En época de crisis religiosa conviene distinguir entre duda religiosa e indiferencia. El que duda desde la sinceridad no rechaza nada. Tampoco se mantiene indiferente. Simplemente indaga y trata de ser responsable.
Llegar a creer supone haber superado la duda. Mantenerse indiferente ante la cuestión religiosa es eludir el sentido último de la vida y deshumanizar la existencia.
El escepticismo es una enfermedad de la inteligencia que impide buscar la verdad con decisión. Y es una enfermedad de la voluntad que no quiere tomar una postura responsable.
La crisis religiosa puede tener más de indiferencia interesada y cobarde que de duda honesta y responsable. Jesús preguntaría también hoy: ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Por qué no tenéis fe?
Al increyente y agnóstico preguntaríamos: ¿Qué es exactamente lo que no crees? ¿Qué es lo que te resistes a creer? Tu postura de indiferencia ¿deriva de una búsqueda sincera o de huir de una vida comprometida?.