MONTAJE: Paco
Esta es una anécdota que pasó en mi pueblo allá por los años 60
Corrían los años 60, cuando empezó la mecanización de las faenas agrícolas y la llegada de los primeros tractores para trabajar en el campo.
Por aquellas fechas, para labrar el campo, se utilizaban las mulas y el esfuerzo de la persona para conducirlas y dirigir los arados. Pongo una foto para que veáis como se hacía.
Nuestro hombre en cuestión ya era mayor. Sus dos hijos, pensaron en comprar uno de esos nuevos tractores para que el trabajo de su padre fuera más cómodo y no tuviera que realizar un esfuerzo físico tan grande. Pues pensado y hecho.
Al día siguiente, se presentaron en el campo que su padre estaba arando y le llevaron el tractor. -Mire padre, que le hemos comprado un tractor para que no tenga que hacer tanto esfuerzo. Le va a ser mucho más fácil arar esta viña. - Se lo dejamos y nos vamos, que tenemos faena en el pueblo.
A la noche, el padre llegó a la casa con dolores en todo el cuerpo, heridas en las palmas de las manos, la cara pálida, en fin, una auténtica pena de hombre, y les dice a los hijos: -Vosotros diréis que el tractor es una cosa buena, pero con las mulas, araba muchos metros y con el jodido tractor, no he podido arar nada más que cinco metros. -Padre, le responden, que no puede ser, que es mejor que las mulas. Mañana nos vamos al campo con usted y vemos que ha podido pasar.
Ya tenemos en el campo al padre y a los hijos para comprobar que podía pasar con el tractor. Uno de los hijos, se sube al tractor, lo pone en marcha y el padre dice…
Arrea leche, !QUE COÑO ES ESE RUIDO!
FIN DE LA ANECDOTA