¿Cuál es mi respuesta ante todas las dificultades? (¡La Mater se preocupará!) (¡La Mater se preocupará!) P. K. ¿Cuál es mi respuesta ante todas las dificultades? (¡La Mater se preocupará!) (¡La Mater se preocupará!) P. K. ¡Mater habebit curam!
"Casi encuentro superfluo desearles la bienvenida. ¿Por qué motivo? Porque aquí todos estamos en casa. Y allí donde se está en casa siempre se es bienvenido”. Estamos aquí en casa, porque aquí en Schoenstatt estamos en el hogar y taller de nuestra querida Madre. Señor, qué bien que estamos aquí...
El padre Kentenich será el gran enamorado… El padre Kentenich será el gran enamorado… de María...
En el campo de concentración de Dachau la necesidad era insoportable y muchos morían de hambre. El Padre Kentenich promovió una Novena a la Madre de Dios. Y con ella logró la ayuda anhelada.
La Novena era "Madre, yo te saludo; salúdame también tú a mí". La Novena era : "Madre, yo te saludo; salúdame también tú a mí".
La novena finalizó en la Fiesta de la Visitación. El Padre Kentenich hizo una oración para los nueve días: "Madre, yo te saludo; Madre, salúdame también tú a mí."
Ella reconoció, por el Espíritu Santo, que María llevaba a Jesús. Juan, fue santificado: "... tan pronto oí tu saludo, el niño saltó de gozo en mi seno“. Dijo que este Saludo de la Madre de Dios a Isabel "obraba milagros". "Y María saludó a Isabel".
¿No deberíamos hacer esta jaculatoria que obra milagros? Para nosotros, y para todas las necesidades de nuestro tiempo: "Madre, yo te saludo; saluda tú a mi compañero, que tiene muchas presiones... saluda a mi mujer, que está cansada... a mi hija, que está enferma... a nuestro hijo, en sus estudios... saluda a mi amigo que está angustiado… saluda a nuestros maestros y sacerdotes... saluda a nuestros padres… saluda a nuestros nietos…" etc.
Los sacerdotes que necesitan nuestra oración, serán fortalecidos gracias a nuestra jaculatoria que "obra milagros“. Y nuestra juventud se encontrará más protegida y podrá comprender mejor el sentido de la vida.
El odio podrá convenirse en amor, y podremos vivir en paz. Los enfermos sanarán o recobrarán fuerzas para llevar su cruz con valentía. El odio podrá convenirse en amor, y podremos vivir en paz. Los enfermos sanarán o recobrarán fuerzas para llevar su cruz con valentía. Este es el aporte más fuerte y eficaz para que el mundo vuelva al Hogar del Padre.
"¡Madre, saluda a los que tanto quiero... Madre, saluda también a aquellos que me preocupan... Saluda a los que gobiernan... Saluda a todos los que necesitan de tu poder... Saluda a los jóvenes, a los ancianos, saluda a los que viven en soledad...! " Madre, yo te saludo; salúdalos también Tú a ellos." En medio del ajetreo podemos dirigirnos a la Madre de Dios diciéndole:
“MADRE YO TE SALUDO, SALUDA A QUIEN ESTÁ LEYENDO ESTE MAIL Y SALUDA A TODOS SUS SERES QUERIDOS”.