El Diluvio

Ovidio Ovidio nació el 20 de marzo del año 43 a. C. en Sulmona. Fue uno de los escritores más famosos del mundo romano, también participó en la política. A los 18 años escribió el poemario Amores, libro de elegías dedicada a varios amores del poeta, Medea, una tragedia que no se conserva, y las Heroidas o Cartas de las heroínas, que presenta cartas escritas por varios personajes míticos femeninos. Tuvo tres matrimonios. En su madurez escribió Las metamorfosis, obra en la que se recogen los mitos romanos y Fastos, obra inconclusa, en la que Ovidio explica el origen de los nombres de los meses y las fiestas del calendario romano. Gran parte de su fama también se debe al enfrentamiento con el emperador César Augusto, que le costó su exilio a la ciudad de Constanza, en Rumania en este período de exilio, Ovidio escribió otras dos colecciones de poemas: Tristes y Pónticas o Cartas del Ponto.

Las Metamorfosis Es un poema desarrollado en quince libros que narra la historia del mundo desde su creación hasta la deificación de Julio Cesar. Terminada en el año 8dC., es considerada como una obra maestra de la edad de oro de la literatura latina. Es una obra de difícil clasificación, que se encuentra entre la épica y la didáctica. Fue escrita en hexámetros, verso típico romano, y consta de más de 250 narraciones mitológicas que se suceden en el tiempo desde el origen del mundo hasta la transformación del alma de Julio César, describiendo los cambios físicos que hacen las distintas divinidades para conseguir fines distintos. Se considera uno de los trabajos sobre mitología más populares, que llegó a ser la obra más conocida por los escritores medievales y por lo tanto tuvo una gran influencia en la poesía medieval.

Mito: El Diluvio Zeus estaba encolerizado con los hombres, los actos de maldad, impiedad y desobediencia horrorizaban al dios, además, los hombres habían perdido su fe en los dioses. Debido a estos actos, Zeus, decidió acabar con la raza humana. Primero Pensó en lanzar sus rayos a la corteza terrestre, pero le sobrevino el temor de que quizá el inmenso incendio acabaría por destruir a la atmósfera (Éter), por lo que decidió que durante nueve días, con sus correspondientes noches, las nubes descargaran tanta lluvia en la tierra que se viera cubierta por las aguas.

Los cielos y los vientos hostigadores empezaron a derramar caudales de agua. Los ríos se desbordaron invadiendo los campos y arrasando a su paso pueblos enteros. Llegó un momento en que no hubo mar ni tierra, sino una mancha azul infinita, que se desplegaba hacia el horizonte. No hubo ningún sobreviviente, salgo dos jóvenes llenos de bondad, llamados Deucalión y Pirra, que superaron la catástrofe encerrados en una arca que habían construido en la cima del monte Parmaso, por el consejo del padre de Deucalión, el dios Prometeo. A los nueve días bajaron las aguas, y los ríos regresaron a sus cauces. Los jóvenes desconsolados, decidieron ir al templo de la diosa Temis, para implorar su ayuda.

La diosa conmovida por las plegarias de los jóvenes les dijo que debían destapar sus cuerpos y arrojar sobre sus espaldas los huesos de su madre. Deucalión y Pirra quedaron espantados ante la idea de ultrajar las tumbas maternas, hasta que Decaulión descubrió lo que la diosa había querido decir; la madre de la que hablaba Temis se trataba de Gea, la madre de todos los hombres, y los huesos que debían arrojan, eran las piedras. Los dos jóvenes se desnudaron y empezaron a lanzar a sus cuerpos todas las piedras que se encontraron a su paso, y estas, ante la sorpresa de ambos comenzaron a moldearse, y a transformarse en hombres las arrojadas por Decaulión, y en mujeres las arrojadas por Pirra. De este modo, la madre Tierra generó una nueva estirpe de seres humanos que la repoblaron hasta nuestros días.