La Navidad de arbolito, esferitas, regalos y cariño humano, es muy bonita.
Pero superemos los límites humanos. Vivamos el gozo del Dios que entra en nuestra vida.
Que el pesebre de Belén nos hable de ese Dios que ha venido a convivir con nosotros.
Y no nos deje en el vacío de la soledad humana.
Que vengan los ángeles a hablarnos de Dios. Que nos digan cómo Dios está con nosotros.
Que gocemos a Dios mirándolo en la ternura de ese niño, en los brazos de esa madre.
Ese niño que quiso la compañía cariñosa de esa madre.
Ese niño que quiso la protección y guía de ese padre.
Ese niño que prefirió huir que destruir a su enemigo.
Pero que ofreciendo su vida al Eterno Padre.
Y a pesar de ser conciente de su grandeza divina
Gusta que los humanos nos acerquemos a El.
Y que en cada manifestación del ser humano.
Sintamos al Dios que está con nosotros.