Tiempo litúrgico: el año Sacramentos 12 Liturgia 12 Tiempo litúrgico: el año

La Iglesia para sus celebraciones se basa en el año litúrgico, que no coincide con el año civil. Durante un año vamos considerando los principales misterios de la vida de Jesús. También consideramos las fiestas de la Virgen y de los santos. Comienza con el primer domingo de Adviento y termina con la fiesta de Cristo Rey y toda su semana.

El año litúrgico gira alrededor de dos fiestas en honor a Jesucristo El año litúrgico gira alrededor de dos fiestas en honor a Jesucristo. La principal es la Pascua de Resurrección, llamada desde muy antiguo: “la fiesta de las fiestas” o “la mayor de las solemnidades”. De hecho en los primeros siglos era la única fiesta que se celebraba. Una segunda muy importante es la pascua de Navidad, el Nacimiento de Jesús, con cuya preparación, que es el Adviento, comienza el año litúrgico.

La Navidad se celebra el 25 de Diciembre; pero no sabemos cuándo nació Jesús. Algunos dicen que fue por la primavera, que en aquella región era después de Marzo por aquello de que “los pastores estaban velando”. No es importante, sino ver las lecciones que nos da Jesús y lo que supone para nosotros su nacimiento.

Esta fiesta de la Navidad no se celebraba en los principios del cristianismo. Su fiesta aparece por primera vez en un libro del año 354. Por lo cual se supone que llevaba varios años de celebración. Se celebraba ya el 25 de Diciembre por querer santificar fiestas profanas. En Roma se celebraba ese día el comienzo de la subida del sol, era como la victoria del sol. La Iglesia quería celebrar el nacimiento y victoria del Sol de la gracia y amor.

No fue algo general el celebrar en toda la Iglesia el Nacimiento de Jesús el día 25. En varios lugares preferían celebrar la Epifanía o manifestación de Jesús. Todavía algunos orientales celebran la principal fiesta de Navidad el 6 de Enero. Es la manifestación de Jesús; pero no sólo a los magos de oriente, sino diversas manifestaciones.

Ambas se referían a alguna venida del emperador. Como preparación a la Navidad tenemos 4 domingos de Adviento. No siempre fueron 4 domingos. Primeramente eran dos o tres. La palabra Adviento viene del latín “adventus” que significa venida. Pero en griego se expresaba con dos palabras que no significan lo mismo. Son “parusía” y “epifanía”. Ambas se referían a alguna venida del emperador.

La parusía significaba una venida más triunfal. Por eso, cuando se le aplicó a Jesús, significaba la venida triunfal de Jesús en el juicio final, o segunda venida. La epifanía, que significaba una venida más sencilla se aplicó a Jesús en su primera venida.

En Adviento, como decía san Bernardo, recordamos la 1ª venida de Jesús, celebramos su venida actual y esperamos su venida futura al final de los tiempos. Por eso el Adviento tiene tres dimensiones. Y aunque nos invita a una expectación, sobre todo invita a una súplica para que Él venga.

Ven, Señor, consuelo de Israel, fuente de agua viva, ven Enmanuel. Automático

Ven, Jesús, tráenos tu luz, eres nuestro Dios, ven y sálvanos.

El profeta lo anunció,

el Señor vendrá, la fuerza de su amor nos salvará.

En el pobre vivirá,

sólo en el humilde y los sencillos Dios se gloriará.

Ven, Señor, consuelo de Israel, fuente de agua viva, ven Enmanuel.

Ven, Jesús, tráenos tu luz, eres nuestro Dios, y sálvanos. Hacer CLICK

El Nacimiento de Jesús es un acontecimiento de salvación El Nacimiento de Jesús es un acontecimiento de salvación. Por eso es digno de ser recordado: algo que los buenos israelitas estaban esperando. Podemos decir que todo el Ant. Testamento tendía hacia el Mesías prometido. Los promotores eran los profetas, entre los que sobresalió Isaías, del que más se lee en el Adviento.

El pueblo israelita captó a medias los mensajes de salvación del futuro Mesías. La mayoría de personas pensaban en un gran rey o caudillo que les libraría de la opresión de tantos enemigos. En los tiempos de Jesús sería de la opresión romana. Algunos pensaban en el dominio universal de su religión.

Es la salvación de la vida, del trabajo, del amor, de la muerte. Navidad es salvación, pero de diferente manera. El ser humano estaba perdido y Dios quiere salvarnos de la manera más llena de bondad y misericordia, dejándonos intacta la libertad. Es la salvación de la vida, del trabajo, del amor, de la muerte.

Cuando predicaba y bautizaba san Juan Bautista, muchos pensaban que sería el Mesías. Él lo negó diciendo que sólo era la voz que preparaba. En el Adviento se habla mucho del Bautista, especialmente el 2º y el tercer domingo. En el primer domingo se considera especialmente la última venida de Jesús. Y en el 4º domingo se insiste en quien mejor se preparó, que fue la Virgen María.

El tiempo de Navidad propiamente termina con el domingo siguiente a la Epifanía, el domingo del Bautismo del Señor. El Adviento surgió un poco como imitación a la Cuaresma, que es el tiempo de preparación para la gran fiesta litúrgica, que es la Pascua de Resurrección.

La Pascua de Resurrección es la principal fiesta del año litúrgico La Pascua de Resurrección es la principal fiesta del año litúrgico. La palabra “Pascua” al principio del cristianismo se refería más a la muerte de Jesús. Pascua significa “paso”: Era el paso de Jesús salvándonos al morir en la cruz. San Pablo decía: “Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado” (I Cor 5,7).

Pero luego, sobre todo desde el siglo III se refería al triunfo de Jesús, especialmente al referirse a la vigilia pascual. Y luego el domingo de Resurrección. De aquí vino a llamarse el triduo pascual a los días principales de la semana santa, que en realidad son cuatro.

El sábado santo propiamente no es día litúrgico: Hasta el atardecer en que comienza la celebración de la resurrección, que ya es parte del domingo. El acto litúrgico más importante del año es la celebración de la Vigilia Pascual en la noche del sábado santo, pues comienza y se realiza la verdadera celebración de la gloria de la Resurrección de Jesucristo.

La Iglesia, celebrando la muerte y resurrección de Cristo, no recuerda sólo un acontecimiento pasado o histórico, sino que celebra sacramentalmente el misterio de la salvación y, evocando la muerte y la resurrección de Cristo, actualiza su eficacia salvadora.

En esa noche se celebran dos grandes sacramentos: 1) El Bautismo, que se realiza o se actualiza, y que nos introduce en la Iglesia para vivir el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. 2) La Eucaristía que es, por excelencia, el memorial de esta muerte y resurrección. – Por medio de estos sacramentos revivimos los hechos principales de nuestra redención.

Este acto del sábado santo por la noche que, litúrgicamente hablando, es el más importante del año, tiene unos ritos preparatorios en torno a la luz. Primeramente se bendice el fuego para salir de las “tinieblas”. Y de ese fuego se enciende el cirio pascual, que representa a Cristo, principio de toda luz. Por ello tiene una bendición especial.

Con el cirio encendido y dando luz a todos lo que llevan velas particulares, vamos hasta el altar repitiendo diversas aclamaciones a esa luz de Cristo que con su resurrección viene a dar la luz verdadera a toda la humanidad. Ya en el altar se cantará un himno hermoso de alabanza al Señor, el “Exultet”. Oigamos una parte:

Exulten los coros de los ángeles, Automático

exulten los ministros de Dios,

y que suenen las trompetas de victoria

por el triunfo de Jesús nuestro Señor.

Que se alegre y se goce esta fiesta

inundada de tanta claridad;

que se sienta libre de la oscuridad,

porque las tinieblas Él venció.

Gloria Gloria Gloria

Gloria Gloria Hacer CLICK

Después hay varias lecturas de la palabra de Dios Después hay varias lecturas de la palabra de Dios. Algunos leen las siete, otros abreviando proclaman sólo tres. Se trata de explicar lo que estamos realizando: Desde la creación, pasando por la salvación al pueblo de Israel, llegando a la incorporación en Cristo por medio del Bautismo. Entonces se da comienzo a la misa con el Gloria especialmente cantado porque Cristo ha resucitado.

Y como la resurrec-ción de Cristo no es sólo un triunfo personal sino de todos los incorpora-dos a Él y, como nos incorporamos por medio del bautismo, en ese acto litúrgico tiene una relevancia especial el bautismo. Si esa noche hay bautismos, mejor lo vivimos los demás. De todas las maneras reviviremos nuestro bautismo con las promesas y la renuncia a todo mal. Para ello se pide la protección de los santos y se bendice el agua.

Antes del sábado santo está el viernes santo en que recordamos la muerte de Jesús. Ese día no se celebra la misa, pero hay un acto litúrgico. Se leen algunas lecturas, sobre todo la Pasión de Jesucristo, para sentir más con Él, que muere por nosotros. Como se hacía desde muy antiguo, se pide por muchas necesidades, y se besa la cruz. Es nuestro signo respetuoso de adoración y lleno de amor.

Tu cruz adoramos, Señor Automático

y tu santa resurrección alaba-mos y glorifi-camos.

Por el madero ha venido la alegría al mundo entero.

Por el madero ha venido la alegría al mundo entero. Hacer CLICK

Mucha mayor unión con Cristo tendremos si en ese acto del viernes santo recibimos la comunión. Antiguamente, antes del Conc. Vat II, no se comulgaba por una especie de respeto sacral al día. Pero ha parecido mejor a la Iglesia que nos podamos unir mejor a Jesús, que ha muerto por nosotros, por medio de la comunión.

El viernes santo es un día de gran dolor, pero también de esperanza cristiana. Día de dolor por lo que Cristo sufrió por nosotros y que nosotros debemos corresponder no sólo con dolor sino con un propósito de desviarnos de los pecados que han producido ese dolor. Pero al mismo tiempo es día de esperanza porque todo ello tendrá una compensación alegre y triunfal definitiva con la resurrección de Cristo.

En el día anterior, el Jueves santo, hay dos actos litúrgicos diferentes. Los dos con la celebración de la misa. Por la mañana el obispo, rodeado del clero diocesano, bendice solemnemente los oleos, que serán signos importantes en los diferentes sacramentos. Por la tarde la misa es algo especial, pues es el aniversario de la institución de la Eucaristía.

En esos días de semana santa suele haber procesiones, algunas muy solemnes. No son actos litúrgicos, actos organizados por la Iglesia universal. Son devociones privadas, algunas muy devotas o que nos llevan hacia Dios. Por lo tanto su eficacia espiritual depende más del espíritu con el que cada uno asista.

Estos principales días pascuales tienen una preparación, que es la Cuaresma y una continuación en los 50 días del tiempo pascual. – La Cuaresma, como el nombre lo indica, es un tiempo de 40 días. El número 40 en la Biblia era símbolo de penitencia y preparación, signo de acercarse a Dios por el desierto y la oración.

La cuaresma no es sólo tiempo de penitencia, sino de esperanza gozosa La cuaresma no es sólo tiempo de penitencia, sino de esperanza gozosa. Algo así como el atleta que se prepara con esfuerzo, pero con esperanza de conseguir algo bueno. O como el artista que trabaja pensando que va a resultar una obra de arte. O como la madre que se prepara a dar a luz, al parto, pensando en la alegría de tener un hijo.

La cuaresma es un camino hacia la pascua, símbolo del camino de la vida. En él hay dificultades. Por eso el primer domingo se habla de dificultades, las tentaciones de Jesús. El segundo nos habla de la Transfiguración del Señor para que comprendamos que las penitencias no tienen un fin en ellas mismas sino que son preparación para la gloria.

Como la Pascua, además de estimularnos a la unión con Cristo resucitado, nos hace vivir y revivir nuestra incorporación a Cristo por medio del Bautismo, los domingos 3, 4 y 5 de Cuaresma tratan especial-mente de la preparación al bautismo, mostrando a Cristo que es la luz, el camino, la verdad y la vida.

El tiempo pascual, posterior al día de Resurrección, es de 50 días terminando con el día de Pentecostés. Es una fiesta muy importante, porque celebra el día en que la Iglesia comienza su actuación externa, mientras se va organizando, conducida por el Espíritu Santo, que se había manifestado efusivamente aquel día en que los judíos celebraban el comienzo de la recolección.

Fuera de los ciclos de la Resurrección y de la Navidad, la Iglesia sigue su andadura en lo que se llama “el tiempo ordinario”. Ocupa la mayor parte del año: 33 ó 34 semanas, de las 52 que hay. Una pequeña parte va desde el domingo del Bautismo del Señor hasta el miércoles de ceniza. La mayor parte va desde Pentecostés hasta el primer domingo de Adviento.

Ordinario no significa de poca importancia, anodino Ordinario no significa de poca importancia, anodino. Con este nombre le distinguimos de los tiempos más importantes en la liturgia, que son el ciclo de Pascua y el de Navidad con su preparación y su prolongación. En el Tiempo Ordinario debemos buscar crecer y madurar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor.

Es un tiempo para ir conociendo más a Jesús y meditar sus mensajes para ponerlos en práctica. Jesús no es sólo un modelo a plasmar o un espejo donde debemos mirarnos. Jesús es un amigo que nos acompaña, porque quiere saciarnos de su paz y amor para que nuestra vida se sienta llena.

Cristo es nuestro hermano y compañero, Automático

Cristo es el amigo siempre fiel.

Cristo es el que sacia nuestra hambre,

Cristo es el que apaga nuestra sed.

Comamos de su mesa nuestro pan,

bebamos de su cáliz nuestro vino.

Señor, tu Cuerpo y Sangre nos dará

la fuerza y el valor para el camino.

Unidos como hermanos en la vida,

sentimos que Jesús es el Señor,

porque Él con su palabra nos convida

a ser ya desde ahora lo que amó.

Cristo es nuestro hermano y compañe-ro,

Cristo es el amigo siempre fiel,

Cristo es el que sacia nuestra hambre,

Cristo es el que apaga nuestra sed.

Que la Madre nos ayude a permanecer siempre amigos de Jesús. AMÉN