Grupo de Liturgia Parroquia Santa María del Silencio Personas sordas y sordociegas. Madrid
Salmo 125
Bendigo siempre al Señor, a Él alabo siempre, mi alma se alegra unida al Señor: que los humildes Le escuchen y se alegren
En aquel tiempo, un hombre ciego estaba en el camino. Y al saber que Jesús estaba cerca, gritaba diciendo: ¡Hijo d David, ten compasión de mi! Ven, Jesús te llama Las personas que estaban allí regañaban al ciego y le decían que se callara. Pero el ciego gritaba más: ¡¡Hijo d David, ten compasión de mi!! Jesús se paró y pidió que le llevaran al ciego. Y le dijeron al hombre ciego:
Cuando el ciego estaba ya delante de Jesús, Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? Señor, quiero ver Vete, tu fe te ha curado Y en ese momento el ciego empezó a ver y siguió a Jesús.