitir valores” genéricamente. Se trata de hacer que el niño y el joven -respetando, por supuesto, la libertad de cada uno -, se encuentre no con una idea ni con una moral ni con una teoría, sino con la persona de Jesucristo, el único que da sentido a una vida. Por eso no podemos proponer una educación católica de cualquier manera. Los padres nos confían a sus hijos porque cuentan con la identidad católica de nuestros centros. Ciertamente, la escuela católica tiene que considerar el asunto de la excelencia educativa, pero nuestra meta no es tener éxito: en el Evangelio nuestro Señor no nos manda a tener éxito.
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En lugar de decirnos: “Vayan y tengan éxito”, no dice “vayan y den fruto”, ¿Cuál es la diferencia? Que el éxito me lo como yo y el fruto se lo comen los demás. Quizás tendremos que evaluar mirando hacia los frutos, observando si nuestros centros ayudan a los niños y a los jóvenes a vivir su vida cristiana, a comprometerse -hasta en su actividad política- y a plantearse también el tema de la vocación. ¿Cuántos de nosotros hemos estudiado en colegios católicos y hemos visto allí un modelo ante el cual dijimos: yo quiero ser así? Eso no está pasando hoy con tanta frecuencia. Tenemos que ser sinceros y plantearnos las cosas de una manera realista, poco triunfalista y muy verdadera
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