“Por aquellos días, María se puso en camino y fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo exclamó a grandes voces: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Lc.1,39-45
Encuentro de dos mujeres, de dos generaciones que se abrazan… Isabel, una mujer mayor que se asombra al recibir semejante visita “¿cómo es posible…?” Junto con su hijo, que “salta en su seno”, vive con entusiasmo la alegría del encuentro. Isabel experimenta, en el saludo de María, la presencia de Jesús.” ¡Bendito el fruto de tu vientre!, ¡Feliz porque has creído!”; con estas palabras confirma la fe de María. María, “la madre del Señor”, va a responder con gran humildad y sencillez a este saludo. Su Magnificat (Lc.1,47-55) es la respuesta. ¡El Señor hizo en mí maravillas…!
María, mujer de fe que se sabe amada y responde al amor con amor, se puso en camino y fue “de prisa” al encuentro de quien sabía la necesitaba.
María mujer creyente, que ha sabido escuchar a Dios desde el momento de su sí a la encarnación del Hijo: “que se haga como Tú quieres” Lc1, 38
María portadora de alegría ha sido la primera en escuchar la invitación de Dios; “Alégrate, el Señor está contigo”, y ahora, desde una actitud de servicio contagia esa alegría. Dos vidas que se entrelazan asumiendo cada una el querer de Dios.
El Señor ha hecho en ti maravillas ¿reconoces y agradeces lo que Él te regala cada día? ¿Te sientes llamado para ir “de prisa” al encuentro de alguna persona? ¿De quién? El Dios en el que crees ¿te hace sentir “dichoso”?
¡Ven Señor Jesús, aumenta mi fe en Ti y mi capacidad de servir con alegría a mis hermanos! Texto: Mariela Peña Kipper, rscj