Lección 9 para el 28 de noviembre de 2009

Al no tener agua, los hijos de los que no quisieron entrar en Canaán se quejaron ante Moisés y Aarón de esta forma: “Hubiésemos preferido morir con los rebeldes antes que pasar sed”. “Dios nos ha traído al desierto para morir”. “Dios nos ha sacado de Egipto pero no nos ha dado la tierra prometida”. ¿Hubo anteriormente alguna otra situación en la que se quejaran de la misma manera?

Nosotros estamos ahora a las puertas de la Canaán celestial, esperando el cumplimiento final de sus promesas. “Cuidémonos, por tanto, no sea que, aunque la promesa de entrar en su reposo sigue vigente, alguno de vosotros parezca quedarse atrás” (Hebreos 4:1) ¿Cómo es tu espera? ¿Llena de quejas o avanzando por fe?

Inicialmente, Moisés y Aarón reaccionaron de la misma manera que siempre: consultando a Dios. Pero esta vez no siguieron sus instrucciones ni le dieron la gloria, pues golpearon la roca y se atribuyeron la gloria de hacer brotar aguas de la roca. ¿Sigues los planes de Dios o sigues los tuyos, creyendo que son mejores?

Antes de entrar en Canaán, los líderes que habían sacado al pueblo de Egipto fueron sustituidos por nuevos dirigentes. Éstos fueron elegidos también por Dios. Aproximadamente, a los 132 años de edad María murió en Cadés. María tenía el don de profecía, ayudó en la liberación de los hebreos. Tenía fortaleza de carácter, dominio propio y tacto. Estaba ricamente dotada para la poesía y la música. Ocupaba el segundo puesto después de Moisés y Aarón en los afectos del pueblo y los honores otorgados por el Cielo. (véase “Patriarcas y Profetas”, capítulo 33)

Por el pecado de Moisés y Aarón al golpear la roca en lugar de hablarle (dándose la gloria a ellos en lugar de a Dios), les fue negada la entrada a la Tierra Prometida. Dios no puede pasar por alto el pecado. ¿Estás dispuesto a apoyar y dejar sitio a nuevos dirigentes en la Iglesia?

Una nueva queja sobre el maná provocó que Dios retirara su protección sobre el pueblo.

Dios, en su misericordia, proveyó un medio de salvación: una serpiente de bronce alzada sobre un asta para que fuese visible desde cualquier parte del campamento. Cualquiera que miraba a la serpiente, vivía.

“Miradme a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra” (Isaías 45:22) ¿Tienes tus ojos fijos en Jesús para recibir consuelo, curación y fuerza?

1.Piden paso a Edom, que se lo niega. 2.Dios no les da permiso para atacarlos porque eran descendientes de Esaú. 3.Derrotan a los cananeos de Arad. 4.Compran en Edom las provisiones necesarias y rodean su territorio (Deuteronomio 2:28, 29). EDOM Cades- Barnea Arad

5.Pasan al lado del territorio de Moab sin atacarles porque eran descendientes de Lot. 6.También compraron de ellos las provisiones necesarias (Deuteronomio 2:28, 29) EDOM MOAB Cades- Barnea Arad

7.Desde el monte Pisga, Israel envía embajadores a Sehón, rey de Hesbón, amorreo, para que les deje pasar. 8.Ante su negativa, Dios les da permiso para atacarlos y los derrotan. 9.Tomaron todo el territorio desde el río Arnón hasta el río Jaboc. Cades- Barnea Arad EDOM MOAB Pisga HESBÓN Jaboc Arnón

10.Toman también de los amorreos las aldeas de Jazer. 11.Pelean contra Og, rey de Basán. 12.Dios les dijo: “No le tengas miedo, porque en tus manos lo he entregado, a él con todo su pueblo y su tierra” (Números 21:34) 13.Se apoderan de su tierra. 14.La conquista de Canaán había comenzado. Cades- Barnea Arad EDOM MOAB Pisga HESBÓN Jaboc Arnón BASÁN Jazer

“En sus luchas con Og y Sehón, el pueblo se vio sometido a la misma prueba bajo la cual sus padres habían fracasado tan señaladamente. Pero la prueba era ahora mucho más severa que cuando Dios ordenó a los hijos de Israel que avanzaran. Las dificultades del camino habían aumentado desde que ellos rehusaron avanzar cuando se les mandó hacerlo en el nombre del Señor. Es así como Dios prueba aún a sus hijos. Si no soportan la prueba, los lleva al mismo punto, y la segunda vez la prueba será más estrecha y severa que la anterior. Esto continúa hasta que soportan la prueba, o, si todavía son rebeldes, Dios les retira su luz y los deja en tinieblas” Elena G. de White. Patriarcas y profetas, pp