Pescador. Salomé Arricibita https://youtu.be/L2Z4iOWCUac 5º Dom. T. O. Ciclo C Aquí estoy, mándame  UNA LLAMADA PARA TODOS. Isaías, Pablo, Pedro, Santiago,

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Ciclo C Domingo 5º Tiempo Ordinario 7 de febrero de 2016 Transición manual Música Jueva safardita “Columbae simplicitas”
CAMPAÑA CONTRA EL HAMBRE NO HAY JUSTICIA SIN IGUALDAD
Transcripción de la presentación:

Pescador. Salomé Arricibita 5º Dom. T. O. Ciclo C Aquí estoy, mándame  UNA LLAMADA PARA TODOS. Isaías, Pablo, Pedro, Santiago, Juan… todos los protagonistas de la lecturas de este día nos hablan de una llamada a la que hay que responder. Es la vocación a lo que todos estamos invitados. Dios nos con-voca para una tarea. Y lo hace en nuestra realidad cotidiana y en un tiempo concreto. A Isaías en el marco de una celebración religiosa en el templo, a Pablo en el camino, cuando va a detener cristianos, a Pedro en su trabajo diario… Todos los lugares, todas las situaciones, todas las ocupaciones son espacio para el encuentro y el compromiso. ¿Estoy abierto para saber captar la llamada de Dios en mi vida cotidiana o espero sólo momentos “especiales”, extraordinarios, “espectaculares”…? Isaías, Pablo y Pedro se sienten indignos, débiles, limitados, incapaces, llenos de contradicciones y fallos… Siempre hay una objeción, una excusa para presentarle a Dios: “es que soy joven”, “es que no sé”, “es que ahora soy ya mayor”, “es que en este momento no me lo puedo permitir” “es que no valgo, no es lo mío”, “es que ahora tengo otras ocupaciones más urgentes”. “es que ahora necesito mi tiempo” “es que….” ¿Cuáles son mis excusas, mis objeciones, las “pegas” que le pongo a Dios?  AQUÍ ESTOY, MÁNDAME. Mis dudas y tibiezas, mis debilidades y flaquezas son nada cuando me fío de Dios. Dios no se fija tanto en mis cualidades y virtudes, sino en mi disponibilidad y confianza. ¿Qué nota me daría yo (del 1 al 10) en confianza en Dios? ¿En qué situaciones de la vida me resulta más difícil confiar? Dios no me quiere perfecto, poderoso e intachable, sino disponible, entusiasta y entregado. Dios quiere que haga la experiencia de que la eficacia de mis compromisos no están en mi esfuerzo, sino en su Gracia. Sin su fuerza mis tareas son estériles y vanas. Contando con Él, sintiendo que Él me acompaña, todas mis ocupaciones serán fecundadas. Dejar para seguir es la decisión de Pedro y los discípulos. Aquello que obstaculiza y estorba queda en un segundo plano, porque impide comprometerse con aquello por lo que se ha apostado. Jesús me quiere seguidor capaz de arriesgar y confiar ante lo difícil y el peligro (“mar adentro”), ante lo desconocido o incluso ante la posibilidad de fracaso. No me quiere pasivo, miedoso, acomodado, dudoso, encogido, acobardado, sino valiente, alegre y confiado. ¿Qué obstáculos me impiden un mayor y mejor compromiso en mi fe? ¿Estoy dispuesto a superarlos? ¿Qué medios voy a poner para ello?  “PESCADORES DE HOMBRES”. En la mentalidad actual “pescar” no tiene un sentido muy positivo. Suena a manipulación, engaño, falta de decisión responsablemente asumida… Nada de eso tiene que ver lo que dice el Evangelio. Para la cultura judía, el mar es símbolo de las dificultades, los contratiempos, los males que sufren las personas en la vida. La misión del seguidor de Jesús es “embarcarse” en la tarea de ayudar a vivir con dignidad a quien no la tiene, a “rescatar” de situaciones dolorosas a quien está sufriendo, a servir de cauce para que dar esperanza a quien no la tiene, a ofrecer compañía a quien la necesita, a ser portador de buenas noticias…. Jesús quiere entrar con nosotros en el “mar” de nuestra vida. En él habrá de todo (tormentas, contratiempos, calma…), pero confiados en su Palabra podremos remar juntos sin temor porque sabemos que Él nos acompaña. Cada día, Señor, tenemos que afrontar multitud de pequeñas decisiones, aunque en algunos casos son decisiones más importantes que van configurando nuestra vida. A veces no te tenemos demasiado en cuenta en esas ocasiones. A veces nuestro «yo» pesa demasiado y queremos dirigir las riendas de nuestra vida desde lo que «yo necesito» o lo que «yo quiero». Por eso el ejemplo de Pedro en este evangelio nos puede ayudar mucho a salir de nosotros mismos y a confiar en Ti. A confiar mucho más en Ti, en tu Palabra, en tu vida, en tu ejemplo. Es verdad que cuando uno se fía realmente de Ti, hasta las cosas más difíciles podemos superarlas. Te damos gracias, Señor, por tu Palabra que nos dice «No temas». Hoy también te pedimos por las vocaciones. Sabemos que todos colaboramos en la extensión de tu Reino, pero también sabemos que hacen falta hombres y mujeres que lo dejen todo y te sigan. Ojalá que sean muchos los que escuchen esta llamada más personal que Tú sigues dirigiendo. Gracias, Señor, infinitas gracias por seguir «remando» con nosotros. [R.R.S.] Aquí estoy, Señor, envíame. Estoy dispuesto a ponerme en marcha y lanzarme mar adentro remando con mi frágil barca, sabiendo que no estoy sólo porque tú me acompañas. Aquí estoy, Señor, envíame. Despeja las dudas que me asaltan. Ayúdame a vencer mis tibiezas, alimenta mi débil confianza para que las dificultades que me encuentre no me alejen de tu llamada. Aquí estoy, Señor, envíame. Sé que con mis solas fuerzas no basta, que todo quedará improductivo si no cuento con tu gracia, que es la que da fecundidad y frutos en abundancia. Aquí estoy, Señor, envíame al mar de la vida de las persona necesitadas para llevar la Buena Noticia a quien vive en la desesperanza, a quien está perdido y sin rumbo, a quien sufre dificultades y amenazas. Aquí estoy, Señor, envíame. Quiero dejar todo lo que me ata, sin calcular riesgos, sin poner trabas, teniéndote como horizonte que atrae mi mirada. Aquí estoy, Señor, envíame. Quiero ser fiel a tu Palabra. Cuenta conmigo para lo que haga falta. Señor, sigue alentando la vocación… -de los pastores de tu Iglesia, para que guíen las Comunidades Cristianas con entrega y dedicación. -de los esposos, para que fortalezcan su alianza y su compromiso de amor. -de los religiosos, para que sean fieles y vivan con alegría su consagración. -de los misioneros, para que sean incansables anunciadores del Reino de Dios. -de los catequistas, para que no desfallezcan en su misión de transmitir la fe y ayudar a su profundización. -de los distintos agentes de pastoral, para que sean constantes y acogedores en su labor. -de los voluntarios, para que sean signo y estímulo para la construcción de una sociedad mejor. -de quienes en la vida diaria llevan a cabo sus tareas con sencilla generosidad, con coherencia y con tesón. Sé que puedo esforzarme más por “remar mar adentro” y comprometerme mejor en lo que Tú me estás pidiendo. Sé que no hay proporción entre lo que estoy dando y lo que estoy de Ti recibiendo. Por eso, no dejes de empujarme para que siga anunciando tu Reino.

Lectura del libro de Isaías (6,1-2a.3-8): El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo: «¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!» Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.» Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.» Entonces, escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?» Contesté: «Aquí estoy, mándame.» Salmo 137 R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R/. Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R/. Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande. R/. Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R/.

Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,1-11): Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,1-11): En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.