Hoy se presenta Jesús como sanador de males.

En el mundo hay muchas clases de males.

Muchos males vienen a consecuencia de las guerras. Prácticamente la historia de la humanidad se cuenta por historias de guerras.

El hecho es que Dios hizo todo BIEN. “Vio Dios que todo era bueno”.

¿Por qué hay tantos males en el mundo?

Veamos primero lo que nos dice el evangelio de este domingo. Nos lo cuenta san Marcos. Seguramen- te lo escucharía del mismo san Pedro allí presente. Mc 1, Dice así

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga,

fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron.

Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó.

Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados.

La población entera se agolpaba a la puerta.

Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.

Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: “Todo el mundo te busca”.

El les respondió: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí, que para eso he venido”,

Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios. Palabra del Señor

Jesús curaba males. ¿De dónde vienen los males si Dios hizo todo bueno?

La libertad es un gran bien que Dios nos ha dado. Con la libertad podemos tener méritos positivos. Pero también es un riesgo, porque podemos usarla mal, como tantas veces ha sucedido.

El mal uso de la libertad es la deso- bediencia a Dios. Así ha sido desde el principio de la humanidad. Del mal uso de la libertad proviene una multitud de males.

Dice san Pablo que “por el pecado vino la muerte”.

Aun así Dios no nos quita la libertad, pues sigue siendo un gran bien para aspirar hacia Dios ahora y siempre.

Pero ¿Y los males de los que no tenemos culpa?

Es difícil saber si el hombre, unido plenamente a Dios, sin pecados ni consecuencias, podría ser capaz de prever y controlar las catástrofes naturales.

Hay quienes se preguntan: ¿Qué he hecho yo a Dios? No se dan cuenta que somos solidarios y que muchos males que padecemos provienen del resultado global de los pecados de la humanidad.

Lo cierto es que Dios nos ha querido acompañar, sintiendo en su carne propia los males de la humanidad.

Desde entonces todo mal se puede convertir en bien. “Todo coopera al bien de los que aman a Dios”. (Rom 8,28)

Los dolores y muerte de Jesús se convirtieron en gloria y resurrección. Así lo esperamos para nosotros.

Que la Virgen María nos ayude a estar siempre en las manos de Dios. Y a tener paz y ánimo en las dificulta des, para estar con ella en el cielo. AMEN