Compartir a Jesús es algo natural en la vida de quien ha encontrado a Jesús.

Para el ser humano es más fácil creer en lo que ve que en lo que le dicen. Para que los hombres puedan creer en Dios, necesitan ver la gloria de Dios.

Evangelizar es mostrar la gloria de Dios a los seres humanos. Esa gloria es el carácter de Dios. Cuando Jesús evangelizó al mundo, mostró la gloria de su Padre. “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” San Juan 14:9

“En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres “En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres.” San Juan 1:4 “Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.” San Juan 9:5 “Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.” San Juan 12:35,36

Después de morir y resucitar Jesús volvió al Padre y ahora nos dice: “Vosotros sois la luz del mundo.” San Mateo 5:14 El apóstol San Pablo lo corrobora a la iglesia de Éfeso: “mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz.” Efesios 5:8

¿Cuál es la misión de la luz? Alumbrar. Es imposible que la luz no alumbre. Si el evangelio se hace carne en cada vida, si cada uno refleja la gloria de Dios, es imposible que el mundo deje de ser evangelizado. Lo primero que necesitamos para evangelizar el mundo es que el Evangelio sea encarnado en nuestras vidas.

Si estamos más preocupados en estrategias y métodos para aumentar el número de miembros, empezamos de manera equivocada y con toda seguridad fracasaremos. “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. Y vimos su gloria, gloria que, como Hijo único, recibió del Padre.” San Juan 1:14

La palabra verdad, en griego, significa literalmente: “abrir la ventana” “transparente”.

Para vivir la verdad con transparencia, el cristiana necesita reflejar el carácter de Jesucristo. La sierva del Señor dice: “Dios podría haber alcanzado su objeto de salvar a los pecadores sin nuestra ayuda; pero a fin de que podamos desarrollar un carácter como el de Cristo, debemos participar en su obra.” DTG p. 116

La obra de testificar y el crecimiento cristiano van juntos y no se pueden separar. El uno es consecuencia del otro. “debe hacerse obra bien organizada en la iglesia, para que sus miembros sepan cómo impartir la luz a otros, y así fortalecer su propia fe y aumentar su conocimiento. Una iglesia que trabaja es una iglesia viva” JT 3 p. 68