Una posta en el viaje Es en este espejo dónde fuera el juego llegaba holograma y una vez aquí: a veces volaba, otras, se caía. Para cierta vez, dejaba en mis manos la pesada luna. Invariablemente principios de enojo y luego, la risa. Un adiós constante, negados regresos. Recuerdo y sonrío. Diecinueve noches y quinientos días el ritual de entonces chocaba espumitas de guitarra zurda cuando el contrapunto de las despedidas. ¿Dónde se ha perdido, amor, o no ha sido siquiera viajante la mesa tendida? ¿Estatua de sal tu lápiz se esconde en el grito mágico de la caracola? Escucha la música. Ergasto 7-12