La enfermedad, posibilidad de encuentro con el Padre Dios y con los demás
Allí en donde hay seres humanos hay enfermedad. La enfermedad forma parte de nuestra vida. Es decir, no existen personas completamente sanas. Lo estaremos solo en el cielo.
La enfermedad nos recuerda que somos débiles y no todopoderosos, no lo podemos todo por más que progresemos. Pero nuestro empeño debe ser combatir nuestras limitaciones, defectos y enfermedades.
La enfermedad revela de donde venimos (del polvo) y hacia donde nos encaminamos (hacia el polvo) en lo se refiere a nuestro cuerpo terreno. Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás.
La enfermedad nos iguala a todos, o sea es una forma concreta de recordar que somos iguales y que por tanto aquellos que llamamos enfermos de ser especialmente cuidados.
Para Jesús los débiles, los marginados, los enfermos, los despreciados, tenían un puesto principal. Acercándose a ellos, tocándolos, curándolos, demostraba que el Reino de Dios había llegado a nosotros, que se había realizado la salvación.
Y si Jesús no nos salva, y no nos cura ¡qué tipo de Dios sería!
¡ÁNIMO, TU FE TE HA CURADO!
Los seguidores de Jesús nos hemos de distinguir por hacer comprensible, visible y cercana la salvación que Jesús nos trae: en eso conocerán que somos sus discípulos: si nos amamos unos a otros, sean quienes sean esos otros