"Y DONDE NOS HA PRECEDIDO ÉL,QUE ES NUESTRA CABEZA, ESPERAMOS LLEGAR TAMBIÉN NOSOTROS, COMO MIEMBROS DE SU CUERPO"
La fiesta de hoy nos hace elevar nuestra mirada al cielo, como los discípulos aquel día en que " lo vieron elevarse"
Ya no es el Jesús que se pone en medio de nuestras tempestades sino el que las domina porque se ha reintegrado a la grandeza divina.
"Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra".
Los discípulos de Jesús, pues, se caracterizan porque al mismo tiempo son gente de la tierra, arraigados, que afrontan la realidad con todas sus consecuencias. Los discípulos de Jesús, pues, se caracterizan porque al mismo tiempo son gente de la tierra, arraigados, que afrontan la realidad con todas sus consecuencias.
Y son gente que tiene la mirada puesta en el Señor, muerto y resucitado y glorificado, que abre el horizonte hacia el cual camina la humanidad.
Y porque están "mirando al cielo" pueden dar testimonio en la tierra.
Esta es una fiesta para promover la esperanza e, incluso, la utopía.
Tenemos una gran esperanza: llegar allí donde nos ha precedido nuestra Cabeza. Porque El nos atrae desde allí.
Porque El, resucitado, camina junto a nosotros,
Anda un camino que continúa pasando por el Calvario, por el silencio de la sepultura, por una aurora luminosa y pletórica de vida.
Porque el Espíritu Santo que El promete nos empuja.
Con Él estaremos. Texto: de José M. Romaguera.