¿Cuál es mi respuesta ante todas las dificultades? ¡Mater habebit curam! (¡La Mater se preocupará!) (P. K) "A la sombra del Santuario se decidirán esencialmente en los próximos siglos en Alemania y más allá de Alemania, los destinos de la Iglesia".

"Casi encuentro superfluo desearles la bienvenida. ¿Por qué motivo "Casi encuentro superfluo desearles la bienvenida. ¿Por qué motivo?" Porque aquí todos estamos en casa. Y allí donde se está en casa siempre se es bienvenido. ¿Por qué estamos aquí en casa? Porque aquí en Schoenstatt estamos en el hogar y taller de nuestra querida Madre, Reina y Victoriosa tres veces admirable. No sólo hogar taller; creo que también debería decir: centro de conducción, cuartel general. Todo esto lo experimentamos en nuestro Santuario".

A lo largo de toda su vida, el padre Kentenich será el gran enamorado de María: en ella encontró, no sólo la solución a su crisis existencial, sino también una pieza clave en la estrategia de Dios para superar la crisis actual de la humanidad.

"Madre, yo te saludo; salúdame también Tú a mi" En el campo de concentración de Dachau la necesidad era insoportable y muchos morían de hambre. El Padre Kentenich promovió entre los schonstattianos una Novena a la Madre de Dios. Y con ella logró la ayuda anhelada. "Madre, yo te saludo; salúdame también Tú a mi"

Esta Novena finalizó en la Fiesta de la Visitación. Al contemplar esta Fiesta de María, el Padre Kentenich hizo una oración para los nueve días: "Madre, yo te saludo; Madre, salúdame también Tú a mi."

Explicando esta oración, dijo que este Saludo de la Madre de Dios a Isabel "obraba milagros". La Sagrada Escritura dice: "Y María saludó a Isabel" . Ella reconoció, por el Espíritu Santo, que María llevaba a Jesús. Juan, fue santificado: "... tan pronto oí tu saludo, el niño saltó de gozo en mi seno“. Y Zacarías recobró nuevamente el habla.

¿No deberíamos hacer esta jaculatoria que obra milagros -con confianza- como Novena? Para nosotros, y para todas las necesidades de nuestro tiempo: "Madre, yo te saludo; saluda tú a mi marido, que está expuesto a muchas tentaciones... Saluda a mi mujer, que anda por caminos peligrosos... A mi hija, que ha caído en malas costumbres... A nuestro hijo, en sus estudios... Saluda a nuestros sacerdotes...", etc.

Y muchos de los sacerdotes que pasan por crisis, permanecerán fieles a su consagración -gracias a nuestra jaculatoria que "obra milagros"; y nuestra juventud, a veces tan desvalida, se encontrará más protegida y podrá comprender mejor el sentido de la vida.

El odio podrá convenirse en amor, y podremos vivir en paz El odio podrá convenirse en amor, y podremos vivir en paz. Los enfermos sanarán o recobrarán fuerzas para llevar su cruz con valentía. Este es el aporte más fuerte y eficaz para que el mundo vuelva al Hogar del Padre.

"Madre, yo te saludo; salúdalos también Tú a ellos." Las super-exigencias a que están los hombres no da posibilidad para largas oraciones; pero con la súplica breve, llena de confianza, podemos en medio del ajetreo, dirigirnos a la Madre de Dios diciéndole: "¡Madre, saluda a los que tanto quiero... Madre, saluda también a aquellos que me preocupan... Saluda a los que gobiernan... Saluda a todos los que necesitan de tu poder... Saluda a los jóvenes, a los ancianos, saluda a los que viven en soledad...! "Madre, yo te saludo; salúdalos también Tú a ellos." COMPÁRTELO Ver-ver

“MADRE YO TE SALUDO, SALUDA A QUIEN VEA ESTE MAIL”.