El que entregó su vida por nosotros.
El que en la cruz manifestó la gran sed que tiene en su cuerpo y en su espíritu. En su cuerpo tiene sed puesto que lo han maltratado mucho, ha cargado la cruz, ha sido azotado, ha sido coronado de espinas, ha derramado mucha sangre,… su sed es muy intensa.
En su espíritu tiene sed de que hagamos un buen plan de vida. Que sepamos escoger lo bueno y rechazar lo malo.
Tiene sed de que todo niño encuentre un buen guía por el camino de su vivir humano.
Que en nombre de Cristo nos acerquemos a la mente y al corazón de cada niño.
Tiene sed de consolarnos en nuestros cansancios, en nuestras confusiones, mediante la comprensión de un ser querido.
Tiene sed de que los que dirigen a la comunidad humana lo hagan con “sabiduría”
Que por esta niña y por cada uno de nosotros dijo Cristo en la cruz:
En tus manos encomiendo mi espíritu.