Creyente es quien puede escuchar a Dios y hablar con Él y de Él. Marcos 7, domingo –B- 10 de septiembre de 2006
31 Dejó el territorio de Tiro y marchó de nuevo, por Sidón, hacia el lago de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Marcos presenta a Jesús en la región de Fenicia, junto a Sidón, al norte, camino del Mar de Galilea. Es uno de los tres milagros narrados por Marcos y no recogidos por Mateo. Describe que el lugar del milagro es tierra extranjera. Quiere dejar clara la apertura del Evangelio a la tierra pagana. Es el paso del paganismo a la aceptación de Jesús como Mesías.
32 Le llevaron un hombre que era sordo y apenas podía hablar y le suplicaban que le impusiera la mano. 33 Jesús lo apartó de la gente y, a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. 34 Luego, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: –Effatha (que significa: ábrete) El sordomudo puede acercarse a Jesús por la fe y la ayuda de los demás, que él acepta. Jesús mira al cielo, de donde viene todo don y repite su actitud con los enfermos, con quien le necesita: se acerca, se detiene, le lleva aparte, –atención personalizada-, le toca, le cura.
35 Y al momento se le abrieron sus oídos, se le soltó la traba de la lengua y comenzó a hablar correctamente Un cristiano ha de tener abiertos los oídos para escuchar y los labios para hablar. Para escuchar tanto a Dios como a los demás, sin hacerse el sordo ni a la Palabra ni a la comunicación con el prójimo. Para hablar tanto a Dios como a los demás, sin callar en el testimonio de su fe. ¿Dejamos hablar y sabemos escuchar? ¿Tenemos los oídos atentos para escuchar la Palabra y ponerla en práctica?
36 Él les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más insistía, más lo pregonaban. Marcos repite el llamado “secreto mesiánico”. Jesús no quiere que se queden en el mero hecho del milagro, en el entusiasmo exterior y la popularidad fácil, sino que se dé el paso a la fe en su Persona.
37 Y en el colmo de la admiración decían: –Todo lo ha hecho bien. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos. Podemos aplicarnos esta tarea curativa a nosotros mismos, preguntarnos si tenemos que curarnos de alguna sordera o mudez voluntarias y pensar si ejercemos la misión de curar a otros. ¿Nos esforzamos por tratar de hacer las cosas lo mejor posible, en la familia, en la comunidad, en el trabajo, en el trato con las personas que encontramos cada día...?
Oír, hablar, callar, respirar, sentir, admirar, dar gracias, alabar,... es escuchar y meditar. Llenaré mi corazón con tu silencio Si no me hablas, llenaré mi corazón con tu silencio y así podré soportarlo. Me mantendré tranquilo y esperaré como la noche con su vigilia de estrellas y su cabeza inclinada en señal de paciencia. Es seguro que vendrá la mañana, que se desvanecerá la oscuridad, y que tu voz se derramará por los cielos en torrentes de oro. (R.Tagore )