Todos los santos Día 1 de Noviembre, 2015.

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Todos los santos Día 1 de Noviembre, 2015

En este año de 2015, al ser domingo la fiesta de todos los santos, el “día del Señor” reviste la característica de honrar al Señor, de una manera más especial, junto a todos los santos.

Esta palabra “santo” en la Biblia se aplicaba sólo a Dios, pues significa: sagrado o separado.

Pero luego se fue diciendo de todo lo que se acercaba más a Dios Pero luego se fue diciendo de todo lo que se acercaba más a Dios. Así ya san Pablo llama santos a los cristianos por el hecho de estar unidos a Dios por el bautismo.

Después ya sólo se aplicó a aquellas personas que por su comportamiento están más cerca de Dios. Especialmente los mártires que, por su muerte gloriosa, se unen para siempre con Dios.

La Iglesia desde el principio comenzó a honrar a los mártires en su día propio del martirio; pero ya por el siglo III eran tantos los mártires que tuvieron que celebrar su fiesta en un día todos juntos. En el año 609 el papa consagró el panteón romano, que había sido templo pagano de todos los dioses, para que fuese templo de la Virgen María y de todos los santos.

Hay muchos santos, cuyos nombres conocemos Hay muchos santos, cuyos nombres conocemos. Pero santos hay muchos más que no conocemos, quizá porque han vivido una vida muy oculta, pero que gozan con Dios con una gloria semejante. Entre estos santos habrá familiares y conocidos nuestros. Hoy es el día para festejar a todos y también para pedir su protección y sobre todo para desear imitarles y un día poder estar con ellos en el cielo.

Todos estamos llamados a la santidad Todos estamos llamados a la santidad. Nos lo ha dicho muchas veces la Iglesia. De una manera especial lo recalcó el concilio Vaticano II. Algunos creen que eso de ser santos es para algunos religiosos o personas especiales. Hay santos canonizados de diversos estados. También de vida matrimonial. San Isidro y su esposa santa María de la Cabeza. Padres de santa Teresita

Pero también en las bienaven-turanzas. Para ello Jesucristo nos enseñó el camino. El principal es la caridad. Sin amor no puede haber verdadera vida cristiana: amor dirigido hacia Dios, que es nuestro Padre y nos acompaña, amor que se expresa especialmente en la oración, y amor hacia los demás, porque todos somos hermanos. Pero también en las bienaven-turanzas.

Jesús dijo muchas clases de bienaventuranzas, al estilo de algunos salmos. San Lucas nos cita cuatro, que son situaciones sociales más aptas para acoger la palabra de Dios. Las del evangelio de hoy son de san Mateo, quien recoge actitudes necesarias para los que quieren ser discípulos de Jesús. Son como un estilo de vida o una manera de vivir de quienes quieren seguir de veras a Jesús. Santos Mateo y Lucas Mt 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo."

Lo primero que nos dice Jesús es que la santidad no es un camino triste, sino muy gozoso. Los santos son las personas que mejor han expresado la verdadera alegría. Como san Juan Pablo II o san Josemaría Escribá.

1- “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Esta bienaventuranza es básica porque es como el resumen de todas las demás. San Francisco de Asís presenta su plan de pobreza ante el papa.

Cuando Jesús habla de “pobres de Espíritu, está empleando la palabra hebrea “anawin”, que significa humilde, oprimido, desamparado. Los judíos solían decir “pobres de Yaveh”. Podríamos llamarlo también “hombre piadoso”. San Antonio Abad distribuye toda su hacienda para hacerse anacoreta. Le siguieron muchos, como san Onofre.

Esa es la expresión que empleó la Virgen María, al responder al ángel: “He aquí la esclava del Señor”. También lo empleó cuando dijo: “Porque Dios ha mirado la humildad de su sierva”.

Pobres de espíritu para Jesús son los que viven abiertos a Dios y a su palabra, los que no confían en el dinero, sino sólo en Dios, los que están disponibles para caminar hacia Dios. San Alejo quiso vivir por muchos años debajo de una escalera de su casa, haciendo de criado pobre, sin ser conocido. Hasta que después de muerto se le reconoció por una cicatriz.

Hay ricos que son pobres de espíritu; pero es más difícil. No todos los pobres (que no tienen dinero) son pobres de espíritu ni todos los ricos (que tienen dinero) dejan de serlo. Hay gente sin dinero, que son amargamente ricos por dentro, codiciosos y rencorosos. Hay ricos que son pobres de espíritu; pero es más difícil. Como el rey san Fernando.

Así era la vida de san Francisco. Pobre de espíritu es como decir “tener alma de pobre”. Por lo tanto le debe llevar a sentirse alegre en la pobreza real. No se puede ser pobre de espíritu y vivir como un rico. Así era la vida de san Francisco.

Quien es pobre de espíritu terminará por llegar a compartir la pobreza con los que nada tienen. Como Bernardo de Quintaval que distribuye sus bienes para ser el primer seguidor de san Francisco.

La razón de esta bienaventuranza es doble: Lo primero es el reconocimiento de nuestra situación de creaturas ante el Creador y de hijos de Dios ante nuestro Padre. Si Jesús nos enseñó a pedir “el pan de cada día”, un rico, quien tiene todo lo material asegurado, es muy difícil que lo diga de corazón. Por esa razón se entregó santa Clara a la pobreza, siendo de familia pudiente, ante san Francisco.

La segunda razón es nuestra situación de hermanos. Debemos compartir, con la alegría de espíritu y la esperanza tranquila en Dios, los afanes de esta vida que es transitoria, pero también hermosa cuando hay hermandad y esperanza. Como san Alonso Rodríguez quien, siendo viudo, se entregó a Dios como hermano coadjutor entre los jesuitas, siendo por más de treinta años portero del convento.

San Cayetano en la gloria. A los pobres de espíritu Jesús promete “el Reino de los cielos”, que es promesa de futuro, pero también realidad para esta vida. El Reino de los cielos está en medio de nosotros. Es el sentirse libres para pensar sin prejuicios, para actuar con desinterés y amar con un corazón libre de odio y envidia. San Cayetano en la gloria.

2- “Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.” Como san Mateo refiere palabras de Jesús sobre todo en cuanto a lo interno, este llorar no se trata por desdichas materiales, enfermedades u otras calamidades. Se refiere a los que lloran con confianza en el Señor.

Son bienaventurados los que lloran por los ultrajes contra Dios, por los que se pierden o están en camino de perdición, por compasión con los padecimientos de Jesús o de tanta gente que sufre. Santa Mónica lloró mucho por la conversión de su hijo Agustín. Y lo consiguió.

Pero sobre todo los que lloran por sus culpas: por el mal que han hecho o por el bien que han dejado de hacer. Este dolor interno purifica el corazón. San Pablo decía que se alegraba porque los fieles se entristecían para penitencia. Dicen de san Jerónimo que quizá por los honores que le daba el papa y las ocupaciones, como era muy inteligente, discutía por cualquier cosa y parecía ser soberbio. Los últimos años de su vida, estando en Belén, tuvo que llorar mucho y hacer mucha penitencia.

San Pedro lloró por haber negado a su Maestro. Dios bendice las lágrimas que construyen y no las que adormecen, las lágrimas que terminan en el afán de conversión, las que ponen en movimiento las manos para hacer el bien, las que no impiden ver la luz, sino que limpian los ojos para que vean mejor. San Pedro lloró por haber negado a su Maestro.

El dolor, unido al amor a Jesucristo, ayuda a unirse más a Dios. Las lágrimas suelen ser expresión de sufrimiento (también hay lágrimas de alegría). Jesús, suprimiendo muchas veces el sufrimiento ajeno, no se lo evitó a sí mismo, ya que en esta vida el dolor es necesario y saludable. El dolor, unido al amor a Jesucristo, ayuda a unirse más a Dios.

Son bienaventurados los que saben llorar bien Son bienaventurados los que saben llorar bien. Porque lloran más en lo escondido que en público, ya que no quieren hacerse pasar por víctimas o hacer sufrir a los demás; porque sus lágrimas no son desesperadas, no son rencorosas, no son estériles sino fecundas. Santa María Magdalena

“Porque ellos serán consolados”. No sólo después de la muerte cuando Dios enjuague las lágrimas de todos los rostros. La palabra “consolación” en la Sagrada Escritura suele tener relación con el Mesías. “Estar consolados” significa no estar solos. El cristiano sabe que Jesús está con él, que Jesús sufre por nosotros y con nosotros.

3- Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Sufridos significa los mansos. Mansedumbre es lo contrario de la violencia. Manso es quien soporta con paciencia las contradicciones y adversidades, quien se resigna a la voluntad de Dios y ama la paz. Decía san Pío de Pietrelcina: “Yo jamás me he arrepentido de actuar con dulzura”.

No se trata de un temperamento tranquilo o deseo natural de evitar incidentes. No es una cobardía, no es la exaltación de la debilidad, ni es falta de virilidad. Es una virtud y por lo tanto es un acto de fortaleza. No es debilidad sino verdadera fuerza. Dicen de san Francisco de Sales que era muy violento por temperamento, pero por amor a Dios se violentó a sí de modo que es uno de los símbolos de mansedumbre.

No es lo mismo fuerza que violencia No es lo mismo fuerza que violencia. Fuerte es el que crea, violento el que destruye. La mansedumbre es fuerza, en cuanto pleno dominio de sí mismo. Los arrebatos de cólera, lejos de ser una demostración de fuerza, son signos de debilidad, como las rabietas de los niños o impaciencias de ancianos. Frente a la dureza e intransigencia de los fariseos, Jesús aparece como dulzura, alivio, refugio, descanso de las almas. Así el domingo de ramos en su entrada a Jerusalén

Manso es “quien muestra con suavidad su fortaleza interior” Manso es “quien muestra con suavidad su fortaleza interior”. Los mansos son los que logran el dominio de sí mismos. Y mediante el dominio de sí mismos llegan al dominio del mundo. Por eso Jesús dice: “poseerán la tierra”. San Romualdo y compañeros

Manso es “quien muestra con suavidad su fortaleza interior” Manso es “quien muestra con suavidad su fortaleza interior”. Los mansos son los que logran el dominio de sí mismos. Y mediante el dominio de sí mismos llegan al dominio del mundo. Por eso Jesús dice: “poseerán la tierra”. Dice el papa Francisco: Ser manso es una muestra clara de la fuerza de la personalidad y de la profundidad de las propias convicciones. Es la actitud de quien sabe que el Señor lleva la historia y, confiando y con esperanza, no intenta imponer la verdad a martillazos.

Como san Francisco de Asís “Poseer la tierra” en la Biblia es la tierra de promisión. Pero no es sólo algo material, sino un lugar donde pueda desarrollarse el Reino de Dios. Por lo tanto definitivamente será en el cielo. Pero ya en esta vida se trata de una superioridad sobre los demás, porque los mansos, no los violentos, son los que conquistan los corazones. Como san Francisco de Asís

4- Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Hablando aquí Jesús especialmente de la pureza interior, justicia significa santidad. Justo significa acabado, perfecto. Por eso en la vida espiritual es el santo. La justicia interior en el evangelio proviene de cumplir la ley, de hacer la voluntad de Dios. Justicia es caminar por la senda del bien. San Juan María Vianey la buscaba constantemente.

Quien desea su perfección la desea también para otros Quien desea su perfección la desea también para otros. Como san Francisco Javier la deseaba ardientemente y trabajaba “hasta desgastarse”.

La santidad perfecta sólo está en Dios. La nuestra es relativa La santidad perfecta sólo está en Dios. La nuestra es relativa. Por eso podemos y debemos aspirar a más. Así pues en esta vida la perfección consistirá en aspirar a mayor santidad o amor. Decía san Bernardo: “El incansable deseo de aprovechar y el constante esfuerzo hacia lo más perfecto es lo que constituye la perfección”. Si aspiramos a la medianía, nos quedaremos más bajos.

Y como lo principal es el amor, la perfección no consiste en lo que hacemos sino en la manera de cómo lo hacemos. No consiste en rezar más oraciones, sino en rezar algunas de forma mejor. Ese deseo de santidad tenía san Juan de Ávila y así lo enseñaba a los sacerdotes y al pueblo.

Jesús quiere que deseemos la santidad de una manera ardiente Jesús quiere que deseemos la santidad de una manera ardiente. Por eso lo compara al hambre y la sed. El hambre es una condición de vida. Cuando un enfermo no tiene hambre, mala señal. El apetito de los hijos alegra a los padres: es señal de vitalidad. El hambre y la sed expresan la vehemencia del deseo. Santa Catalina de Alejandría la buscaba a través del estudio de la Escritura y de los Santos Padres.

“Porque ellos quedarán saciados. En las carreras, nos lo recuerda san Pablo, uno sólo consigue el premio. Pero en el cristianismo todos los que corren por conseguir la santidad lo consiguen. Si lo buscamos ardientemente, Dios lo dará. Si la participación con Dios lo desean los santos ardientemente, mucho más el estar con Él para siempre. De este deseo de ver a Dios habla hermosamente santa Teresa de Jesús.

Cuán triste es, Dios mío, la vida sin Tí; Automático Santa María Magdalena

Ansiosa de verte deseo morir. Santa Catalina de Siena

Carrera muy larga es la de este suelo, Santa Catalina de Alejandría

morada penosa, muy duro destierro. Santa Lucía

Oh Dueño adorado, sácame de aquí. Santa Cecilia

Ansiosa de verte, deseo morir. Santa María Goretti

Ansiosa de verte, deseo morir. Hacer CLICK Santa Teresa de Ávila

5- Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Misericordioso es el que se compadece de la miseria y procura remediarla. No es una simple sensibilidad del corazón. Se trata de cierta manera de comportarse con los demás. Como lo hacía san Juan de Dios con los enfermos.

La misericordia en la Biblia se atribuye especialmente a Dios, quien es “el Padre de las misericordias”. Para Dios ser justo es ser misericordioso. La misericordia de Dios incluye los aspectos de compasión, ternura, clemencia, piedad, paciencia, tolerancia. Con esa ternura curaba santa Irene a san Sebastián las heridas producidas por las flechas.

Para que nuestra misericordia sea como quiere Jesús, debemos reconocer en el prójimo a la persona de Cristo: debe manifestarse en las obras; ser constante a pesar de los sacrificios; no limitada a personas o grupos, sino universal. Así lo hacía la reina santa Isabel de Hungría con los pobres y necesitados.

La misericordia tiene sus prioridades en quien más lo necesite, como nos enseña la parábola del buen samaritano. Para la beata Teresa de Calcuta la prioridad eran los más pobres entre los pobres.

La misericordia es también perdonar La misericordia es también perdonar. Se dice en la parábola del siervo despiadado: “¿No era tu deber tener compasión…?” San Maximiliano Kolbe usó de gran misericordia cambiando la condena con aquel hombre contado entre los condenados. Pero luego usó de misericordia perdonando a quienes eran sus mismos verdugos.

Como san Felipe Neri en la Gloria. “Alcanzarán misericordia.” Y no como en la ley del talión. Por nuestra pequeña misericordia Dios nos dará una grande. Por un vaso de agua… se nos dará la salvación. Los misericordiosos oirán un día: “Venid benditos de mi Padre…” Como san Felipe Neri en la Gloria.

6- Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Los fariseos, siguiendo en parte el Ant. Testamento, hablaban de pureza legal. Así eran impuros algunos animales, la sangre, los leprosos… Era una impureza que impedía participar en el culto. Para Jesús limpio de corazón es el que piensa, habla, actúa limpiamente, sin doblez, con sinceridad y santidad. Como santa Cecilia guiada por su ángel.

De esta limpieza hablaba Jesús en la Última cena: “Vosotros estáis limpios, aunque no todos”. Y el sentido de pureza del alma se refiere a todas las virtudes y a todos los preceptos del Señor.

Limpios de corazón son los que tienen una intención pura Limpios de corazón son los que tienen una intención pura. Son los que van quitando el egoísmo y tienen como prioridad el cumplir la voluntad de Dios. Para ello buscan conocerla y responden con un sí inmediato y alegre. Para san Cristóbal el cumplir la voluntad de Dios era hacer de puente entre las orillas de un río. Mereció llevar al Niño Jesús.

Limpio de corazón significa también estar libre de las criaturas, no apegado a ninguna cosa, sino que el afecto vaya directamente a Dios como principio y fin. Así lo hacía san Luis Gonzaga, guiado por las normas de los “ejercicios espirituales” de su maestro, san Ignacio.

“Verán a Dios”. A veces en esta vida Dios permite una visión externa, transitoria, pero muy confortante para el espíritu. Como san Antonio de Padua o santa Rosalía de Palermo.

A veces es la Virgen María, quien viene a dar consuelo y algún mensaje a personas sencillas y “limpias de corazón”, como a san Juan Diego y a santa Bernardita.

Ver a Dios sobre todo cuando el Reino de Dios quede plenamente establecido al final de los tiempos. En el cielo veremos a Dios “cara a cara”, “tal cual es”. Esa será la felicidad plena del cielo y la participa-ción en la vida íntima de Dios.

Mientras estamos en esta vida se da un cierto conocimiento de Dios por medio de las creaturas (Rom 1,20). Así lo han hecho los santos. Para descubrir a Dios se necesita pureza de corazón. “Ahora vemos confusamente en un espejo”. San Francisco veía de tal modo a Dios en la naturaleza, hasta llegar a predicar a los pajaritos.

De todo esto nos habla con gran sabiduría san Juan de la Cruz. Aun para los limpios de corazón a veces Dios se oculta, como en muchas almas puras que llegan a la “noche oscura”. Pero, si con fe avanzan en medio de las tinieblas, en cierto momento las tinieblas se disipan y aparece la luz más radiante. De todo esto nos habla con gran sabiduría san Juan de la Cruz.

En una noche oscura con ansias en amores inflamada. Automático San Francisco de Asís

Oh dichosa ventura! Salí sin ser notada, San Felipe Neri

Estando ya mi casa sosegada. San Plácido

Oh noche que guiaste. amable más que la alborada. San Norberto

Oh noche que juntaste Amado con Amada, San Francisco de Asís

Amada en el Amado transformada. San Bernardo

el rostro recliné sobre el Amado Quedéme y olvidéme, San Juan Evangelista el rostro recliné sobre el Amado

Cesó todo, y dejéme, dejando mi cuidado San Juan María Vianey

entre las azucenas olvidado. San Sebastián

Entre las azucenas olvidado. Hacer CLICK San Juan de la Cruz

7- Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios. No se trata de los que tienen un temperamento bonachón, incapaz de molestar a nadie, sino los que hacen la paz, no sólo como mediadores en las discordias, sino difusores y sembradores de paz. Como santa Isabel de Portugal, sembrando paz entre su familia de reyes.

Los judíos estaban acostumbrados a ver entre los dioses de otras naciones guerras y violencias; hasta había un dios de la guerra. Al Dios verdadero le llamaban “El Dios de los ejércitos”. Jesús quiere la paz, una paz activa. Jesús no quiere una simple ausencia de guerra, sino un positivo amor entre los hombres, una paz sobre la que se pueda asentar un orden nuevo. Como la beata Teresa de Calcuta, recibiendo el premio Nobel de la Paz,

La paz de Jesús no es una paz aburrida y cobarde La paz de Jesús no es una paz aburrida y cobarde. Es una paz tensa y en continuo progreso, en medio de un trabajo constructor. Esta paz tiene como objetivo no la muerte sino la vida. Nace de la paz con Dios y consigo mismo. Santa Catalina de Siena se esforzó, delante del mismo papa, porque la Iglesia estuviera en paz.

La paz de Jesús viene sobre todo del amor La paz de Jesús viene sobre todo del amor. Consiste en la concordia y unión de corazones, en la tolerancia mutua de los defectos y en ayudarnos unos a otros. El hombre pacífico puede tener discusión, pero evita la disputa. Un ejemplo hermoso es el de Abraham que, por evitar discordias con los criados de Lot, eligió para sí la tierra peor.

San Juan Bosco poniendo paz entre sus muchachos. “Serán llamados hijos de Dios”. Ser llamados significa ser; pero de una manera especial, pues todos los que están en gracia son hijos de Dios. Éstos son los que han encontrado la verdadera paz, que es “tranquilidad en el orden”, como dice santo Tomás de Aquino. San Juan Bosco poniendo paz entre sus muchachos.

8- Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. La persecución es necesaria, ya que la oposición es una ley del progreso humano. Una vida fácil no suele ser una vida virtuosa. Nosotros no adquirimos la virtud sino a condición de superar las tentaciones que provienen de nuestra inclinación al mal. La virtud sólida es una virtud “experimentada”. Como santa Rita de Casia.

San Lorenzo padeció uno de los más terribles y famosos martirios. En la historia del cristianismo vemos que dondequiera que se anuncia se ve fatalmente combatido. Pero resulta que esta oposición le hace ganar más adhesiones, tan apasionadas y fieles, que no se hubieran producido, al menos en el mismo grado, sin la violencia de los adversarios. No es que se quiera el mal, sino que el mal es ocasión del bien. San Lorenzo padeció uno de los más terribles y famosos martirios.

Se llaman perseguidos los que son burlados, ultrajados o perseguidos por practicar alguna virtud, por cumplir su deber de cristianos, por las obras de caridad que realizan, por la fidelidad a la fe cristiana, a las buenas costumbres, a los pastores legítimos… Los crueles y cobardes perseguidores mataban a mujeres indefensas, como santa Catalina de Alejandría.

La persecución viene de los “malos”, pero a veces también de los buenos o de los que se creen buenos, quizá por su mal carácter o mala comprensión. A veces se pone por excusa el ser enemigo del régimen o de la patria. Dice Jesús que hasta pensarán que hacen un servicio a Dios. Es célebre el caso de santa Juana de Arco perseguida y quemada “por acciones contra la patria” con sentencia de cardenales y obispos, cuando luego la Iglesia la reconoce como santa.

Son perseguidos “por la justicia”, que es decir por Jesucristo, como Él dijo: “padecer por Mí”. A veces es difícil distinguir los motivos, pues se mezclan intereses políticos y hasta defectos del perseguido. San Hermenegildo, hijo del rey visigodo, esperaba con paz en la cárcel la muerte, que había ordenado su mismo padre por haberse hecho cristiano católico.

Esta bienaventuranza para el mundo es un contrasentido Esta bienaventuranza para el mundo es un contrasentido. Y especialmente para el antiguo Israel, que pensaba en las bendiciones materiales de Dios para el justo. Para Jesús la persecución es una señal de bendición. Las persecuciones forman parte de los designios del Reino. San Sebastián con su fortaleza fue un ejemplo para muchos cristianos.

Santa Águeda, muriendo, triunfó de sus enemigos. El hecho de ser perseguido no quiere decir que se deje de combatir contra la injusticia. Los discípulos de Jesús deben ser valerosos: no se trata sólo de enseñar y practicar la “justicia”, sino de defenderla y sufrir por ella. No se trata de tener una actitud de resignación ante el mal. El cristiano sabe que el mal no es más fuerte que el bien. Cree en la derrota final del mal y se dedica a apresurarla. Santa Águeda, muriendo, triunfó de sus enemigos.

“De ellos es el Reino de los cielos”. La recompensa de alegría y felicidad es primeramente para esta vida. El día de persecución por la justicia y a causa de Jesucristo es un día de victoria. Este gozo lo experimentaban los santos. Como “los apóstoles que salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por causa de Jesús”. Esta pequeña felicidad es anticipo de la felicidad perfecta del cielo. San Esteban pudo percibir en el martirio la gloria del cielo.

Si los discípulos de Jesús son perseguidos es porque primeramente persiguieron al Maestro. El amor a la cruz será siempre uno de los distintivos de los discípulos de Cristo. El premio que nos espera corresponderá a los sufrimientos que con Cristo hayamos compartido. Santa Librada se unió a los sufrimientos de Cristo hasta en la forma externa, la crucifixión.

Los santos son en el mundo como el buen olor agradable de Cristo. Como santa Apolonia

Y están en las manos del Señor como el barro para formar una digna vasija del amor de Dios. Como san Jerónimo al hacer penitencia.

Así nosotros debemos desear ser como ellos, olor agradable y barro en las manos del Señor. Santa Brígida toma el hábito de religiosa

Yo quiero ser olor agradable a Ti, Automático Santa María Magdalena

Yo quiero ser fragancia exquisita para Ti. Santa Teresita del Niño Jesús

Yo quiero estar en tus manos, Señor, San Ignacio de Loyola

y dejarme guiar por tu amor. San Francisco de Asís

Yo quiero ser como el barro en Ti, Santa Flavia

dejar que modeles mi ser. Beata Teresa de Calcuta

Yo quiero estar en tus manos, Señor, San Felipe apóstol

y dejarme guiar por tu amor. San Antonio abad

Que la Virgen María nos pueda recibir, con Jesús, en el cielo. AMÉN