Va dejando atrás el barco encajes de seda blanca, va sembrando su camino de finas perlas de nácar.
Es adiós para el que queda, para el que se va, esperanza; es sendero sin final que se forma con la marcha.
Es la eslora que se estira hacia la orilla lejana; es el sudor producido por las cuadernas cansadas.
Es cordón que se desprende de la popa a la ensenada, que es el refugio materno donde el barco descansaba.
Fue la cortina de tul por fina quilla rasgada, fue la tersura del mar por dura proa violada y ha dejado en el azul, herida de sangre blanca.