Una noche salió el sol … Muchos lo vieron y muchos se preguntaron: ¿Qué pasa? Pues el Sol no sale de noche y menos que le robe el puesto a la señora luna. Ante la pregunta el sol habló: La luna me dijo al oído cosas tan bellas, que quisiera contarlas en esta noche hermosa.
Ella me dijo que todas las noches el mar se desvanece y regala su tranquilidad al anciano que le mira con paciencia y esperanza. El anciano, por su parte, le deja todos sus recuerdos y le encomienda a sus hijos pescadores, que en ella se lanzan en la búsqueda de la mejor pesca.
También, que los ríos hacen silencio para no despertar a los niños que arrullados con el canto de las madres se quedan dormidos. Y las madres le regalan, como agradecimiento, un silbido que se hace canción de cuna en la distancia de luz.
Que el viento se agita, casi bailando, para invitarla a la danza de los velos en movimiento, donde los hilos de luz de color oro se hacen parte de los hogares donde los hijos abrazan a sus padres.
Que el cielo, vestido de alegría y color, se hace sonrisa con los relámpagos, que como fotografías dibujan sombras de paz y de amor.
Además, que las flores, que parecen dormidas, despiertan todos sus perfumes para ahogar en mejores aromas a los que pasean a la luz de esa luna.
El Sol ya cansado … Trajo hasta la orilla su redondez y su luz, para que el amanecer lo descubrieran besando a la luna. Al verse descubierto y con destellos de vergüenza, enfiló sus rayos al cielo y se levantó volviendo a dar a todos el día más hermoso. Desde esa noche convertida en día, la luna se enamoró tanto del sol, que camina tan deprisa que a todos nos amanece, pensando que hemos dormido poco. P. Marcelo