Luces pedro martínez borrego avance manual y automático

Amada mía, ¿dónde la condena y el perdón? I Amada mía, ¿dónde la condena y el perdón? ¿Dónde la verdad y el error? Palabras vacías como la justicia de los hombres o la imagen de nuestra vida.

II No te envanezca el triunfo, ni te aflija la derrota. Ambos son una circunstancia y trátalos por igual.

III Cuando muera, conmigo morirán todas las cosas. Ni penas, ni alegrías; ni auroras, ni ocasos. No existirán el ceñudo gesto de mi hermano ni los bermejos labios de mi esposa. Y no existirán, amada mía, porque el mundo es reflejo de mi alma.

IV Camina firme por la tierra polvorienta sin invocar a los dioses ni a los mercaderes de vanas utopías. No creas su verdad ni aceptes sus mentiras. ¡Sé valerosa y libre, mirándote a ti misma!

V Antes ansioso bebía en las fuentes del saber. Ahora, bienamada, la sabiduría sólo somos tú y yo. Y soy feliz porque el resto lo rechazo con desprecio.

VI No pidas, alma mía, estar libre de peligros sino fortaleza para afrontarlos. Y cuando la paz se haga en tu corazón, abre sus puertas para dar cabida a todos.

VII Cuando fracases no pidas que se apaguen tus dolores, sino denuedo para dominarlos. Y si llega el triunfo, tu voz ligera como el viento, pregone la dádiva de tu amor.

VIII Si quieres ser feliz, amada, no te rebeles contra tu destino. Sonríele a quien te ofenda y no ofendas a tus semejantes. Así tuya será la victoria, ¡para siempre!

IX Asume el riesgo de vivir, y no temas tropezarte con él. ¡Vano será el temor ante lo que el destino te depare!

X ¿Por qué si carne eres, has de ser polvo? ¿Cuál es la respuesta, amada mía? Quiero olvidar en la embriaguez de la vida el dolor de mi fracaso.

XI Serás bella, de blancos senos y armónica figura. ¿Pero conoces tu destino? Serás poderosa, dominarás el crepúsculo y aquietarás los vientos. ¿Pero conoces tu destino? Serás feliz y tu felicidad será perdurable. Pero, amada, ¿conoces tu destino?

XII No ansíes la ingrávida libertad. Tómala, porque la libertad está en ti, amada mía. Como lo está en la ligereza del viento y el perfume de las flores.

XIII Cuando todas las estrellas brillen en ti y la vida irrumpa en tu corazón, piensa, esposa amada, si debes alegrarte con la felicidad que llega o afligirte si la pierdes.

XIV No indagues el pasado ni escudriñes el futuro. Prosigue tu camino y llena tu jarra de bondades. ¿Acaso sabes con quién te encontrarás en el sendero?

XV No sometas tu corazón a yugos terrenales. Yergue tu cabeza y escucha mis palabras con la sonrisa lánguida de la enamorada.

XVI Enciende tu lámpara, bienamada, y busca la paz que ansías. Tal vez la encuentres si aproximas tu barca a mi orilla. Porque, ¡allí estaré yo!

LUCES Texto: Pedro Martínez Borrego. Imágenes: Internet. Tema musical: My piano cries for you – Ernesto Cortazar.

Fin

Pedro Martínez Borrego