Te miré a los ojos y sentí que la atávica esencia de mi ser se transformaba en palabra escrita en la arena de la playa como una obra de arte que acariciaban tus manos en mis manos.
Mis ojos de hombre miraban la arena y el agua y la arena me devolvían unos ojos de mujer que reflejaban todo tu ser.
Hasta que el mar comenzó a florecer en tu jardín interior donde guardas para siempre y con amor la flor hermosa del trabajo de la amistad y el querer.
MUJER Te miré a los ojos y sentí que la atávica esencia de mi ser se transformaba en palabra escrita en la arena de la playa como una obra de arte que acariciaban tus manos en mis manos. Supe entonces que tu fe aun con su tupido velo jamás ocultar podría el don de tu libertad, que es querer lo que no se puede ver y lo que en silencio en tus ojos pude ver. Mis ojos de hombre miraban la arena y el agua y la arena me devolvían unos ojos de mujer que reflejaban todo tu ser. Hasta que el mar comenzó a florecer en tu jardín interior donde guardas para siempre y con amor la flor hermosa del trabajo de la amistad y el querer. Juan Manuel del Río