Muchacha guatemalteca, de ojos lindos y profundos, hoy estoy triste por ti. Recuerdo tu piel morena, tu hermosa grácil figura, de palmera, y tu risa, limpia, espontánea, serena. Tu cabeza de gacela oteando el horizonte en los claros de la selva
Hoy he vuelto junto al árbol donde izabas tu canasta llena de jugosos mangos a recordar tu lindo rostro y aquella dulce mirada
¡Adiós!, al marchar, te dije. ¡Adiós, que te vaya bien!, con un mohín respondiste, y nunca te volví a ver
El árbol sigue en su sitio, igual de grande y frondoso, cuajadito está todito de la bella flor de mango
A ti te mató la malaria, a mí el sentimiento y la pena cruel. Tu cuerpo duerme en un claro de la selva del Petén. Una corona a colores forman hermosas las flores alrededor de la tumba
Dicen que en las noches blancas de luna te han visto acercarte al río y caminar descalza en la orilla por contemplarte en el agua
Dicen que se oyen suspiros a medianoche en la jungla por una princesa maya que se murió junto al río. Juan Manuel del Río