PORTA FIDEI CARTA APOSTOLICA en forma Motu Proprio de S. S

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Transcripción de la presentación:

PORTA FIDEI CARTA APOSTOLICA en forma Motu Proprio de S. S PORTA FIDEI CARTA APOSTOLICA en forma Motu Proprio de S.S. BENEDICTO XVI Con la que se convoca el AÑO DE LA FE 11 Octubre 2012 al 24 noviembre 2013

¿Se celebró antes otro Año de la Fe? Sí. Lo convocó el Papa Pablo VI en 1967 para conmemorar el martirio de los Apóstoles Pedro y Pablo en el décimo noveno centenario de su supremo testimonio. ¿Cuál fue el objetivo de entonces? Hacer que toda la Iglesia adquiera una exacta conciencia de su fe, para reanimarla, para purificarla, para confirmarla y para confesarla. ¿Con qué concluyó el Año de la Fe de Pablo VI? Culminó con la Profesión de Fe del Pueblo de Dios: Credo.

El por qué de la convocatoria del Año de la Fe La situación del hombre moderno falto de fe. El 50° aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. Los 20 años de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica por el Papa Juan Pablo II.

Qué nos propone el Papa para este Año de la Fe: Comprender que los textos del Concilio Vaticano II no pierden su valor ni su esplendor. Es la gran gracia del siglo XX. Leer los textos, conocerlos y asimilarlos de modo que sean una gran fuerza para la renovación de la Iglesia. Que este Año sea una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador. Redescubrir que hoy como ayer Cristo nos envía por los caminos del mundo para proclamar el Evangelio: «Caritas Christi urget nos» (2 Co 5, 14).

Qué nos propone el Papa para este Año de la Fe: Un compromiso eclesial más convencido a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. Intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa. Confesar la fe en el Señor resucitado y profesar públicamente el CREDO: con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Intensificar la celebración de la fe en la liturgia, de modo particular en la Eucaristía.

Qué nos propone el Papa para este Año de la Fe: Hacer que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Intensificar el testimonio de la caridad. Profundizar nuestra relación con Cristo, el Señor, que ha vencido el mal y la muerte. Hacer que el Catecismo de la Iglesia Católica sea un verdadero instrumento de apoyo a la fe. “Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio, sobre todo en este Año” (Benedicto XVI, PF n. 9).

LA CARTA NOS PROPONE UN CAMINO Un camino, para comprender de manera mas profunda no sólo los contenidos de la fe sino el acto de fe “Con el corazón se cree y con los labios se profesa “. Rm 10,10. El punto de partida de la profesión de fe es un acto personal y al mismo tiempo comunitario. En efecto, el primer sujeto de la fe es la Iglesia. En la fe de la Comunidad cristiana cada uno recibe el bautismo, signo eficaz de entrada en el pueblo de los creyentes para alcanzar la salvación. No podemos olvidar lo que el Papa llama el “atrio de los gentiles” es decir, de los que buscan aún sin darse cuenta y con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo. Esta búsqueda es un auténtico preámbulo de la fe porque lleva a las personas por el camino que conduce al misterio de Dios. La fe nos invita y nos abre totalmente a este encuentro. nº 10.

20 AÑOS DE SU DIVULGACIÓN POR EL PAPA Juan Pablo II

El gran camino es el Catecismo de la Iglesia Católica Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA un subsidio precioso e indispensable. Es uno de los frutos mas importantes del Concilio Vaticano II: “Este Catecismo es una contribución importantísima a la obra de renovación de la vida eclesial…. Lo declaro como regla segura para la enseñanza de la fe y como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial”. Juan Pablo II Const. Apost. Fidei depositum 11 Octubre 1992. El C.I.C. podrá ser en este año un verdadero instrumento de apoyo a la fe, especialmente para quienes se preocupan por la formación de los cristianos.

Estructura del Catecismo de la Iglesia Católica Primera parte: La profesión de fe Los que por la fe y el Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los hombres. Para esto el catecismo expone en primer lugar en qué consiste la Revelación por la que Dios se dirige y se da al hombre, y la fe, por la cual el hombre responde a Dios (Primera sección). El Símbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como Autor de todo bien, como Redentor, como Santificador y los articula en torno a los “tres capítulos” de nuestro Bautismo –la fe en un solo Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo, nuestro Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia (Segunda sección). Segunda parte: Los sacramentos de la fe Expone cómo la salvación de Dios, realizada una vez por todas por Cristo Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la Iglesia (Primera sección), particularmente en los siete sacramentos (Segunda sección).

Estructura del Catecismo de la Iglesia Católica Tercera parte: La vida de fe Presenta el fin último del hombre, creado a imagen de Dios: la bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un obrar recto y libre, con la ayuda de la ley y de la gracia de Dios (Primera sección); mediante un obrar que realiza el doble mandamiento de la caridad, desarrollado en los diez Mandamientos de Dios (Segunda sección). Cuarta parte: La oración en la vida de la fe Trata del sentido y la importancia de la oración en la vida de los creyentes (Primera sección). Se cierra con un breve comentario de las siete peticiones de la oración del Señor (Segunda sección).

El Concilio Vaticano II transcurrió entre 1962-1965 en 4 sesiones. Promulgó 16 Documentos: 4 Constituciones, 3 Decretos y 9 Declaraciones.

Estos son los documentos del Concilio Vaticano II Constituciones: Constitución sobre la Iglesia L.G.. Sobre la Palabra de Dios D.V. Sobre la Sagrada Liturgia S.C. Sobre la iglesia en el mundo moderno G.S. Decretos: sobre la vida de los Obispos, la de los presbíteros, sobre los seglares, sobre la vida consagrada, sobre el apostolado de los laicos, sobre las iglesias orientales, sobre la misión ad gentes, sobre la unidad de los cristianos y sobre los medios de comunicación social. Declaraciones: sobre la dignidad humana, sobre la educación, y sobre nuestra era.

Concilio Vaticano II Un verdadero Pentecostés El deseo y oraciones de Juan XXIII que pedía que el Vaticano II fuera un Pentecostés para la Iglesia, fue ampliamente escuchado por el Señor. El Vaticano II fue una auténtica irrupción del Espíritu sobre la Iglesia, un acontecimiento salvífico, un verdadero kairós. Hay un “antes” y un “después” del Vaticano II Recordemos las líneas fundamentales del cambio producido en el Concilio

Concilio Vaticano II las líneas fundamentales del cambio producido en el Concilio de la Iglesia de Cristiandad, típica del Segundo milenio, se pasa a la Iglesia del Tercer milenio que recupera la eclesiología de comunión típica del 1er Milenio (GS 4; 11; 44) de una eclesiología centrada en sí misma, se abre a una Iglesia orientada al Reino, (LG 5) de una Iglesia sociedad perfecta, se pasa a una Iglesia misterio, radicada en la Trinidad, (LG 4) de una Iglesia centralista, a una Iglesia corresponsable y sinodal que respeta las Iglesias locales, (LG 23) de una Iglesia identificada con la jerarquía, a una Iglesia toda ella Pueblo de Dios con diversos carismas y ministerios (LG II)

Concilio Vaticano II las líneas fundamentales del cambio producido en el Concilio de un Iglesia triunfalista que parece haber llegado a la gloria, a una Iglesia que camina en la historia hacia la escatología y se llena del polvo del camino, (LG VII) de una Iglesia señora y dominadora, madre y maestra universal, a una Iglesia servidora de todos y en especial de los pobres, (LG 8) de una Iglesia comprometida con el poder, a una Iglesia enviada a evangelizar a los pobres, (GS 1; LG 8) de una Iglesia arca de salvación, a una Iglesia sacramento de salvación (LG 1; 9; 48), en diálogo con las otras Iglesias y con las otras religiones de la humanidad (AN), en pleno reconocimiento de la libertad religiosa (DH).)

Modelos para este Año En primer lugar a María Santísima. Por la fe, la Virgen acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cf. Lc 1, 38). Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con Él hasta el Calvario (cf. Jn 19, 25- 27). Por la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir al Maestro (cf. Mt 10, 28). Por la fe, fueron por el mundo entero, siguiendo el mandato de llevar el Evangelio a toda criatura (cf. Mc 16, 15). Por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida en torno a la enseñanza de los Apóstoles, la oración y la celebración de la Eucaristía (cf. Hech 2, 42-47). Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio. Por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo, dejando todo. “Por la fe, hombres y mujeres de toda edad, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida (cf. Ap 7, 9; 13, 8), han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio de su ser cristianos: en la familia, la profesión, la vida pública y el desempeño de los carismas y ministerios que se les confiaban” (Benedicto XVI, PF n. 13).

“La Puerta de la Fe (Hch. 14,27) que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza este umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma”. nº 1

Atravesar esta puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el Bautismo, con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús, que, con el don del Espíritu Santo ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en Él. (cf. Jn 17,22)

“La Iglesia en su conjunto y en ella sus pastores, como Cristo, han de ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia aquél que nos da la vida, y la vida en plenitud”. “Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por la consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado”. nº 2

No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14). Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6, 51). n° 3

Siento más que nunca el deber de indicar el Concilio como la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza». Yo también deseo reafirmar con fuerza lo que dije a propósito del Concilio pocos meses después de mi elección como Sucesor de Pedro: «Si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia». n° 5

La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo: en efecto, abre el corazón y la mente de los que escuchan para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípulos. Como afirma san Agustín, los creyentes «se fortalecen creyendo». n° 7

Tendremos la oportunidad de confesar la fe en el Señor Resucitado en nuestras catedrales e iglesias de todo el mundo; en nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno sienta con fuerza la exigencia de conocer y transmitir mejor a las generaciones futuras la fe de siempre. En este Año, las comunidades religiosas, así como las parroquiales, y todas las realidades eclesiales antiguas y nuevas, encontrarán la manera de profesar públicamente el Credo. n° 8

Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio, sobre todo en este Año. n° 9

La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con Él

Profesar con la boca, indica que la fe implica un testimonio y un compromiso publico. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado. n° 10

El primer sujeto de la fe es la Iglesia El primer sujeto de la fe es la Iglesia. En la fe de la comunidad cristiana, cada uno recibe el Bautismo, signo eficaz de la entrada en el pueblo de los creyentes, para alcanzar la salvación. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica. Creo, es la fe de la Iglesia profesada por cada creyente principalmente en su bautismo. Creemos es la fe de la Iglesia confesada por los Obispos en Concilio o por la asamblea litúrgica. n° 10

El Catecismo de la Iglesia Católica, pone de manifiesto la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en sus dos mil años de historia. Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los maestros de teología a los santos de todos los siglos, el Catecismo ofrece una memoria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe. n°11

Nº 12 … la fe está sometida más que en el pasado a una serie de interrogantes que provienen de un cambio de mentalidad que, sobre todo hoy, reduce el ámbito de las certezas racionales al de los logros científicos y tecnológicos. Pero la Iglesia nunca ha tenido miedo de mostrar cómo entre la fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos, tienden a la verdad.

A lo largo de este año será decisivo volver a recorrer la historia de nuestra fe, que contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y del pecado 1. TESTIMONIO CONVERSION 2. MIRADA FIJA EN JESUCRISTO ENCARNADO MUERTO Y RESUCITADO 3. SI DE MARIA QUE CREYO EN EL ANUNCIO Y RESPONDE CON LA OBEDIENCIA DE SU ENTREGA 4. POR LA FE LOS APOSTOLES LO DEJARON TODO PARA SEGUIR A JESUS 5. HOY POR LA FE HOMBRES Y MUJERES DAN TESTIMONIO DE SU SER CRISTIANOS nº13

El Año de la Fe será también una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. San Pablo nos recuerda: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de ellas es la caridad” (1 Cor 13,13) La fe sin la caridad no da fruto y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente. Nº 14

Pablo recomienda a Timoteo buscar la fe con la misma intensidad de cuando era niño (cf 2Tim.2,22 y 2 Tim 3,15) Lo que el mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene fin. nº 15

Dado en Roma junto a San Pedro, el 11 de octubre 2011, Nosotros creemos con firme certeza que el Señor Jesús ha vencido el mal y la muerte. Con esta segura confianza nos encomendamos a Él: presente entre nosotros, vence el poder del maligno (Lc 11,20). La Iglesia, comunidad visible de su misericordia, permanece en Él como signo de la reconciliación definitiva con el Padre. Confiemos a la Madre de Dios, proclamada “bienaventurada porque ha creído” (Lc 1,45) este tiempo de gracia. Dado en Roma junto a San Pedro, el 11 de octubre 2011, séptimo de mi Pontificado