A veces asistimos por asistir sin caer en la cuenta del maravilloso acto que estamos celebrando. Hay personas que asisten como asistirían a un teatro, quizá por obligación o por cortesía con alguno, especialmente en bodas y entierros. Comenzamos algo muy importante, que es la Misa. Es la celebración de la Eucaristía.

Y sin embargo es algo vital, vivo en nuestro vivir, algo tan importante como es el recordar y vivir de nuevo, o hacerse presente, el sacrificio mismo de Jesucristo en el Calvario. Esto lo sabemos por la fe. Pero hay multitud de testimonios de santos y personas, que viven de la fe, que lo han sentido vivamente y han proclamado el valor incalculable de la misa.

Veamos algunas ideas y ejemplos que nos dan algunos santos importantes sobre este valor infinito, que es el mismo sacrificio de la cruz, porque Cristo mismo es la víctima y el sacerdote principal. El santo cura de Ars decía esta frase: “Juntando todas las obras buenas de todos los hombres, incluso los santos, los mártires y la Stma. Virgen, todos son insignificantes comparados con una misa”.

que es impulsar con el dedo piedritas redondas contra otras. Un muchacho tenía una piedra de color oscuro que para ellos era una piedra más, pero que el europeo pensó que podía valer mucho. Se la cambió por unas baratijas; y a este hombre le valió luego una gran fortuna. Si no se estima es porque no se conoce. Pasa con los tesoros. Una vez, hace ya tiempo, paseaba un europeo por una aldea de la India. Vio que unos muchachos jugaban a las “canicas”,

Lo que le pasó a aquel niño con su “canica” les pasa a la mayoría de cristianos con la misa. Se cuenta de un católico en Inglaterra, cuando la Iglesia católica era perseguida en tiempos de santo Tomás Moro, que fue condenado a pagar 500 monedas de oro por haber asistido a la misa. Este hombre escogió las 500 monedas de oro más preciosas para pagar la multa. Al ser preguntado por esta acción, respondió: “Consideraría verdadero pecado no dar las más preciosas monedas de oro por la merced excelsa de una sola misa”.

Tenemos muchas clases de oraciones y actos religiosos: rosarios, letanías, procesiones, diversas reuniones, vía crucis, y otras prácticas religiosas. Todas juntas no pueden compararse a una sola misa. Por eso hay algunos cristianos que hacen grandes viajes empleando horas para asistir a una sola misa. Se entiende que asistir con pleno corazón. Quien está persuadido de esta grandeza asiste siempre que puede.

Se cuenta de un misionero que estaba muy débil y fatigado y quería celebrar la misa. Entonces le dijeron: “Si el médico conociera vuestro estado, no le dejaría decir misa”. A lo que respondió: “Si el médico supiese lo que vale una misa, me exhortaría a decirla”.

A lo que el literato respondió: “Pues no, porque si yo hubiera tenido que ir al banco a cobrar mucho dinero, mi mujer y mis hijos me hubieran animado, me hubieran arropado bien y me hubieran llevado en coche. Pues mucho más vale la misa”. Cuentan de un gran literato, Manzoni, muy cristiano, que un día estaba acatarrado teniendo un poco de fiebre. Fue a visitarle un amigo, que al verle triste, le preguntó la causa. Manzoni dijo: “Es que mi familia no me deja ir a misa”. El amigo le dice: “Han hecho muy bien”.

La lástima es que haya tantos cristianos que no la sepan apreciar. Y muchos no van por el dinero, ocupaciones en el domingo. Algunos en verdad tienen que trabajar precisamente el domingo lo que no pueden hacer otro día. Pero otros es por avaricia, ya que tienen dos o más oficios y sueldos. Hay cristianos tan buenos que han cambiado de trabajo, ganando menos, pero que les permite asistir a la misa.

Si nosotros apreciásemos la misa de esa manera, la misa sería una fiesta.

La Misa es una fiesta muy alegre. La Misa es una fiesta con Jesús. Automático

La misa es una fiesta que nos une. La misa es una Fiesta con Jesús.

Cada Domingo celebramos que nuestro amigo nos salvó,

que por amarnos dio su vida y resucitó.

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El nombre de la Misa Como hemos dicho que la misa es la celebración de la Eucaristía, a la misa se la ha llamado con los nombres que especificamos para “Eucaristía”. 1) Al principio los dos nombres más conocidos para expresar la misa fueron: el de “fracción del pan” y “cena del Señor”.

2) Entre los griegos se emplearon las expresiones “celebración del misterio”; “culto latréutico”; “operación de lo sagrado”; “colecta o reunión”, etc. El nombre más frecuente y común después del siglo IV es el de “liturgia”, “sacro ministerio”, derivado de “ministrar”. c) Entre los latinos recibió los nombres de «colecta» o «congrega- ción» del pueblo; «acción», por antono- masia; «sacrificio», «oblación», etc. Pero a partir del siglo IV el nombre más frecuente y común es el de ”Misa”.

De aquí que la expresión misa la derivan algunos de las preces dirigidas o enviadas a Dios (a precibus missis); otros, de la dimisión o despedida de los catecúmenos, que no podían asistir a la celebración del misterio eucarístico, sino sólo a la introducción preparatoria (hasta el credo). La palabra misa proviene del verbo latino mittere, que significa enviar. Es una forma derivada y vulgar de la palabra misión.

Según parece, la palabra “Misa” al principio designaba únicamente la ceremonia de despedir a los catecúmenos; después significó las ceremonias e instrucciones que la precedían (misa de catecúmenos); más tarde, la celebración del misterio eucarístico (misa de los fieles), que venía a continuación de la de los catecúmenos; finalmente se designó con la palabra misa toda la celebración del sacrificio eucarístico, desde el principio hasta el fin. Este es el sentido que tiene en la actualidad.

La Misa es la expresión popular que hace referencia a la celebración de la Eucaristía. Pero durante mucho tiempo hacía referencia a la "despedida". El final de la celebración termina con "ite, misa est", que significa "La misa ha terminado, podéis ir en paz". La Iglesia al terminar la celebración nos envía a proclamar al mundo entero, lo que hemos visto y oído en la celebración.

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lo vivido ante el altar,

lo tenemos que llevar.

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Errores. En torno al sacrificio de la misa se han registrado en el transcurso de los siglos muchos errores y herejías. He aquí los principales a) Los petrobrusianos, así llamados por ser discípulos de Pedro de Bruys (siglo XII), que negaba la transustanciación como algo indigno de Jesús. Los valdenses, cátaros y albigenses (siglos XII y XIII) negaron por diversos motivos que en la santa misa se ofrezca a Dios un verdadero y propio sacrificio.

b) Los falsos reformadores (Wicleff, Lutero, Calvino, Melanchton, etcétera) niegan también el carácter sacrificial de la santa misa. c) Muchos racionalistas modernos y la mayor parte de las sectas protestantes hacen eco a estos viejos errores y herejías.

Entre los nombres de la misa, el decir que es “el sacrificio de nuestra religión” es un nombre y una realidad. Vamos a decir lo que es un sacrificio, para dejar para otro tema lo de que la misa es el mismo sacrificio de la cruz.

Así se ha conocido desde siglos antes de Jesucristo. Se hacían para hacer súplicas, agradecimientos o aplacar su ira. A veces se hacían sacrificios humanos. En la mayoría o casi todas las religiones se dan sacrificios. Es algo que se ofrece a la divinidad, especialmente por medio de alguien dotado para ello, que se suele llamar sacerdote.

Caín daba a Dios las cosas malas; pero Abel le daba las cosas buenas. Con ello mostraba el primero de los fines de todo sacrificio: Adorar a Dios. En el Ant. Testamento se citan algunos sacrificios famosos: Como el de Abel.

Al salir del arca, junto con su familia, ofreció a Dios un sacrificio. Aquí resalta sobre todo otro fin que es el de agradecer a Dios. Otro sacrificio famoso fue el de Noé.

Otro sacrificio en el que resalta la acción de gracias es el de Melquisedec. Era rey de Salem y sacerdote del Altísimo. Ofreció pan y vino al Señor dando gracias cuando llegó Abraham vencedor con su gente.

Con la finalidad de aplacar a Dios, fue el sacrificio que hizo el profeta Samuel, por la desobediencia del rey Saúl. El profeta Elías hizo un sacrificio de petición, pidiendo al Señor el beneficio de la lluvia. Estos son modelos para otros muchos sacrificios.

Todos los sacrificios del Ant. Testamento eran imperfectos. Para que el sacrificio tuviera valor infinito, Dios se hizo hombre. Dice la carta a los hebreos en el capítulo 10: “Es imposible que la sangre de toros y de los machos cabríos quite los pecados”. Y recuerda el salmo 40: “Tu no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo… He aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad”.

En el próximo tema veremos cómo el sacrificio de Jesús es verdadero y cómo nuestro sacrificio es la santa Misa. Así llegó Jesús, ofreciéndose a morir en la cruz, a realizar el único verdadero sacrificio de toda la creación, de toda la humanidad.

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Y todos mis pecados los borró mi Jesús.

El sacrificio que Jesús hizo en la cruz por ti por mí

es prueba de su amor que hoy podremos obtener.

El sacrificio que Jesús hizo en la cruz por ti por mí

es prueba de su amor que hoy podremos obtener.

AMÉN