Realizado por: Barberis, Cardozo, Escobar, Liborio, Orrego, Pronesti, Somare y Tihista.

¿Quienes son? Esther Paniagua Tenía cuarenta y cinco Tenía cuarenta y cinco años y había permanecido años y había permanecido desde los veinticinco desde los veinticinco en Argelia. en Argelia. María Caridad Álvarez, con sesenta y un años, llevaba doce en el país. Ella se dedicaba a las labores domésticas en la casa de misión, situada en el mismo barrio donde ambas fueron asesinadas.

Este año se cumplen 18 años de su muerte. Su muerte ocurrió el 23 de octubre de 1994, el mismo día en que se celebraba la Jornada del DOMUND ( misión de la Iglesia que le da continuidad al amor mismo de Dios). Su muerte ocurrió el 23 de octubre de 1994, el mismo día en que se celebraba la Jornada del DOMUND ( misión de la Iglesia que le da continuidad al amor mismo de Dios). Esther Paniagua y Caridad Álvarez durante su estancia en Argelia, paseaban por las calles cuando se dirigían a misa, tres miembros de un comando integrista islámico acabaron con sus vidas de la forma más cobarde, fueron tiroteadas por la espalda. Esther Paniagua y Caridad Álvarez durante su estancia en Argelia, paseaban por las calles cuando se dirigían a misa, tres miembros de un comando integrista islámico acabaron con sus vidas de la forma más cobarde, fueron tiroteadas por la espalda.

Razones para quedarse Esther y Caridad manifiestan que “el trabajo nos permite entrar en relación con muchos hermanos musulmanes. Han descubierto “que no consiste en hacer, sino en estar a su lado”. Con estas palabras, daban un mayor sentido a su labor. estar junto a los más necesitados además de que la difícil situación económica y política del país les era indiferente en su elección de permanecer.

Motivos del asesinato Aunque eran conscientes del peligro que corrían sus vidas desde el primer día sus corazones ganaban siempre la batalla a sus mentes. De hecho, días antes de su muerte, habían recibido una de las muchas peticiones que el cónsul Bernardino León les hacía para que abandonaran la casa y marcharan a otro barrio más seguro. Aunque eran conscientes del peligro que corrían sus vidas desde el primer día sus corazones ganaban siempre la batalla a sus mentes. De hecho, días antes de su muerte, habían recibido una de las muchas peticiones que el cónsul Bernardino León les hacía para que abandonaran la casa y marcharan a otro barrio más seguro. Todos los esfuerzos por convencerles resultaban inútiles. Las dos misioneras querían seguir ayudando, y no en cualquier sitio. Ellas continuarían allí, porque allí era donde más las necesitaban. “Dios también está en Bab El Ued”, decían. “Pudieron dejar aquello, y no lo hicieron por servir a los necesitados.

Verdaderas mártires 3 días después de su muerte el Papa se refirió a ellas como verdaderas “mártires” Por su total disposición a una comunidad necesitada Cuando se les planteaba la opción de regresar de Argelia, ellas, sin vacilar, decían:“no nos pueden quitarla vida porque ya se la hemos entregado”.